Hace unos meses un grupo de buceadores halló entre los restos
de un barco hundido en el mar Báltico una treintena de botellas de champán del
siglo XVIII. Para sorpresa de todos, los caldos tenían un sabor
"fantástico" que incluso había desarrollado "trazas de madera y
tabaco", según los enólogos que los cataron. Ésta y otras experiencias
puntuales en restaurantes chilenos, gallegos y catalanes han inspirado a la
empresa bilbaína Bajoelagua Factory para desarrollar un laboratorio submarino
de envejecimiento de bebidas en Plentzia.
Quien le iba a decir a Murillo Viteri que
sus uvas , recogidas en la localidad de Cenicero , Rioja ,reposarían una vez
transformadas en vino , no en barricas , ni al abrigo de las bodegas , sino mecidas por el oleaje del mar que baña la ciudad vizcaína de
Plentzia y que no es otro que el Cantábrico.
Sin embargo
las botellas no duermen solas, pues les acompañan en sus sueños pequeñas
piezas de arcilla (protegidas para evitar que los aromas marinos se adentren en
ellas). Se tiene en mente, en breve, sumergir réplicas de ánforas vinarias,
reproducción de antiguos modelos fenicios
y romanos.
Este prologo no es otro que continuar
hablando que a 14 metros de profundidad con 3.2000 botellas de vino y 250 ánforas
llenas de ricos caldos, se encuentra el
primer laboratorio de envejecimiento de bebidas del mundo.
Las botellas están encerradas en jaulas con gruesos candados de acero inoxidable para evitar que sean
robadas por intrusos y rateros, cada
botella de Robinson Crusoe Treasure, es el nombre de la firma, sale al mercado con un precio de 125 euros. Cada una de estas
botellas lleva un lacre negro de apariencia antigua , para proteger los
corchos, mientras las algas las acarician, mientras otros seres marinos como
las nécoras, mojarras , lenguados, sepias , rodaballos y quisquillas , nadan a
su alrededor preguntándose que clase de pecio es aquel de aspecto tan raro .
Cada bloque lleva su etiqueta de identidad,
todas ellas con el nombre de una especie del Cantábrico, y también
banderas, que serán la identidad de sus
posibles catadores.
Cada bajada de botellas casi exige un ceremonial,
un notario que da fe de la descarga, y de Sanidad que inspecciona el proceso.
En las baldas hay unas cuantas botellas del
tesoro de Crusoe, copas de cata, una campana de bronce, una barrica de roble
hecha con las madera de los montes Apalaches, de Murillo Viteri, quien elige
las mejores uvas de sus mejores viñedos para conseguir este delicado vino, encargado a tal extenso sumiller-el
mar- la luz que necesita, las mareares que le envuelven y el fondo que precisa
para llegar a madurar.
Una idea, que puede llegar a ser factible, llegar
a Plentzia, bucear y sacar su propia botella o ánfora, idea para sibaritas
El responsable de la
firma, Borja Saratxo, destacó que ya «nos han pedido 500 botellas de China, 200
de Rusia y un centenar del País Vasco», tanto por parte de instituciones como
por particulares.
Al ser un producto que necesita su tiempo para el
envejecimiento, no será envía de inmediato.
Según la empresa Bajoelagua Factory, cada cliente recibirá un
certificado de autenticidad y titularidad de la botella, acompañado de unas
claves para “su seguimiento por Internet“, e inmersiones para comprobar la
evolución del arrecife artificial que ha
surgido en torno a los módulos de envejecimiento de las bebidas...
Recogida información en El País y el Correo
edición Vizcaya