HISTORIA DEL CHICLE
Existen muchas personas que se muerden las uñas, ¿actos
irreflexivos? Desde andar hablando solo por la calle, hasta roer un lapicero o
una bolsa de plástico, a eso le llaman un acto irreflexivo.
Existe un producto al que, sobre todo la gente joven, dan vueltas
y más vueltas dentro se sus bocas. Y del que no nos planteamos su origen, ni el
por qué. ¿De quien se trata? Pues únicamente tenemos que mirar las aceras como
están… se trata del chicle.
No hace muchos años. Allá por el año 1848, un tal John Curtis,
consiguió preparar en la cocina de su casa, un masticable. A base de resina de
abeto con sabor a vainilla, Aunque claro, no pensó en que el rápido desarrollo
de la industria del papel acabase con los abetos… y el preparado de Curtis.
Pero este no se acobardó, pues utilizó para su nuevo producto, de
base, un aceite de parafina. Lo envolvió en papel de color estridente,
vendiéndolo como un producto que proporcionaba bienestar, relax, sensación de
alivio y un sin fin de cosas más.
Aquel eslogan terminó con la llegada de Thomas Adams, que se
encontró, seguro como todos los descubrimientos… o sea sin querer, con un árbol
al que los indígenas aztecas llamaban chicli, en botánica Zapote o Sapotilla. O
el Sapote en terminología botánica.
Cuando regresó a su casa con las pruebas, se cuenta que
encontrándose en una farmacia, escuchó al boticario quejarse de lo mal que
estaba el preparado de Curtis, y recordó cómo disfrutaban los indios mascando
la raíz del Chicozapote. Así que viajó hasta los bosques del Yucatán mexicano y
del Belice hondureño.
Su chicle de la resina del Sapote hizo furor en todos los
mercados.
Tuvieron que pasar años, hasta que los combatientes de las Segunda
Guerra Mundial, enseñasen a los niños españoles, de aquellos años, lo que era
el chicle.
En aquellos años el coste de la pastilla de chicle era de ¡50
céntimos!
Fue la Tops-
Tarda , fue la primera empresa en España quien colocó su
chicle en las tiendas de chucherías. Aunque para desánimo o ignorancia de los
pequeños y mayores, con aquel chicle no se podía hacer globos, siendo el sabor
único.
El Sr.Willian J. White fue quien añadió el sabor a menta. Y en los
albores del siglo XX, el sabor a fresa, con que el que presumiblemente se
consiguió hacer globos.
LOS SABORES… en África se lleva el sabor a azmicle. En Extremo
Oriente el de crisantemo o lila. Y en EE.UU. el de canela y Uva. Por ultimo en
España el de fresa es el que más mola.
Existen infinidad de formas para saborear el chicle: como
caramelos cuando se derrite el azúcar – Grageas – En barras – En bolas
Sabores, amén a los que nos hemos referido. Anís, mora y plátano.
Incluso en la industria farmacéutica, se utiliza la base que
chicle para elaborar preparados contra el mareo, el mal sabor de boca y contra
las caries.
¿Cual es la fórmula de este fenómeno? Pues debemos decir que
permanece guardada a cal y canto, por lo que intentaremos enumerar, los
ingredientes que se conocen:
20% de base ( Goma )- 70% azúcar molida-20% jarabe (glucosa). O, 5%
de glicerina y un 0,1% de aroma
DETALLES CURIOSOS
Los griegos la masticaban la resina. Los mayas goma. Los asiáticos
las raíces de buyo. Los pueblos tropicales e Gin Gens o las nueces de cola. Los
esquimales, por no tener, no tenían raíz alguna, por lo que habían descubierto
que los cartílagos de las focas, o la piel de los cachalotes y ballenas, les
servían lo mismo.
Si le quitas al chicle de hoy – Aromas-Los plastificantes y
edulcorantes, tan solo queda la pasta, masticable que llevaban los soldados de
Alejandro en sus guerras contra los persas. Y la misma que mil años después,
pasearían por todos los frentes de la Segunda Guerra Mundial los americanos.
La psicología intenta explicar este fenómeno, para cual hemos de
remontarnos a la s dependencias orales del albor del individuo. A la tibia y
gratificante leche materna. Al instinto de succión con el que se nace, y
gracias al cual el bebé sobrevive. Y siempre y en cada momento en el que
distraídamente el ser humano mordisquea un lápiz o se muerde las uñas.
Muy interesante