La cosa no tiene malicia siquiera desperdicio.
Las manías son cosas de las que no pasamos, aunque nuestra paciencia fuese de
grande como el aro del domador, por donde pasan las fieras.
Las toses, los estornudos, nos llevan por la calle
de la amargura. En mas de una ocasión, seguro les habrá pasado, estar en una
sala escuchando una conferencia ó asistiendo a un concierto, o en la iglesia
asistiendo a un funeral, ¡cuando de repente!, y sin avisar, comienza la tos
latosa, o el estornudo salvaje
Nos tenemos que levantar más rojos que el
semáforo cuando nos niega el paso. No hacemos nada más que salir del patio de
butacas, o de la iglesia...y la tos y su acompañante, desaparecen como por arte
de birli-biloque. Volvemos a entrar, pero esta vez, ya que hemos cogido
experiencia, por si las moscas, nos quedamos en la ultima fila. Y la tos y el
estornudo, como si fuesen dos novios peleándose atacan de nuevo.
Todo el mundo se nos queda mirando, poniendo
esa cara que solo la sabe poner el jefe cuando vamos a pedirle aumento de
sueldo. ¡Otra vez fuera!, y nos decimos muy serios, una vez y no más, no vuelvo
a entrar así se me quite la tos.
Al llegar a la salida, la tos y el estornudo
se han marchado juntos de paseo, nosotros con la mosca detrás de la oreja nos
preguntamos, ¿lo estarán haciendo a propósito?
Cuando comemos, bien en casa ó fuera de ella,
suelen ocurrir pequeños accidentes, de los cuales nos gustaría estar lejos.
Pero el destino es así de aprovechado, y mirando con ojo de buen cubero,
reparte sus gracias.
Nos invitan a un aniversario, sea el que sea,
nos sentamos a la mesa en el sitio que mas nos gusta, por ejemplo al lado de
una vieja amiga o amigo, y viene el anfitrión y nos cambia de lugar, con el
consabido complejo de haber metido la pata...hasta el zancarrón. Acto seguido
nos damos cuenta de que nos han colocado al lado de fulanita o de menganita, a
las cuales no podemos ver ni en pintura. Menuda comida, aunque así coma jamón
de pata negra, o langosta a la americana Por lo que deseo estar en mi casa
comiendo...dos huevos fritos con chorizo aunque el colesterol me achuche.
Mas la cosa no queda ahí, se nos cae el
tenedor y nos lo cambian por otro..."Es que soy mas torpe".El
cuchillo que no corta, y sin embargo tiene filo, la culpa la tiene la carne.
Nos acordamos de la vaca o del buey que debieron estar paciendo de la misma
manera que nosotros al levantarnos un lunes por la mañana.
En fin, a estas cosas se les pueden llamar
minucias sin importancia (según se mire claro), ya que existen otras manías que
sí que pueden llegar a ser un tantito desagradables.
Esa manía de comer haciendo ruido, que
cualquiera de ustedes pueden observar en casa o restaurante.
Lo cierto, es que no es plato de gusto que
cerca de ti, un comensal se crea el AVE y la sopa los raíles. ¡Ala! por lo
menos va a 300
kilómetros a la hora. Vámonos un poco más lejos, más que
un tren parece una riada que está próxima a envolvernos en sus poderosas aguas,
o un ciclón que impasible destroza nuestros tímpanos...terminando con el
estomago revuelto...y vuelto.
Alguien me preguntó el porqué de colocar los
cubiertos por orden, no solo en un restaurante, también en casa. - Bueno se
colocan por el orden en el que vamos a comer los alimentos-, le contesté. Y
ella dijo con firmeza.- Pues en este caso como en muchas operaciones aritméticas,
el orden del producto no altera la suma del mismo-. No supe que decir
Conocemos y sabemos que la cuchara es para los
caldos, el tenedor para pinchar, el cuchillo para cortar, aunque existe gente que
los caldos los absorben desde el plato, los garbanzos y los macarrones los
cogen con el tenedor. O se llevan a la boca la clara del huevo frito con el
cuchillo y la yema con la cuchara.
En fin que contra "manías", por
mucho que se diga y se discuta, no se ha inventado aun...el
"QUITAMANIAS".