Cerrados los ojos , el Cristo de la
Buena muerte
camina la empedrada
calle, sabiendo lo que
sucede .
En las aceras, sus fieles amigos, asisten mudos ,
viendo como por sus heridas cae la sangre.
Al llegar al Gólgota , le
clavan en el madero.
Y allí desde el
madero, contemplando a la masa,
acepta su destino sin murmurar ni siquiera una palabra.
Pocas veces su boca se abre ,de esas pocas veces se le
escucha decir –“Madre aquí tienes a tu
hijo. Hijo aquí tienes a tu madre-.
Desde el madero el Cristo de la Buena suerte grita con estertores de muerte “
Heli . Heli. Lama sabact ta ni “- “Padre en tus manos encomiendo mi
espíritu”-. .
Y allí , solo con los suyos , que el amaron hasta el final,
descansa sobre el madero , mudo, en silencio sin desear a nadie mal
De chione india Dafne