Nadie pone en duda que el País Vasco ,
es un país de montañas y montes, entre ellos el macizo de Itxina, que está
ubicado dentro del maravilloso Parque Natural del Gorbeia .
Este macizo es de formación kárstica , un fenómeno geológico , que está muy presente en muchas de sus montañas.
A través de millones de años , y como
consecuencia de la filtración del agua de la lluvia, se ha ido disolviendo la
roca, que por mucho que fuese dura y sólida , se vuelve soluble según pasa el
tiempo. Lo que provoca unas hendiduras cada vez más profundas.El agua busca
lugares por donde pasar , y en este caso, se desliza por surcos ya hechos en
erosiones anteriores , que van a favor de la gravedad, y aquellos que no
presentan un camino intransitables y de mayor solubilidad, hasta conseguir que
un macizo montañoso se agriete, haciendo que los más antiguos, aparezcan como
cuevas , por las que ya no circula el agua , ya que esta lo hace en los
sustratos más profundos.
El macizo de Itxina tiene 571 ha . Si tenemos la suerte
de poder verlo desde el aire, se puede apreciar su creta, que es como aparece
una meseta rocosa, que se alza del
entorno , con los bordes en froma de cresta, la cual parece
estar protegiendo el interior cóncavo.
Es fácil encontrar en este entorno
pastores y leñadores, pero tenemos que tener en cuenta, que no es recomendable
internarse, si no es con alguien que conozca bien la zona, pues al no tener
caminos y rasgos que nos hagan reconocer en donde estamos o adonde podemos
dirigirnos , es peligroso , y más si la niebla comienza surgir.
Estos paraje dan lugar para concebir
los más extraños personajes, seres míticos , genios , brujas y demás personajes
de leyendas.
Aunque , por desgracia , y digo por
desgracia, pues a más de uno le gustaría encontrarme con uno de estos seres,
dicen que los únicos habitantes , de los que se ha tenido constancia ,
CIENTÍFICA” , son los quirópteros , para los entendidos , y para los profanos …
los murciélagos.
Esta leyenda pertenece al macizo de
Itxina . Cuentan que no solo en las grutas abiertas por el agua de la lluvia,
vivían brujas, o alimañas. También era la guarida del famoso ladrón de
Otsabide, y el lugar donde este ladrón, guardaba el fruto de sus rapiñas,
llegando a poseer una inmensa fortuna, que no le evitó ser atrapado en Francia,
y llevado escoltado y esposado hasta una horrenda prisión en París.
Los compañeros que estaban con él en
la celda , conocían sus andanzas y los robos efectuados en mansiones, y casas
de labriegos con mucho dinero.
Nuestro ladrón no soltaba prenda
cuando sus compañeros le preguntaban en que lugar donde estaba la cueva que le
servía de morada . Y así hasta que un buen día enfermó, y en su agonía hablaba
y hablaba de su tesoro, de sus joyas y del dinero que en ella guardaba. En su ultimo
suspiro dijo un nombre Ixtia, Itxia , después expiró.
Sus compañeros que estaban a su lado
en aquellos momentos, se miraron los unos a los otros, e intentaron indagar ,
sin levantar sospechar de quien era aquel nombre …Itxia…Itxia..
Desesperados por no saber quien era la
persona o el pueblo que se escondía debajo de aquel nombre.
Una noche , en la que ninguno podía
dormir, escucharon en la celda de al lado un lamento.
-¡ Itxia.Itxia!.¡Cómo te echo de
menos!.-
-¿ A qué esperamos?.-Dijo uno de
aquellos malandrines.
- No podemos preguntarle así tan
directamente .¿ Y si se trata de su esposa, o de su hija, o tal vez de su madre .Quizá lo puede tomar a mal . No .
Mejor será esperar.-
Con el tiempo, consiguieron hacerse
amigo de aquel hombre , que antes de dedicarse a afanar cosas, cuidaba ovejas.
Fue sin querer que aquel nombre
saliese en una conversación .- A vosotros no sé lo que os pasa cuando recodáis
vuestro país,- dijo aquello porque ninguno de aquellos mangarrianes eran franceses.
-
Yo no puedo olvidar a mi familia, los amigos, las ovejas que
cuidaba y los prados donde pastaban. Y la montaña que cada día me saludaba,
Itxia,Itxia-.Los ladrones se miraron con disimulo. ¡ Por fin sabían quien era
Itxia!.
Cuando cumplieron las condenas que se
les había impuesto, viajaron hasta encontrarse a los pies de la montaña. Pero
cuando llegaron un espeluznante toro salió a su encuentro, echando fuego por la
boca, impidiéndoles pasar.
Meses más tarde regresaron otra vez
todos, en una bolsa traían los huesos de su antiguo compañero, el ladrón
de Otsabide, y los enterraron junto a la
puerta. A partir de ese momento, el toro no volvió a aparecer nunca, y de este
modo , los ladrones pudieron recoger el dinero, y darse una vida de hombres
ricos y con buena fama, pues parece ser que el dinero todo lo puede hasta
crearse una nueva identidad
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