CURIOSIDADES HISTORICAS EL LISTO QUE IMPORTABA GUANTES LIBRES DE IMPUESTOS

 



 

Señor Samuel Goldfish. Quizás a ustedes el nombre de Samuel Goldfish no les diga absolutamente nada. Por una buena razón. Su verdadero nombre era Schmuel Gelbfisz, de origen judío nacido en Varsovia que emigró en busca del Sueño americano.

 

 En 1913, el presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson introdujo una brusca rebaja en los aranceles aduaneros, y el truco de Goldfish perdió sentido.

 


A comienzos del siglo XX, los guantes eran parte indispensable del atuendo de toda dama que se precie como tal. Y de muchos caballeros también, por supuesto. Después llegó la Primera Guerra Mundial y la industria guantera, así como muchas otras cosas, saltó por los aires. 

 

Así que, a finales del siglo, Estados Unidos tenía una floreciente industria guantera, amparada por sobre todo gracias a una generosa política de aranceles que impedía la competencia por parte de aquellos sebosos extranjeros que tratan de reventar la industria nacional en vez de asumir las políticas de liberalismo arancelario tan queridas por el (entonces todavía inexistente, claro) Fondo Monetario Internacional.

 

Y es que, como siempre hay negocio para los guantes importados, lo mismo como para la cerveza, si esta lleva el logo de "importado" el cliente se inclinará por comprar esa marca. Entonces el tema era encontrar el truquito de cómo introducir guantes importados a Estados Unidos haciendo malabáricos juegos para rebajar o eludir el arancel.

 

Y como siempre existe el listo, existía un vendedor llamado Samuel Goldfish, que trabajaba como agente de ventas para una empresa llamada Elit Glove Company, quien descubrió el truco. Uno que, para más inri, era perfectamente legal, si bien, aunque sea por una cuestión técnica ordinaria (eso, y que nadie le descubriera haciendo la maniobra, claro).

 

La cuestión, en sí, era, que el pago del arancel debía realizarse a la hora de retirar el producto importado. Por lo que, ése, y no otro, era el paso que se debía evadir. Afortunadamente, para él, se trataba de guantes...

 

El ardid que utilizó   el señor Goldfish, fue encargar guantes de Francia de la mejor calidad, en pedidos abundantes para la reventa. Sin embargo, a la hora de embarcarlos, los separa en dos pedidos, que serían enviados a direcciones distintas, y a dos puertos distintos. Y aquí viene lo realmente bueno.

 

El ladino de Samuel, en uno de los pedidos, había metido todos los guantes de la mano izquierda, y en el otro todos los guantes de la mano derecha.  Tras lo cual, una vez que los pedidos llegaban a los puertos... Samuel Goldfish no los retiraba. En vez de eso, se ponía a esperar, que más tarde o más temprano, los pedidos salían a remate por parte de la aduana, en calidad de mercadería no retirada.

 

 Aunque lo intentemos, no conseguiríamos imaginarnos la cara del subastador al anunciar "un hermoso centenar de guantes de la mano derecha", y empezar la puja. ¿Y quién iba a pujar por guantes de la mano derecha, si no tenía los guantes de la mano izquierda para emparejarlos...?

 

Pues... Samuel Goldfish, que sabía a ciencia cierta donde localizar sus respectivas parejas. Y al no haber puja, se adjudicaba los guantes a precio irrisorio, los emparejaba después, los revendía como guantes importados y de alta calidad a precios menores que la competencia.

 

Y como puede observarse todos los pasos del procedimiento son perfectamente legales: la verdadera ilegalidad estaba en la intención, en la totalidad de los pasos combinados para producir como resultado la defraudación del fisco.

 

 Si el IRS (la oficina de impuestos de Estados Unidos) no llegaba a enterarse, algo nada difícil, pues nos encontramos que en aquella época no se habían inventado los computadores que entrelazaban información financiera sensible, la estratagema pasaba perfectamente desapercibida.

 

Viendo que, si se descubría el montaje, toma las de Villadiego abandonando la industria guantera, y marchándose a Hollywood, siendo conocido con el último de los varios nombres que adoptó, esta vez se llamaría Samuel Goldwyn, uno de los fundadores de los Estudios Metro Goldwyn Meyer.

 


 ¡Caray con el listillo que importaba guantes libres de impuestos!

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Samuel_Goldwyn

 

https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQOi-OPw4b4PCyQytuEAskwEZZzb9MxfWxhSQ&usqp=CAU

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