Existía en un pueblo , cuyo nombre no me acuerdo, un perro que
sin razón, mordía a todo el mundo
que pasaba cerca de la casa de su amo, o se acercaba para acariciarle.
Fueron tantas quejas las que el amo recibió, que para evitar
males mayores, colocó alrededor del grueso cuello del animal, unas campanillas
, como aviso de que el perro andaba
cerca.
Muy ufano , el can se acercó a beber agua a la fuente del pueblo
mientras alardeaba del sonido que producían sus campanillas.
En un rincón de desvencijada casa, una perra muy vieja le
observaba.- ¿ No sé de que presumes amigo?. Pues la campanillas no las llevas
para que todo el mundo sepa de tus virtudes, más bien para advertir a las
personas, esa maldad tuya que llevas oculta-.
La moraleja de esta fábula, nos dice que tenemos que estar en
alerta cuando suenan, pues se puede tratar de un peligro inminente, que nos
avisa de su proximidad.
También nos dice, que el
mucho habla de sí, fanfarroneando de lo que tiene, solo hace avisar de sus
enormes defectos