Fernando
nació cerca del monasterio llamado entonces de Belfonte y hoy de Valparaíso,
entre Zamora y Salamanca, en 1199.
Alfonso VIII de Castilla. Eran
primos hermanos, pues ambos eran nietos de Alfonso VII.
Esta boda,
impuesta, como siempre para la mujer , como moneda de cambio , véase : por circunstancias políticas, seguridad de un
nuevo pacto, desagradó a los papas por
la proximidad de parentesco de los cónyuges.
En el año
1204 Inocencio III amenazó al rey de León con el entredicho eclesiástico si no
rompía su unión, a lo que ambos tuvieron que ceder.
Tras lo cual
Doña Berenguela regresó a Castilla Tal circunstancia provocó que el infante
Fernando, que había sido criado hasta la fecha junto a su madre, se tuviera que
quedar en la corte leonesa con su padre.
Fallecido el
rey Enrique de Castilla, tío suyo, hermano de su madre Doña Berenguela , al no
dejar descendencia , esta , fue declarada su sucesora al trono castellano
Acto seguido
, Doña Berenguela mandó llamar a su hijo, al que traspasó la corona de
Castilla, en una ceremonia llevada a cabo en la ciudad de Valladolid,
apoyándose en un documento sacado del archivo de la catedral de Burgos por el
que parecía ser ésta la voluntad de Alfonso VIII. Fernando por aquel entonces
tenía 18 años .
Doña
Berenguela, teniendo in mente lo ocurrido con su persona al contraer nupcias
con un primo , desechó princesas hispanas, inglesas y francesas. La que más sonaba
era una alemana, hija de Felipe de Suabia, emperador de Alemania y de su esposa
, la bizantina Irene.
La dama en
cuestión se llamaba Beatriz, quien descendía por su padre y por su madre de los
dos grandes imperios del medievo: del Sacro Imperio Germánico y del imperio
bizantino.
La boda se
celebró en la catedral de Burgos, el día de San Andrés, el 30 de noviembre del
año 1219, y de este enlace nacerían diez hijos, siete varones y tres hembras.
Don Fernando
no solo quiso ser valeroso paladín, que luchó sin tregua ni descanso contra el
Islam, sino también un excelente administrador de sus Estados y un gobernante
prudente, benigno y magnánimo, cualidades que no excluyeron nunca ni la firmeza
ni la energía.
Provisto de
un profundo celo religioso, favoreció las instituciones eclesiásticas, protegió
los monasterios y las iglesias y construyó catedrales.
No olvidó
que lo que se predica hay que vivirlo, por lo que no olvidó, práctica de las virtudes cristianas: fue
caritativo con los pobres, moderado en todos los placeres, casto y virtuoso.
Carlos III
no tenía ningún interés por los lujos ni demás ostentaciones. En treinta años
su sastre solo le hizo 10 trajes, nunca varió la talla, pese al pasar de los
años. Como curiosidad diremos que su espada llevaba el nombre de Lobera.
Es durante
su reinado, cuando se terminó de ocupar buena parte de lo que aún quedaba de
al-Ándalus: Jaén, Murcia, Córdoba y Sevilla, reduciendo el territorio musulmán
al reino nazarí de Granada, que permanecería sin conquistar hasta finales del
siglo XV.
Debido al brío
con el que siempre luchó , este le pasó factura minando de manera alarmante su salud
Aunque tuvo suficientes fuerzas para preparar una nueva expedición, esta vez en
territorio africano.
No obstante
la muerte le sorprendió en plena preparación de la campaña, el 30 de mayo del
año 1252. Fue sucedido por su hijo Alfonso X el Sabio.
Tanta fue su
fama en España y fuera de España, que la Iglesia lo elevó a los altares e el
año 1671 ,y en todas partes fue considerado como prototipo del rey cristiano,
como un San Esteban de Hungría o un San Luis de Francia.
Su fiesta se celebra el 30 de mayo.
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