Allá por los años 20, se puso de moda los concursos de
baile, propagándose por todo territorio estadounidense.
El primer maratón de baile moderno se celebró en 1923 con
escasa participación. Alma Cummings bailó durante 27 horas seguidas, superando
a otros seis participantes y el maratón más largo duró 6 meses .
Aquello que comenzó con un pequeño “pique” entre las
parejas, intentando romper récords y hacerse famosos, se hizo indispensable
para cierto sector norteamericano
No nos vamos a gastar más tinta para decir que, los concursos de baile eran muy
atractivos, atrayendo a grandes masas,
así que la moda bailona de USA consiguió expandirse por toda América.
Se trataba la época dorada del baile de salón y los jóvenes
luchaban por la fama. Claro que tenían un trasfondo, condujeron a los
participantes a destrozar sus cuerpos
Cuando todo indicaba que el tema de los concursos iba
disminuyendo, la llegada a los Estados Unidos de la Depresión dará un giro de
180 grados en la vida de millones de personas. Incluso hubo víctimas mortales.
El jueves 24 de octubre de 1929, desconozco si en lo
meteorológico, luciese en sol o lloviese o estaba nublado, pero que sí fue un
día gris que marcó un antes y un después en la vida de muchas personas .
La Gran Depresión, es uno de los períodos más sombríos y
desdichados que han existido en el mundo, especialmente en Estados Unidos, tras
el desplome de la Bolsa de Nueva York. Acontecimiento que trajo resultados
trágicos que tuvieron alcance en cuatro sectores : la política, la economía, la sociedad y la
cultura.
Solo en 1932 había en el mundo 40 millones de desempleados.
La población juvenil fue quien sintió, en sus propias carnes mayor impacto en
lo económico, y sus esperanzas de obtener un primer empleo se vieron eliminadas
Como el dinero se volvió escaso, y el trabajo también, y las
colas en busca de lo segundo y de un trozo de pan para llevarse a la boca eran
inmensas , muchos vieron en los competiciones de baile su salida, aunque esta
fuese un clavo ardiendo.
Hasta los concursos de baile cambiaron para ser maratones,
con pruebas de resistencia, en las que las parejas danzaban hasta el paroxismo,
casi sin parar durante cientos de horas, aunque ahora … se habían transformado
en semanas y los premios no se quedaban en una simple medalla, ahora era el
dinero ¡1500 dólares de plata el primer premio! Otros quizá se conformasen con
menos, la simple promesa de alimentos o atención médica.
Nos encontramos en California, a comienzos de los años 30.
¿El lugar? en el muelle de Santa Mónica
Pero de momento lo importante era poder ser admitido para
las pruebas, ya que los concursantes se alimentaban doce veces al día: harina
de avena, huevos, tostadas, naranjas, leche…lo cuál era un gran aliciente en
una época en la que muchos no podían conseguir ni un solo mendrugo.
Si creen que únicamente se apuntaron los más jóvenes, se
equivocan, son gentes desesperadas, de toda edad y condición las que bailarán
por un futuro mejor, craso error.
Es cierto que existía un servicio médico, aunque con
frecuencia, se observaban casos de estados de fatiga que se asemejaban a un
coma, después delirios de persecución, histerias, colapsos…, que eran atendidos
in situ . Claro que si la cosa empeoraba, una ambulancia, urgencias.
y suprimidos de la competición
Únicamente podían descansar 15 minutos cada hora, tiempo que
unos lo dedicaban a dormir o asearse.
Pobres de los que caían al suelo totalmente rendidos, el
despertar no podía ser más intolerante: obligados a oler sales aromáticas o
metidos en una bañera con agua helada, o “simplemente” despertados con una
sonora bofetada. El reto era seguir bailando y resistir para no desfallecer.
Muchos consiguieron continuar en ese mundo de locos que eran
estas competiciones . Otros al no poder sujetar a sus respectivas parejas, no
consiguieron evitar que sus rodillas tocasen el suelo durante el baile, y ser
automáticamente descalificados, borrados de un plumazo sin que a los
espectadores , les importasen ni sus almas ni sus cuerpos.
El ánimo iba desapareciendo según trascurrían las horas, los
días, las semanas y los meses de concurso hasta parecer un grupo de zombies,
razón por la que acabaron siendo conocidos popularmente como “Walkathon”,
maratón de caminantes.
A parte de la comida y la asistencia médica, los
participantes debían conseguir, un
promotor local, lo que ahora se llama un patrocinador, que les ofrecería una
pequeña cantidad de dinero a cambio de publicidad para su empresa.
Para asistir como público se tenía que pagar 25 centavos. Si
el público no llenaba el recinto, o bajaba ostensiblemente o dejaba de asistir,
los organizadores trataban de encontrar algo nuevo, y a fe que lo consiguieron.
Ellos lo llamaban “acontecimientos”, era simplemente , la
eliminación de los 15 minutos de descanso, bodas o carreras.
Envueltos en una esfera de miseria y muerte, lentamente los
participantes iban perdiendo la fuerza, la nobleza y las ganas de sobrevivir.
Además, y no se cuenta, se hacían apuestas de quien o
quienes terminarían por abandonar.
Incluso una de las participantes quedó embarazada y no dijo
nada. Cuando ya no había forma humana de esconderlo, alguna señora del público
se dedicó a entregarla alimentos para que la muchacha tuviese más para comer,
al final…pierde el bebé y por supuesto el dinero.
Si una participante , perdía a su pareja, buscaba otro que
hubiese perdido la suya, o viceversa , y
vuelta a empezar.
1935 Horace McCoy(escritor) describe en su novela ¿Acaso no
matan los caballos? aquellos horripilantes escenarios, editada en dicho año.
1969 el director estadounidense Sydney Pollack adaptó la
novela a la pantalla grande, cuyo título en español fue: ¡Danzad, danzad,
malditos!
PELÍCULA
SINOPSIS Estados Unidos, en plena época de la Gran
Depresión. En medio de un ambiente de terrible miseria, gentes desesperadas, de
toda edad y condición, se apuntan a una maratón de baile con la esperanza de
ganar el premio final de 1500 dólares de plata y encontrar, al menos, un sitio
donde dormir y comer. Mientras los concursantes fuerzan los límites de su
resistencia física y psíquica, una multitud morbosa se divierte contemplando su
sufrimiento durante días. (FILMAFFINITY)
Premios 1969: Oscar: Mejor actor de reparto (Gig Young). 9
nominaciones
La historia llega a su final cuando las dos parejas de baile
que continúan danzando conocen que el premio en metálico es una engañifa porque
los organizadores descontarán del monto total el coste de la alimentación,
ropa, asistencia sanitaria y alojamiento de modo que el importe quedará
convertido en nada.
Tranquilos los que no ha visto aún esta película, no les voy
a revelar el final, aunque supongo que sospecharán que no sucederá nada bueno
ni optimista
Las reglas ya las sabemos: el triunfo se lo llevaba la
última pareja que siguiese en pie, exhausta y al borde del colapso, en medio de
un ambiente fantasmal.
También que tras las primeras horas, el resto era casino por
lo que muchos solo acudieron el primer día para no volver . ¡Y qué me dicen de
los ganadores! Qué apenas tenían resuello para articular un gracias, después de
observar a sus pálidos y demacrados competidores con cara de tristeza
Si no fuese porque el tema es verdaderamente trágico ,
marcaríamos el paso con Alaska y los Pegamoides , en su canción “ Me paso el
día bailando”
Los colapsos, problemas de cadera, magulladuras, juanetes,
caídas… y hasta depresión ,estaban a la orden del día De hecho, la ciudad de
Seattle decidió prohibir los maratones después de que una concursante, que
llevaba 19 días seguidos bailando, tratase de suicidarse tras ser descalificada
y quedar en quinto lugar.
Quizá una de la pruebas eliminatorias, más difícil de
controlar , fuese la siesta, ya que tras de estar varios días bailando,
llegaban al camastro, tan cansados, luego cuando tenían que despertarse , eran
incapaces.
El que hace las reglas, en muchas ocasiones hace la trampa,
por lo que existió, también, mucha picaresca en estos concursos, recayendo
sobre la organización la sospecha , de organizar maratones de baile , en
ciudades medianas y sin explotar, cobrar la inscripción, comenzar el concurso y
después, si te he visto ni me acuerdo, es más, sin entregar el premio
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