Esta fábula , está
dirigida a todos los que , como sacamuelas, les gusta hablar, y hablar y hablar
, y como tales… nada interesante expresan
Se
encontraba el rey de la selva apagando
su sed en un riachuelo, con el calor que hacía, no era de extrañar . Cuando de
la espesura donde los rayos del sol , no penetraban, salió un fuerte ruido sin
saber a quién se debía
-
Sin
duda alguna, tiene que pertenecer a algún rinoceronte, hipopótamo o elefante-.
Pero
nuestro rey de la selva, estaba muy lejos de imaginarse, que simplemente de
trataba de una rana gritona , que deseaba pasar desapercibida, por lo que
croaba muy alto, para llamar la atención de los que por allí pasaban, o estaban
un poco lejos.
Después
de saciar su sed, el león, permaneció quieto y en silencio esperando descubrir
al causante de semejante clamor . No tardó en escuchar , de nuevo , aquel
sonido. Cual sería su sorpresa, al observar , que desde el pantano, inflada de
puro orgullo , aparecía una rana para cerciorarse , de que su “ canto” había
sido escuchado
-
¡Lo
que me faltaba por ver!. Creo que merece un buen escarmiento-.
Acercándose
al batracio , de un zarpazo lo aplastó - ¡Tú tan pequeña que eres, y vienes
aquí lanzando semejantes gritos!-.