Lo singular es encontrar en cualquier
pueblo de España, una corrida de toros
en la que el coso taurino, esté cercado de carros de los utilizados para llevar
hierba, heno, o boniatos, tirados por bueyes o por equinos. También lo es,
sobre todo para los más jóvenes, si vives en la zona de Indauntxu – céntrico
barrio bilbaíno, enterarte que existió, hace años, una plaza de toros.
Una plaza construida por el arquitecto
Leonardo Rucabado, cuyo propietario era un prestigioso ganadero, José Echevarria,
Marqués de Villagodio.
La susodicha plaza, tenía una capacidad
para ocho mil personas, se hallaba entre
las calles Alameda de Urquijo, Gregorio de la Revilla y Licenciado Poza. Se
inauguró un 15 de agosto de 1909, y como es bastante usual, después de una
suspensión por la lluvia, y lo digo porque rara es la semana grande bilbaína,
la Hazte Nagüilla, que no llueva, incluso la riada que llenó de luto a Bilbao,
fue un 26 de agosto de 1983 en plenas
fiestas, llevándose por delante a 34 personas y cinco de las que nunca se supo.
Pérdidas materiales que superaron los
60.000 millones de pesetas, solo en la capital. La industrias vizcaína acabó
fuertemente dañada, miles de personas perdieron sus hogares, sus vehículos, sus
negocios y sus trabajos
Dos
meses después de ser inaugurada, octubre
1909, se presenta en la plaza de toros, el creador del torero bufo- Lucio Vicario”Botines”,
quien despachó una vaca ante el regocijo de los allí
Hablaremos
ahora, de lo que acontecía dos días antes a la celebración de una corrida de
toros. El viernes ya se paseaban los toreros por Bilbao, y en las calles de la
Amistad y Ripa, en las fondas de huéspedes, se hospedaban las cuadrillas de los
toreros que actuarían en el festejo. Existió en la calle Sierra (hoy la calle
Buenos Aires) una fonda con gran renombre, la de Ajuria, donde la mayoría de
sus asiduos clientes eran toreros o trajinantes de ganado. Además esta fonda,
tenía a gala tener, los cascabeleros troncos de caballos de sus cuadras, que se
uncían a los rutilantes coches que le llevaban hasta la plaza de Vista Alegre
Llegado el domingo, la gente se acercaba a las inmediaciones de la plaza, no solo para asistir al festejo, sino también para ver a los monosabios con los caballos de pica, los picadores a la puerta, y un poco más tarde , los coches de los toreros.
Llegado el domingo, la gente se acercaba a las inmediaciones de la plaza, no solo para asistir al festejo, sino también para ver a los monosabios con los caballos de pica, los picadores a la puerta, y un poco más tarde , los coches de los toreros.
DOS
TOREROS FAMOSOS DE LA ÉPOCA
COCHERITO
DE BILBAO
Cocherito
de Bilbao, que nace en la Calle el Cristo, próxima al Ayuntamiento bilbaíno.
Cuando llega a ser el primero, y tanto la crítica como los aficionados le
consideran que es el más capacitado para pasar a torero, el novillero
decide continuar hasta conseguir
doctorarse.
A
lo largo de su carrera taurina (1897-1919), entre su etapa de novillero y luego
matador de toros, actuó en 616 festejos taurinos y pasaportó un total de 1.668
astados.
Cuando
en 1949 Cocherito contaba 43 años, tras 15 temporadas como matador de toro, habiendo
compartido cartel con muchos de sus compañeros de profesión, asiste a la
llegada de una nueva forma de torear, la de Joselito y Belmonte, tan opuesta a
la que él siempre la vivido y utilizado, por lo que hace pensar, que ha llegado
el momento de alejarse de los ruedos, y dejar paso a las nuevas generaciones,
reduciendo su despedida a dos única corridas,
las de Madrid y Bilbao. Era tal la fama de este torero, que para la de Madrid,
se organiza un tren que condujo varios centenares de aficionados bilbaínos.
La
ganadería era la de Salas, y los diestros Cocherito, Salas y Belmonte quienes después asistir al éxito
obtenido por su compañero de lidia, se fundieron con él en un abrazo.
El
Bilbao, donde se despediría definitivamente de su público, entre los
asistentes, se encontraban el rey Alfonso XIII, y su séquito, ya que el monarca
pasaba unos días en Las Arenas, Vizcaya
LAGARTIJO
Rafael
Molina- Lagartijo .Nace en Córdoba el 27 de noviembre de 1841. Se dice que de
casta le viene al galgo, y es que Rafael Molina
era hijos del banderillero Manuel Molina apodado el Niño de Dios, y
sobrino del matador de toros “El Poleo”. Con eso antecedente es imposible que
el pequeño Rafael, no encuentre en el ambiente familiar, su afición por los
toros.
1861
Debuta en Córdoba como banderillero, formando parte al año siguiente de las cuadrillas de los
hermanos Carmona, José, Manuel y Antonio “El
Gordito”, que será quien le de la alternativa el 29-9-1865, en la plaza
de Úbeda. Y el 15 de octubre, la confirma en Madrid. Aquel año, crecido por el
éxito logrado, entabla rivalidad con el veterano matador de toros Curro
Cúchares, a quien consigue ganar en una corrida taurina contra los astados de Miura. Aunque el verdadero
rival de Rafael Molina fue “Frascuelo”.
De
todos era conocida la rivalidad entre ambos toreros que llegó hasta el límite de ser amonestados
por la autoridad competente, durante el
trascurso de un festejo taurino, porque empecinados ambos diestros en demostrar
quien era mejor de los dos, haciendo el mejor pase o el más llamativo, ambos habían agotado todo su repertorio en lances
temerarios, finalmente agotados,
quedaron tendidos los dos en la arena y cerca del astado. Pero gracias a Dios
la sangre no llega al río, y ambos diestros dejaron su rivalidad para los
ruedos, y en ellos continuaron dejándose la piel, sobre todo en los tercios de
banderilla, llegando hasta recurrir a
las mayores extravagancias que uno, pueda llegar imaginar dentro de los ruedos,
entre ellas la forma de poner banderillas por parte de Lagartijo, sacaba una silla,
se sentaba en ella y citaba al toro con un palitroque en la mano.
Existía
una tercera figura que destacaba en el mundo del toreo, y que podía hacerles sombra,
se trataba del el “Tato”, aunque debido a una desgraciada cogida, que le costó
la pierna, ambos fueron los dos grandes califas
del toreo en la segunda mitad del siglo XIX.
Tanto
Lagartijo como Frascuelo, torearon juntos, en muchas tardes de gloria, a no olvidar la temporada de
Lagartijo de 1871 en la que pisó la arena madrileña en veintitrés ocasiones
distintas.
1878
Rafael Molina comienza a dar muestras de
una peligrosa relajación, pero hasta
entonces, nadie como él, había gozado de
tantos y tan fieles seguidores.
Frascuelo
se retiró de los ruedos en 1889, Y EL 8 de Marzo de 1898 fallece en Madrid a
consecuencia de una pulmonía
Rafael
Molina se cortó la coleta retirándose a
su Córdoba natal donde falleció el 1 de agosto de 1900
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