Entre
los que me encuentro yo. Nunca me ha gustado jugar ni en casinos ni en bingos,
pero no por eso , digo que los demás no lo hagan , pero con la conciencia de
que una cosa es jugar por pasar el rato , y otra perder amigos, familia y trabajo terminando por convertirse en un ludópata
Un
desconocido inglés de nombre Charles Wells, apareció por Montecarlo allá en el año 1891.
Me
supongo que descasaría en alguno de los hoteles que en aquel tiempo existían,
quizá estuvo poco tiempo en su habitación . En fin que de esos detalles ,
yo… no puedo informarles.
Pero
si puedo decirles que se presentó en el Casino de Montecarlo, veintitrés años
después de su construcción( 1863). Este casino alberga también la Opera de Montecarlo.
El
bueno de Charles Wells llevaba en un
bolsillo, no se indica si del pantalón , o en la chaqueta, cierta
cantidad de dinero, conseguido por medios nada ortodoxos (estafando a unos inversores 4.000 .libras) ,
disponiéndose a sacar lo máximo que un casino se podía ganar.
Se sentó y miró a sus
contrincantes, sus caras no le decían
nada . Después empezó a doblarlas 4.000 libras , y doblar y doblar… ganó 23 de 30 tiradas y se fue. Todo el mundo , o parte de ese mundo creyó o pensó, que nuestro flemático
inglés tenía un sistema que le hizo saltar la banca.
Creo que este hombre después
de hacer con el dinero ganado , lo que le vino en gana, se dijo así mismo .- Es hora de
regresar a Montecarlo-.
Su regreso constituyó un gran éxito, pues volvió a ganar otro millón
de francos.
Volvió a marcharse y a regresar otra vez, pero en esta ocasión la
suerte le dio la espalda, terminó arruinado, a la vez que encarcelado por
estafa