Ilse Koch (de soltera Köhler), viene al mundo en 1906, en Dresde, en el seno de una
familia de clase media. Poco se sabe de su infancia.
Así que, a los 15 años, después de estudiar contabilidad,
comienza a regentar los centros nacionalsocialistas, vestida de secretaria y
poner a prueba su formación, aunque no se haría miembro oficial del partido
hasta 1932.
La belleza de Ilse Köhler encandiló
a más de un oficial de la SS.
Bella por fuera, cruel por dentro, ensoñadora en
prácticas crueles dando rienda suelta a un instinto primitivo, que ni siquiera
era conocido, por el hombre del neandertal.
Dada como era, a programar sus encuentros con
oficiales, por fin encontró su alter ego en la persona de Karl Otto Koch, un
sanguinario coronel, que regiría los destinos del campo de concentración de
Buchenwald, como primer comandante.
Corría el año 1934 y dos años después, ambos se unieron
en perfecto matrimonio, no solo de cuerpo, también de instintos y no
precisamente básicos, de esos ya sabían bastante.
En un pispas, Ilse dejaría de ser Köhler para ser Koch
y de ser una persona “rural” a ser burguesa de primera fila.
Quizá fuese el nuevo status alcanzado, quien le llevase
a una hostilidad con los prisioneros y su agrado por el sufrimiento
Tampoco se sabe el verdadero motivo que la impulsó,
hasta la obsesión por las pieles humanas (¿puede ser que considerase que la
suya propia, no era lo suficientemente bella? Aunque repentinamente comenzó a
crear en su retorcida mente la idea que la llevaría a la fama, de la cual hablaremos,
unos renglones más abajo.
Comenzó de secretaria en las oficinas del campo para
pronto participar en sus primeros escarceos sádico-monstruosos. Sin duda
aleccionada por la ‘sutileza’ de su coronel y profesor en goces de este mundo.
Después comenzaron a ocurrir una serie de
acontecimientos de lo mas macabros
De ella dijo Kurt Glass, preso y jardinero de los Koch
y testigo en los juicios de Dachau en 1947¨: Era una mujer muy hermosa de
largos y rojos cabellos, pero con la suficiente sangre fría como para disparar
a cualquier preso en cualquier momento.
Un día un grupo de soldados fueron entrando en los diversos
barracones del campo de prisioneros, ordenando a estos que se desnudasen de
cintura para arriba
Aquellos que tenían tatuajes interesantes fueron conducidos
ante ella, para escoger los que le gustaban. Ni que decir tiene, que aquellos infelices
murieron, no con por un tiro en la nuca, tras una inyección de fenol.
Y aquí llega el momento del que antes habíamos citado,
el por qué de la dichosa fama de esta asesina- hacer lámparas con las pieles de
los liquidados, para colocarlas en su vivienda También utilizaron pulgares
momificados como interruptores
A Ilse Koch, le encantaba pasearse por el campo de
prisioneros ataviada con su uniforme nazi, montada en un caballo, y azotando a
los famélicos prisioneros, haciendo menosprecio de su aspecto físico.
Otro de sus pasatiempos preferidos, era el de azuzar a
los perros para que atosigasen a las reclusas embarazadas, por el placer de
verlas gritar y correr con dificultad
La Koch, como se habrán dado cuenta, no era moco de
pavo (expresión que se dice cuando se desea enfatizar que se está tratando un
tema importante o trascendente) ya que tenía a su cargo a 22 mujeres de las SS
y a más de 500 prisioneras de confianza que colaboraban en el control de sus
rutinas.
De todos es conocido de cómo se las traía el Tercer
Reich, que puede que permitiese, los asesinatos o el sadismo en los interrogatorios,
pero no que le tomen el pelo y encima les estafen, por lo que el maridito de la
Koch, Karl Koch fue ejecutado el 5 de abril de 1945 una semana antes de que los
aliados liberaran el campo.
Mientras que Ilse Koch se libró y fue exonerada por
jerarquía. De momento. Porque en el año 1945 durante los juicios de Nuremberg,
se presentan como evidencias, dos ‘cabezas reducidas’ confiscadas en la
dirección del campo de Buchenwald, como exponente del sadismo de la doña
Ilse Koch fue condenada a cadena perpetua en el proceso
de Dachau por un tribunal americano.
Lámpara de piel humana
Tres años más tarde, su pena es conmutada por el general
Lucius D. Clay a 4 años de prisión, objetando, que existían pruebas terminantes
que no se relacionaban los objetos encontrados con su conducta enfermiza,
provocando un escándalo internacional.
Ni siquiera, se tomó por válidos, en primera instancia
en el valor de los testimonios aportados por los reclusos ni en el famoso
diario forrado con piel judía desaparecido. Nunca se encontró.
Cuatro días después del excarcelamiento, el senado
norteamericano decide abrir una nueva investigación y proceso a Ilse Koch,
condenándola a cadena perpetua en 1951.
Llegamos al 1967. Han trascurridos dieciséis años desde
que encarcelaron a la ‘Bruja de Buchewand’, quien se ha suicidado en su celda
de la cárcel bávara de Aichach, colgándose de unas sábanas anudadas. Murió como
vivió hasta entonces, sin arrepentirse sin sentir ningún remordimiento
“No hay otra salida para mí, la muerte es la única
liberación”
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