AMORES QUE SI QUEDARON ... EN LA MEMORIA - DOÑA ANA Y DON CARLOS

 

Esta vez nos encontramos en la bella ciudad de Guanajuato - México

  Oficialmente Estado Libre y Soberano de Guanajuato, es uno de los treinta y un estados que junto con la Ciudad de México conforman México.

 

Su capital es la ciudad homónima y su ciudad más poblada es León. Se divide en cuarenta y seis municipios. Y es donde viven nuestros protagonistas

 

Doña Ana era una joven bella, de cabello negro y sedoso con grandes ojos negros, pero de mirada seductora, ella se encontraba al cuidado de su nana, Doña Matilde, mujer de facciones duras, pero de enorme corazón, ya que ella adoraba a su niña Ana, desde que quedo huérfana de madre.

 

El padre de Ana era un aristócrata de la sociedad colonial de Guanajuato.  Dedicado tanto a sus negocios, que nunca tenía tiempo para su hija, la cual siempre buscaba el cariño de su padre, pero era tanto el egoísmo del padre que no se dio cuenta que su hija ya no era una niña sino una bella señorita.

 

La costumbre de doña Ana, era asistir a misa a diario, cosa que doña Matilde su nana la acompañaba, pues las hacía sentir buenas cristianas, además de asistir a la catedral, que siempre lucia majestuosa con esos diseños barrocos y además escuchar sus hermosas campanas.

 

Una mañana primaveral, Ana comenzó a percibir una mirada insistente, pero por más que ella buscaba, no lograba ver a nadie.  Una mañana, cerca de la puerta de la salida un apuesto joven se colocó al lado de la pila de agua bendita, donde Ana y su nana acostumbraban a mojar el índice y el corazón de sus manos derechas antes de salir.

 

Con el mayor de los atrevimientos, el joven le ofreció con su mano el agua bendita, por lo cual la muchacha, toda timada y sonrojada, la tomo y le sonrió.

 

Así pasaron varios días, en los cuales sucedía lo mismo, la nana hacía que no veía nada y ellos los jóvenes intercambiaban miradas de amor. El joven era Don Carlos, Romeriro, hijo de una de las familias más acaudaladas de Guanajuato.  Y ahí en la iglesia, nació el romance de Carlos y Ana, bajo la vigilancia de doña Matilde, que aprobó este puro amor nacido entre los jóvenes.

 

Pero como todo se sabe, pronto se corrió el rumor sobre la nueva pareja y esto rumores llegaron a oídos del padre de Ana, quien al enterarse de lo que se hablaba de su hija, decidió encerrarla en casa para después mandarla a un convento, lejos de Guanajuato, para que se olvidara de aquel joven.

 

Los días pasaron, y Carlos esperaba pacientemente todos los días en la iglesia a su amada Ana, pero todo era en vano, ya que no volvió.

 

Finalmente, Doña Ana, decidió enviar una carta al joven Carlos, explicándole la situación.  Doña Matilde su nana, fue la encargada de tan importante misión, ataviada con su viejo mantón corrió presurosamente a la iglesia, donde encontró a Don Carlos, muy triste por la ausencia de su amada,

 

Una vez leída la misiva, su corazón se llenó de ira, pues no sabía por qué el padre de doña Ana había reaccionado de esa manera, ya que sus intenciones eran buenas.

 

Después del enojo llego la cordura para Don Carlos que ideo una forma de ver a su amada Ana, recordó que una ventana de la casa de su amada daba a un callejón muy estrecho, tanto que se podía tocar la pared de enfrente, sacando solamente la mano.

 

La casa frontal, precisamente a la altura de la recámara de Doña Ana, tenía una ventana por la cual pensó Don Carlos, si lograba introducirse a la casa, podría ver y hablarle a su amada Ana.

 

Así que compró la propiedad. Lo primero que hizo fue espiar a Matilde la nana, cuando salió a la calle por algún encargo la intercepto y le contó su plan y le pidió que se lo comunicara a Ana

A la hora señalada se abrieron los dos balcones.  Ana no pudo resistir más y le ofreció sus brazos, y lloró de felicidad en el pecho de su amado, quien, al verla en ese estado, no pudo más que levantar su hermoso rostro y ofrecerle el beso más amoroso que jamás hubiera brindado.

 

En ese instante tan tierno, se escuchó una voz tan dominante que hizo sobresaltar a los dos enamorados, ¡era el padre de Doña Ana!, quien, al presenciar tal escena, tomó a su hija del brazo y loco de ira, le clavó un puñal en el corazón.

 

Cuando don Carlos iba a cruzar el balcón y arrojarse contra el padre de su amada, la cual yacía muerta en el piso, los brazos de dos guardias lo detuvieron. Nada se volvió a saber sobre Don Carlos, mientras que el padre de Ana enloqueció, hasta que finalmente murió.

 

Las ventanas de aquellos balcones permanecieron cerradas para siempre, guardando en su interior una de las más tristes historias de amor sucedida en Guanajuato, en un México colonial.

 

PERO EXISTE OTRO FINAL

 

El pobre Carlos viéndola morir le dio un último beso en el dorso de la mano y así nació la Leyenda del Callejón del Beso. Carlos no pudiendo soportar su vida ,sin el amor de Doña Ana se suicidó tirándose desde el brocal del tiro principal de la mina de la valenciana”.

Es así como las parejas, seducidas por la Leyenda del Callejón del beso, cumplen con todas las indicaciones de los guías turísticos con el propósito de que nada salga mal.

“La tradición dice que si traen a su pareja se deben de dar un beso en el tercer escalón, si no se lo dan siete años de mala suerte y si se lo dan 15 años de buena suerte”, concluyen los guías su historia para invitar a los visitantes a besarse.

Lo más sorprendente es cómo las parejas de enamorados se involucran en el romanticismo de la leyenda que cuenta sobre el profundo amor de dos amantes vecinos, ya que a pesar de que termina en tragedia se emocionan al subir a los balcones para darse un beso.

Independientemente de que el beso puede tener significados como confianza, amor, pasión y mucho romanticismo, esta leyenda deja el mensaje de que siempre triunfa el amor por infortunado que éste sea Y este es el motivo de que este lugar se haya en uno de los más típicos de Guanajuato.

 

El mismo protagonista diferentes clases sociales:  Don Carlos, un pobre minero. Al padre de Ana no le convenía que su hija se casara con un pobre minero, sino que se casara con un rico español para juntar sus fortunas y ser felices.

Lo que no existe es la tradición de la daga. A Dios gracias

 

https://www.mexicodestinos.com/blog/leyenda-del-callejon-del-beso/

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