DIOS LOS CRÍA Y ELLOS SE JUNTAN ... LOS AMORES DE ALBERT EINSTEIN







El primer amor de Einstein fue Marie Winteler.
Marie resultó ser, la hija de los señores, Iost y Pauline Winteler, la familia que le acogió en Aarau.

 Aarau es la capital del cantón suizo de Argovia y del distrito de Aarau. Se encuentra a orillas del río Aar, donde se había trasladado para estudiar   en la Escuela Cantonal. Aquel maravilloso amor, duró muy poco, aunque fue platónico.

Tras su partida para dirigirse al Politécnico de Zúrich, al principio le escribía cartas, después, después la olvidó.

1940  tres años después de finalizada la contienda bélica de la II Guerra Mundial, en casa de Albert se recibe una carta, en cuyo remite de podía leer, Marie Wintele, que es abierta por entonces secretaria Helen Dukas.   


En su interior, Wintele, le pide a Albert 100 francos como ayuda para poder subsistir en la posguerra, de todos es conocido que el genio ayudaba a muchos europeos que sufrían a causa de la guerra.
La carta nunca llegaría a manos de Einstein, ya que Helen, desconocía quien se trataba.
   
SU SEGUNDO AMOR   


1896 Albert Einstein se encuentra en Zúrich, cursando la carrera de Física. En Su segunda semestre, tiene como compañera a Maric, la única mujer inscrita en materias como las matemáticas y la física, correspondiéndole ser la primera fémina en licenciarse en física, lo cual quiere decir, que era una eminencia, aunque su físico no le acompañase, coja como consecuencia de padecer una coxalgia congénita, para que nos entendamos, artritis muy dolora, y no muy agraciada, lo mismo que dicen de Einstein, y además cuatro años mayor que él, y un tanto taciturna. Quizá motivos más que suficientes para que a Pauline Koch,      
 melómana de convicción, y progenitora de Albert, no le gustase lo más mínimo, aquella persona de origen serbio, intentando por todos los medios que su hijo la dejase, empleando frases como estas: “Ella es un libro, igual que tú..., pero tú deberías tener una mujer.
Cuando tengas 30 años, ella será una vieja bruja”.

Por mucho empeño que puso Pauline, para desunirlos, nada consiguió, y ellos siguieron con lo suyo, clases de matemáticas para él, de ella , compartir el interés que ambos sentían por la ciencia , preparar los exámenes juntos, sin olvidar algo quena los dos les gustaba… la música.

Si la madre le decía atrocidades sobre Mileva, Albert escribía todo lo contrario, era lo que salía de su corazón Estoy solo con todo el mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, a alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma como yo”.

Albert deja Zúrich para trasladarse hasta Berna donde trabaja en la Oficina de Patentes, mientras que ella, tiene que volver a presentar los exámenes finales, que había perdido. Todas las semanas, los dos enamorados ven en Zúrich.

Es en aquellos encuentros cuando Albert Einstein, se entera que va a ser padre, alegría por un lado y problemas por el otro, ya que, en esta nueva situación, Mileva no está tan entregada como otras veces, y los exámenes finales resultaron ser un desastre.

Desmoralizada, abandona Zúrich para viajar hasta a Hungría, donde viven sus padres, que no la acogieron con los brazos abiertos al conocer la noticia de su embarazo. ¡Olvídate de casarte con él! -. Le había advertido su padre.

1902 Mileva da a un luz una niña a la que se pone por nombre Lieserl, y de la nunca se volverá hablar más,  ni se han llegado a encontrar rastros de ella.  Posiblemente… fue dada en adopción

1903 Al final se casan por lo civil a pesar de la férrea oposición de la familia Einstein, sobre todo por parte de la madre él.

La vida se desarrolla  sin muchos contratiempos, Albert continúa con su trabajo, en Berna, con un sueldo decente.

La llegada de un nuevo hijo, esta vez varón, complicó la cosas , pues una cosa es lo que puedas hacer, y otra es la que de verdad… te interesa, y por mucho empeño que pongas, si no eres un buen marido , ni padre , nada se puede hacer, y máxime si la inspiración te hace encerrarte en tu trabajo y lo demás, te sobra, por lo que Mileva vuelve a sufrir otra depresión, mientras que el matrimonio comienza a deteriorarse, y el amor … a terminarse .

 
  
Ocho años después, 1910, nace el tercer hijo de los Einstein, Eduard, que parece poner un poco de calma entre sus padres, aunque todo fue un espejismo, pues Mileva continuaba con su depresión a la se unía unos celos que la carcomían, al observar el flirteo de su esposo con otras mujeres.

Un año después, 1911, toda la familia parte para Praga, le han llamado para trabajar en la universidad, ¿desconoce que su esposa odia esa ciudad?

1912 Regresan a Zúrich, por lo que Mileva está más que contenta, está encantada.

Poco dura la alegría en la casa del pobre, y en dos años, la familia se traslada a Berlín, noticia que no le hace mucha gracia a su esposa, ya que, en ella, reside, Elsa, una prima de su marido que le pone “ojitos”. Con  el agravante  que los alemanes miran por encima del hombro a los serbios.

Sus temores son fundados, Elsa y Albert siempre están juntos. Esto provoca una pelea entre l matrimonio y Einstein se va de casa.
Más tarde, Mileva, recibe un contrato de separación, en el que se estipulan las obligaciones de ambos. La madre y los dos pequeños regresan a Zúrich.

Albert suele reunirse con sus hijos, en una de esas ocasiones, le pide el divorcio a Mileva, corría  el año 1916. Aquello es como un mazazo, tardó en recuperarse del síncope nervioso.

El día de San Valentín, del año 1919, Mileva y Albert se divorcian, ella dedicada parte de su vida al cuidar a su segundo hijo 

Hablemos del pequeño Eduard, todo un genio. En primer grado leía a autores, como por ejemplo Goethe. Su memoria era grandiosa, aprendía todo lo que se proponía. ¿Quién sabe, si ese fuese el motivo que le llevó a estar trastornado?

1933 es internado en un hospital psiquiátrico. Treinta y dos años después, 1965 fallecía

Estando su hijo ingresado en el hospital psiquiátrico, la salud de Mileva comienza a desquebrajarse, 1947. Un año más tarde, sufre un derrame cerebral que la deja semiparalizada, falleciendo en 1948         
   
1987 Se descubren unas cartas, que ambos se  escribieron entre 1897 y 1903. Al principio todo sobre la ciencia, después, Cupido aparta la ciencia y la reemplaza el amor.

TERCER AMOR 


Elsa Einstein y Albert, se conocían desde pequeños, pero suele pasar, que una vez que nos hacemos adultos, la relación se pierde.
Elsa se convirtió en la segunda esposa de Albert Einstein, en 1919, aunque Albert se fue a convivir con ella dos años antes.

Para ambos era su segundo matrimonio, pues Elsa estuvo casada con el comerciante de textiles berlinés, Max Loewenthal  y como Albert, también tenía unos, bueno dos niñas, tuvo un niño pero falleció al poco de nacer.

Sus dos esposa, nada tenían entre sí que las hiciese parecidas. De la primera le atrajo sus conocimientos, de la segunda… sobre todo la cocina, de la que debía de ser una experta.
De la primera, experimentó un amor pasional, de la segunda, platónico pero no apasionado.  
Elsa le estuvo cuidando cuando él enfermó a consecuencia de problemas estomacales.

La poca diferencia de edad que le separaba, 43 años ella y 40 él, nada hizo para que no se sintieran a gusto, a pesar de que algunas voces se alzaban , para criticar el afán de protagonismo de Elsa, que era lo suficiente lista, como para no darse cuenta  de lo importante que era su esposo.- Querido. No dejaré que nada te distraiga de tu trabajo-.

Dice un refrán, muy español, que dice- “No sirvas a quien sirvió. Ni ames a quien amó”, quizá no venga muy al caso. El caso es que lo mismo que ocurrió con la primera, esos devaneos de Albert Einstein, con las mujeres, le ocurrió a la segunda. ¿Qué abeja no pretende  tener un buen panal de donde sacar rica miel…?. Y Einstein,  lo era.

El matrimonio decide irse a vivir a Estados Unidos en 1935. A penas un año después, Elsa fallece por problemas cardiacos y renales. Maleva le sobrevive 12 años.

El tiempo todo lo cura. Nos dicen que el duelo por la muerte del cónyuge, es de seis meses, desconozco el tiempo que transcurrió para que Einstein , se recuperase y dijese estas frases, estas palabras- “Me he acostumbrado muy bien a la vida aquí”, escribió. “Vivo como un oso en mi madriguera.  Esta condición osuna se ha acrecentado con la muerte de mi mujer y camarada, quien era mejor con los demás de lo que yo soy”. -                


Recogida información  en www.20minutos.es


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