Madrid, como otras tantas grades capitales
europeas, siempre se ha inclinado por la cultura.
Museos. Salas de Exposiciones. Iglesias.
Catedral y Teatros, en estos últimos nos vamos a quedar, bueno en todos, no, en
uno muy especial.
EL TEATRO NOVEDADES
Se construye en el año 1849, cuando Isabel
II, ocupaba el trono de España, y que, en alguna época, fue regia espectadora
de este local- Me encanta el contacto con el pueblo- llegó a expresar su
majestad.
El Novedades tenía su ubicación en la calle
de Toledo, que pertenece al barrio de la Latina (de 5 páginas Web, 2 ubicaban a
dicho teatro en la Latina, así que, como ganaban por mayoría, los que allí lo
situaban, ahí lo hemos dejado, tal cual). Antes, en ese solar, había existido
un cuartel de caballería, ahora las ruinas asolaban al primitivo dueño del
terreno.
En el año 1856, ya reformado, se transforma
en el circo Olímpico en 1856.
Hecha la correspondiente limpieza, se pasa
a construir lo que sería el Teatro Novedades, cuya inauguración es el 13 de
septiembre de 1857. No
creo que la fecha ya pusiese su granito de arena, en lo que después aconteció,
pues aquel día era martes, y el edificio estaba construido íntegramente de
madera, en fin, prosigamos.
Se pavoneaba, de tener el patio de butacas,
de los más grandes de la capital, de tener el anfiteatro, en la planta de la
entrada general. Esta se prolongaba a ambos lados, por un pasillo, elevado,
quien cubría los palcos, y en el que existían filas de asientos perpendiculares
a la pared del escenario.
A la sala se podía acceder, por tres
entradas: Vestíbulo, que era una especie de túnel, que a su vez se comunica con
el bar. Existía otro vestíbulo, esta vez lateral, que estaba separado por una
verja, del que arrancaba una estrecha escalera, quien comunicaba con un pasillo
circular, y que permitía a su vez, tres entradas a esta sala, dos de las cuales
eran laterales.
Por último, existía otra entrada, aunque
esta llevaba al escenario, a los fosos que ocupaban la orquesta y los camerinos.
Miembros de la realeza, de la alta sociedad
madrileña, aunque mucho más, de las clases populares, hicieron de este teatro,
su punto de encuentro, en su primera época.
Nombres como los de Rafael Calvo y Antonio
Vico, actores que sentaron cátedra.
Seguramente que, si podría, ahora volver el
Teatro Novedades, lo haría envuelto en un entrañable recuerdo, y nos hablaría
de más de una situación un tanto esperpéntica, como las que citan Díaz de
Escobar y Lasso de la Vega, en un libro que lleva por título “Historia del
Teatro Español”- 1860 en el Teatro Novedades, se representa el drama
“Candelas”, obra que fue suspendida por la autoridad competente, cuando iban
por la tercera programación, debido a que el público se identificaba con el
famoso madrileño bandolero, y temían que el populacho se echasen “ a la sierra”
; así que fue sustituida por “ El alcalde Toreador”, una de las llamadas obras
bufas. En esta obra saltaba al escenario un novillo, que gracias a Dios estaba
atado, bueno, eso debía de estar, hasta que el novillo logra romper la cuerda,
y se presenta para pedir puesto entre la orquesta, con el consiguiente susto de
los profesores, que tenían la chaqueta en la mano, por si, llegado el caso, les
sirviera como salvación., Eso en el foso de la orquesta, porque los del patio
de butacas, organizaron una desbanda general que fue vista, y no vista.
Dicen que nunca segundas partes no fueron
buenas, y este es el caso de este citado teatro: cambiar obras de teatro, al
que estaba tan acostumbrado el personal, por el llamado “género chico”, hizo
que su fama se vendría abajo. Cuando quisieron volver a lo de antes, ni
siquiera los personajes de Carlos Arniches, con sus idas y venidas, sus
enredos, y su humor, lo consiguieron.
A la mitad de este artículo, hemos citado
que el Novedades, estaba construido totalmente con madera, por lo que no reunía
suficientes condiciones de seguridad, por lo que, la prensa de la época, pedía
a gritos su reforma, y máxime, después de sufrir dos conatos de incendio, anteriores
al que le hizo desaparecer. Es más, durante once días, el teatro cerró por
orden del Ayuntamiento, para que se renovara la instalación eléctrica, corría
el año 1906. Veinte y dos años más tarde, la tragedia espera su turno.
Domingo 23 de septiembre de 1928. El aforo
del teatro está a rebosar, aquella tarde, “La mejor del puerto” sainete
sevillano, de Luis F. de Sevilla y Anselmo C. Carreño y música del maestro
Francisco Alonso, va por el entrecuarto, del segundo y último acto. Un
espectador mira su reloj de bolsillo “las 9 menos cinco de la noche”.
En la escena, aparece la cubierta de una
goleta, que se supone que está anclada en el río Guadalquivir. En el decorado
se puede ver el Barrio de Triana de Sevilla, donde se celebraba una fiesta que
necesita de todos los actores del reparto.
Todo parece normal hasta que el jefe de los
tramoyistas, observa con asombro como la decoración, estaba ardiendo, tarde
para darse cuenta… las llamas habían saltado al techo del escenario. El fuego alcanzó
el telón. Aquello fue el detonante para salir corriendo de la sala.
Nadie pensó que la corriente y el tiro que
fue creándose al abrir puertas y ventanas, por detrás del escenario, podría
avivar el fuego.
Ver a gente como se descolgaban de los
palcos y desde el anfiteatro, hacia el patio de butacas deslizándose por las
columnas, resultó dantesco, arriesgándose a caer sobre la gente o contra las
butacas, provocándose, heridas de gravedad.
El fuego buscaba salida por donde fuese,
topándose con las butacas que ardieron a su paso, lo mismo les ocurrió a las
vigas, al suelo, al techo que comenzó a desmoronarse para terminar por venirse
abajo.
MAS FALLECIDOS POR INTENTAR HUIR QUE POR EL
FUEGO
Sé que pedir mantener la calma cuando ve que
el fuego, avanza
en nuestra dirección … es imposible. No obstante, el pánico puede ser la
primera causa de muchas muertes, no solo en teatros, también en cines,
discotecas y en muchas clases de espectáculos, y esto en lo que también en este
suceso ocurrió.
Los primeros el salir fueron los
espectadores que ocupaban los asientos más altos, taponando la salida a los que
se encontraban en el patio de butacas.
Las personas que tardaron más en
reaccionar, y fueron demorando la salida, el monóxido de carbono le hacía caer
al suelo.
Los rezagados en la huida caían al suelo a
consecuencia del monóxido de carbono.
Cuando se pudo acceder al teatro, multitud
de cadáveres, estaban agrupados en una escalera. El origen de tal incidente,
según un testigo presencial, fue motivado por la caída fortuita de una persona
que para andar necesitaba de una muleta, que fue a parar al suelo, quedándose
atravesada en la escalera y provocando la múltiple caída a todos los que iban
llegando tras él, y con ello, su posterior muerte
Los primeros que pudieron salir por la
puerta trasera fueron los actores, salvándose todos.
En una de las puertas de salida se
encontraba un ángel de la guarda, con uniforme de acomodador del teatro.
Gracias a su serenidad, muchas personas lograron salvar sus vidas.
A los bomberos, aún les quedaba trabajo
para rato, pues tras ver como el fuego había consumido el Novedades, debían
controlar las casas colindantes pues el fuego iba hacia ellas para quedar
arrasadas en pocos minutos.
Ni
policía, ni bomberos, se explicaban como los vecinos pudieron salvar sus vidas.
A la una de la madrugada del 24 de septiembre,
se consigue extinguir el incendio.
Fotografía aparecida en una revista de la época
Fotografía aparecida en una revista de la época
Ochenta muertos (entre ellos algunos toreros)
y 200 heridos. Quien iba a decir, que aquella tarde noche, que había comenzado
con alegría, acabase en tragedia.
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