Existen muchos
regalos que vienen envueltos y metidos en cajas, que nos gustan. Otros no
vienen envueltos , ni metidos en cajas,
que nos roban el corazón en cuanto los vemos . Esta es la historia de uno de
esos regalos que fue para todo un
determinado grupo .
1888 nos
encontramos dentro de la oficina que correos, en la ciudad de Albany , Nueva York, es de noche .
Mientras que los
trabajadores de correos distribuyen las cartas, algo se mueve en un rincón de la sala . Todos miran en esa dirección, sin saber de
qué se trataba. Al cabo de unos segundos apareció un cachorro mixto de foxterrier, a quien sin importarle quien le observaba , comenzó a investigar
husmeando por aquí y por allá, hasta quedarse dormido en medio de un montón de
sacas de correo.
Todo el mundo
llegó a la conclusión que el can , se
había colado en la oficina, aprovechando la entrada o la salida de alguno de los trabajadores.
Nadie ,
absolutamente nadie, pensó por un momento en echarle a la calle, es más, su
triste mirada caló entre los allí presentes , y Owney , como así el pusieron
por nombre , se quedó a vivir en la oficina de correos , como mascota del
personal que en ella, trabajaba , eso, sí, con
el beneplácito del director, que dio por bueno, que pertenecía a uno de
la plantilla.
Quien iba a
pensar que aquel perrillo, fuese a
ser reconocido gracias a sus aventuras ,
entre los norteamericanos y parte del mundo
Era normal , que
Owney , siguiese , con asiduidad , las
sacas que eran trasladadas hasta el tren
para ser introducidas en los vagones postales.
Ocurrió que un
buen día , el can , se metió en uno de ellos, y como nadie le vio, se marchó
junto al correo. Cuando los empleados de
dieron cuenta, que su amigo canino no
estaba, se llevaron un buen disgusto, pues pensaron que el perro se había
marchado.
Pero Owney , no
tardando mucho, para sorpresa de todos, estaba de regreso en otro tren que llegó a Albany.
Tenemos que
explicar que la ciudad de Albany, a finales del siglo XIX, fue un importante
centro estratégico en la red de ferrocarriles , neoyorquina , así como en
toda la costa Este , por lo que el constante trayecto de trenes era de los más normal. También fue normal, que el perro, se metiese en los vagones, que
no le llevarían a un lugar elegido
por él, no importaba , siempre volvía a casa .
Nuestro amigo ,
viajó en primer lugar por la costa Este, aunque con el tiempo, el destino era
cada vez … más lejos, y por ello, sus
ausencias , eran cada vez más . Primero por la costa Este, y luego cada vez más
lejos. Sus ausencias eran cada vez más grandes. Ante tal situación , sus “
compañeros de trabajo”, determinaron por comprarle un collar que llevaba una
chapa metálica en la que podía leerse “
Owney . Oficina de Correos , Albanay, Nueva York” , para que de esta manera ,
quien lo encontrase, supiese a donde devolverlo.
Poco a poco, fue
haciéndose popular , y querido, allí donde llegaba acompañando al correo. Él por su parte, se consideraba
un trabajador más, y vigilaba con
atención las sacas donde las cartas, esperaban pacientemente, ser distribuidas
. Pobre de aquel , que no siendo cartero, intentase acercarse a ellas. Se
cuenta que en una ocasión , en el
trayecto del tren a la oficina, una de las sacas cayó al suelo, y Owney, sin pensárselo , se
tiró y permaneció a su lado hasta llegaron a buscarle a él y a la susodicha saca.
Por otro lado,
no siempre aquellos viajes fueron una empresa fácil , ya que en una ocasión ,
se topó con un vagabundo que se lo llevó
hasta Montreal – Canadá . O aquel poco
amable jefe de correos, que le metió en la perrera, sin embargo , sus
compañeros de Albany, consiguieron sacarle
de allí, aceptando pagar por su manutención 2`5 $ .
Parece ser, que nunca, en los trenes en los que viajó,
sufrieron, averías, atracos o accidentes, por lo que se decía que Owney , les
traía suerte
A alguien se le ocurrió
la brillante idea de colocarle una medalla o una simple etiqueta de correo , en
la cual se indicase, el lugar por donde
pasó, Owney lo aceptó con agrado .
Si alguien
piensa que Owney únicamente viajó en trenes cuyo recorrido fue
únicamente de los Estados Unidos,
se equivoca, puesto que su manera
de viajar , no se quedaría simplemente
en trenes, ahora lo haría en barcos a vapor , para llegar hasta Asia y Europa a
través del correo internacional.
1895 dio la
vuelta al mundo, claro está, viajando con las sacas del correo, que le llevaron
a partir desde Tacoma -Washington , en un barco a vapor cuyo destino era el Lejano Oriente. Llegó a
Japón, cruzó Asia, Oriente Medio, norte de
África y Europa , para regresar a Nueva York y posteriormente a Albany.
Antes, en 1893
el entonces director general del Servicio Postal norteamericano, John Wanamaker,
le nombró “ Mascota oficial del servicio postal de ferrocarriles “.
Llegó un momento , en el cual, su collar parecía un
muestrario de insignias, medallas y placas , hasta 107 llegó a portar , por lo que pensó en
colocarle un arnés que no le impidiese andar o correr, para que le ayudase a
llevar el peso de las mismas, que acumuló durante los 11 años de sus correrías,
pasando a la posteridad , gracias, a las filmaciones y a las fotografía que le
hacían e hicieron .
Realizando
un cálculo desde que comenzó
aquellas aventuras , hasta que finalizaron, Owney podría haber recorrido unas
140000 millas .
DIFERENTES INFORMACIONES
SOBRE SU MUERTE
·
1897 una misteriosa
herida de bala, fue la causa de su muerte.
·
1897 Toledo- Ohio, un “ ataque del perro a un empleado” propicia
su sacrificio de un disparo . Aunque se niega la versión y se habla de una
posible envidia de los altos cargos , por la fama adquirida por el can , al
cual prohibieron volver a viajar en los trenes .
·
1897 Owney subió a un tren correo con dirección a Toledo en
Ohio, un reportero decidió acompañar al perro, sin conocer que sería su último viaje .
·
1897 Abordó un tren
correo que se dirigía hacia Toledo, en Ohio. Mientras estaba allí, un reportero
cubrió su último viaje, pues enfermó en esa ciudad. Nadie informó de los hechos
, exactos, por los que falleció, de una herida de bala.
Nadie de sus “ compañeros”
quiso que fuese enterrado , por lo que lo hicieron disecar.
1911 es enviado
al Museo Smithsonian . En la actualidad , sus restos están, para poder admirar
la hazaña de este perro cartero, en el National Postal Museum . A su lado , aparecen las medallas, notas,
cartas, que fue recibiendo durante todas su vida.
2011 el Servicio
Postal norteamericano , le dedicó un sello de correos.