TODO MADRID -CALLE DE SAN BERNARDO




La tradición une esta calle, con las puertas de acceso a Madrid, puesto que, de la puerta de Santo Domingo, en tiempo de los Reyes Católicos, partía un camino vecinal, que conducía al norte, y que fue, con rapidez, urbanizado, claro que conforme se ampliaba la ciudad, haciendo que el rey Felipe IV, mandase construir, en 1625, una cerca, que abarcó, todo la aldea de entonces , para trasladarse, más tarde( poco más o menos)donde hoy, se abre la glorieta de Ruiz Jiménez, manteniéndose, hasta 1970 como el Portillo de Fuencarral.

Fue en 1865, cuando a esta calle se le suprimió la denominación de Ancha, que le daban, con el fin distinguirla, de la estrecha de San Bernardo, (hoy en día de la aduana), en su trozo final, hasta Quevedo, se denominó en aquel entonces de Las Navas de Tolosa.

Esta calle, se llamó antes, de Burgos, de Foncarral Baja, y de Convalecientes (por el hospital que en ella fundó Bernardino de Obregón) esta última denominación por el hospital que en ella fundó el venerable Bernardino de Obregón. Siendo en esta casa, donde años más tarde, el desaparecido convento de San Bernardo, fue quien dio definitivamente, nombre a esta calle. 

En la actualidad, esta calle, una de las más importantes de Madrid, va desde la plaza de Santo Domingo hasta La Glorieta de Quevedo.

¿Quién fue San Bernardo de Claraval?



Bernardo nace en el seno de una familia con mucho poder adquisitivo, en el año 1090. Aunque fue su arraigada fe católica, su mayor riqueza espiritual.

Su padre se llamaba Telecín Barba Morena, era un gran caballero, que, junto a su esposa, la beata Alicia, enseñaron a sus siete hijos, Bernardo fue el tercero, a ser buenos y piadosos.  A todos los ofrecieron a la iglesia, pero a Bernardo lo consagraron al servicio de la misma.

Con 19 años, Bernardo, era un joven con profundos ojos azules, rostro varonil, bien proporcionado, con una rubia cabellera. Todo su perfil, era al mismo tiempo, noble a la vez que modesto.

Ingresa en el año 1112, en la abadía cisterciense de Cîteaux. Tres años más tarde, 1115, pasa a dirigir el nuevo monasterio de Clairvaux (Claraval).

A partir de entonces, la orden del Císter se extiende por toda Europa, colocándose, en el primer plano en la influencia religiosa.



Predicó la segunda Cruzada y sus aportaciones han perfeccionado la religiosidad cristiana, el emocionante y bello canto gregoriano, la vida monástica y la propagación de la construcción gótica.

Impuso, en ambos monasterios, un estilo de vida, que se propagaría a toda la Orden del Císter: la oración, la austeridad, la disciplina y la humildad.

Estos patrones hacen que se enfrente al abad de Cluny, Pedro de Valvede, pues eran un claro exponente, que iban contra la riqueza de los monasterios, la pompa de la liturgia, y contra el lujo de las iglesias cluniacenses.

Era tan vehemente en su forma de hablar, de expresar cómo se debería amar a Dios, que en el Convento de Clavaral, cada día, acudían más personas para entrar en él, a pesar de la severidad de la orden del Císter. Se cuenta que cierto día, acudieron al convento, un grupo de nobles, por curiosidad, conocer a Bernardo, al final, todos entraron de novicios.

Pasado el tiempo, fue Obispo de Beauvais, después, llegó a ser Arzobispo de Reims.

Bernardo llegó a ser un consumado defensor de los dos derechos del Papa, los políticos y los económicos.



Se puso a favor de Inocencio II, durante el conflicto, que enfrentaba a este, con el antipapa Anacleto II. Aquella alianza, se vio recompensada, con sólidas dispensas pontificias, para con la orden cisterciense.

El punto más concluyente de su posición en la Iglesia, llega, cuando en el trono de San Pedro, se sienta su discípulo, Eugenio III, antiguo monje cisterciense.

Se enfrascó en las luchas contra los nacientes estilos laicos, de su época, condenando la irreligión de Abelardo y las proposiciones de Arnaldo de Brescia, que la Iglesia, debería regresar a la pobreza primitiva.

Ni siquiera se lo planteó, ya que por legitimidad se lo permitía, y utilizó la fuerza en apoyo de la Iglesia, animando a franceses y alemanes, para que uniesen a la segunda Cruzada.

Su siguiente paso, es mostrarse de acuerdo, para que se reconozca como ideal, la figura del fraile- soldado para la Orden del Temple.

En cuanto a su teología, hacía hincapié, sobre la Virgen y sobre la humanidad de Cristo con tal ternura que le valió el sobrenombre de doctor Melifluus.

Fallece en Claraval, en el año 1153.

Fue canonizado en 1174 y declarado Doctor de la Iglesia en 1830.


Recogida información en :

forocatolico.wordpress.com   http://www.biografiasyvidas.com/
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