Año 1.500 . Doña Catalina de
Ribera, viuda de Pedro Enríquez de Quiñones, recibió la bula pontificia
concedida por el Papa Alejandro VI, en la que se le autorizaba a fundar una institución
de caridad, que estaría ubicada en la
calle Santiago, dedicada a hospital para mujeres pobres.
Tras fallecer doña Catalina, su
hijo y entonces Adelantado, Fadrique Enríquez de Ribera, decide abandonar el
sitio donde estaba construido, porque era muy exiguo y construir uno nuevo en
una explanada que había frente al arco de la Macarena.
En primer lugar el trabajo de su
construcción fue dirigido por Martín de Gaínza, quien fallece en 1.556 . Dos
años más tarde , 1558, será Hernán Ruiz quien dirija las obras. El edificio se
inaugura un año más tarde en 1559 , pero no finalizarán nunca sus obras, realizando
intervenciones a lo largo de los años.
Se harán cargo del edificio los
priores de los conventos de Santa María de las Cuevas, San Isidoro del Campo y
San Jerónimo de Buenavista, patronos de la institución. Fue el edificio de más
envergadura de la España de su época,
hasta la llegada del El Escorial
Durante casi 200 años , fue el
mayor hospital existente en toda Europa. Estaba dotado en su momento de
condiciones higiénicas excepcionales, como cloacas o abastecimiento de agua por
medio de un acueducto, contando con una capacidad de tres mil camas.
Sigue en funcionamiento destinado
a hospital , hasta febrero de 1.972, periodo en que el edificio tuvo que ser
abandonado por su deplorable estado de conservación, aunque se seguían manteniendo
algunos servicios sanitarios.
Queda abandonado (y expoliado)
durante catorce años , tras los cuales , se cede gratuitamente a la Junta de
Andalucía, que decide instalar allí el Parlamento Andaluz, que se encuentra en
la ciudad de Sevilla
En 1.986 se elaboran los primeros
proyectos de rehabilitación y en el 87 se inician las obras que concluyen en
1.992. El 28 de febrero de ese año el Parlamento de Andalucía estrenó su sede.
Este edificio, antiguamente
conocido , como el Hospital de las Cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo,
por su antigüedad. O por ser la sede del Parlamento Andaluz, lo es sin duda por
su particular fantasma: Sor Úrsula.
En 1830 , hay constancia
histórica de que existió una monja de la Caridad con ese nombre. A la que acompañaba
la fama , de tratar a los pacientes con extremada dureza y de no ser flexible ,
en lo que a las normas establecidas se refería.
Pero a Sor Úrsula, le llegó el
tiempo de irse con el Creado, falleciendo durante una epidemia de peste, de la
misma enfermedad de la que atendía a sus enfermos, que en honor la verdad, seguramente
no soltaron ni una pequeña lágrima.
Y es así , como comienza a
manifestarse , un fantasma vestido de monja , en el hospital .
Como se relata en la leyenda,
algunas noches aparecía aquel personaje , en la sala de los enfermos . Luego se
paraba ante uno de ellos, y se dedicaba a arreglarle las ropas de la cama. Y
seguía diciendo la leyenda que aquella persona moría al día siguiente.
Vamos que lo enfermos no querían
que se les apareciese Sor Ursula , ni para darles las buenas noches, que las
ropas de sus camas ya se las arreglarían ellos mismos
Las apariciones de la monja
fantasma se sucedieron durante toda la existencia del Hospital, pero con más fuerza
y constancia , en los últimos setenta años.
Se la podía ver , como una figura
mongeril muy nebulosa y con cierto brillo, acompañada de un manojo de llaves
que tintinean , una bajada de temperatura, con un “olor a hospital”, gritos de
dolor, lamentos y llantos de niños. Todas estas señales eran con las que se
aparecía habitualmente al que visitase el Hospital, y tuviese la desgracia de
toparse con ella
Testigos de las apariciones
Enfermos , y alguna que otra vez ,
le pudieron contemplar , dos a la vez en la misma habitación
Los vecinos de los edificios
colindantes , o a través de las ventanas ( como en el caso de Antonio Muñoz en
1.975, de Esperanza García en 1.980, de Carmen Cruz en 2.002),
Residentes por su trabajo en el Hospital
(como Manuel Fernández, hijo del fogonero del Hospital, que veía pasar las
camillas con los cadáveres camino del depósito sin nadie que las dirigieran),
Chatarreros que entraban a
“rebuscar” hierro en los años en que el edificio estuvo cerrado( acontecido en
1.982),
Personal de obra , ejecutor de la
remodelación del edificio (Carlos Ruiz y compañeros) e incluso políticos (tanto
Plácido Fernández Viagas, primer Presidente de la Junta de Andalucía como José
Antonio Marín Rite, ex-Presidente del Parlamento la vieron varias veces).
Claro que no podía faltar el
personal de limpieza de horario nocturno , que se vio obligado a trabajar en
grupo, pues solo no se atrevían a realizarlo solos.
Sepulcro de Doña Catalina de Ribera
Y qué decir del colectivo de
seguridad, que ofrecen testimonios como para ponernos los pelos de punta , con
todo lujo de detalles : chillidos
lastimeros de niños y mujeres, las consabidas puertas que se abren y cierran
solas, también , las súbitas bajadas de temperatura sin corrientes de aire,
piedras que no saben de donde salen y que les golpean en el cuerpo , gritos y lamentos
en habitaciones cerradas
Así que no nos vamos a extrañar
que los vigilantes que presenciaron estos fenómenos pidiesen la baja alegando motivos
psicológicos.
En la actualidad , los incidentes
continúan , aunque , gracias a Dios, se van espaciando en el tiempo .
Recogida información en:
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