La roma clásica es
todo aquella que habla de césares, de bravos guerreros, y ¡cómo no!, de su mitología,
con una legión de dioses encabezados por Zeus, con lugares míticos.
Este artículo
tratará de estos últimos, representados por una roca muy especial, la roca Tarpeya.
Colina Capitolina
La roca Tarpeya es
una escarpada pendiente, localizada junto a la cima sur, de la colina Capitolina,
desde donde se puede admirar, el antiguo foto. Desde allí, los asesinos y los
traidores, decían a dios a la bella ciudad de Roma, en tiempos de la república,
mientras caían al vacío.
Este lugar, es un
punto de encuentro para numerosas leyendas, y un personaje clave en ellas… Tarpeya, una bella romana.
I
A la primera
leyenda, podemos añadir el final de una segunda, pues ambas tienen un denominador
común…la avaricia.
Nos
encontramos ante Tito Tacio, rey de los sabinos, camino de Roma para vengar, un
hecho altamente deplorable… el rapto por parte de soldados romanos, de las
Sabinas, que habría que lavar con sangre, pero no precisamente de sus súbditos,
pues sin que él lo supiese, contaban con
un aliado dentro de la fortaleza. A saber.
Se trataba de la virgen sacerdotisa, Tarpeya, hija de Espurio Tarpeyo,
gobernador por aquel entonces, de la ciudadela ubicada en la colina Capitolina.
Las
tropas de Tito Tacio, estaban a las puertas de Roma, y aquella noche, alguien
las abrió para franquear el paso de las tropas enemigas.
Tarpeya
se adelantó para todos supiesen quien era la persona que les daba la bienvenida,
a la vez que esperaba ser recompensada por su acto. Esa recompensa, debía ser …
lo que los soldados sabinos “traían en sus brazos izquierdos “… brazaletes de
oro. Sus codiciosos ojos observaban con deleite, aquellas hermosas joyas.
Después
del asombro, su mirada se torno a miedo, pues los soldados la emprendieron a golpes,
para atarle y conducirle hasta arriba de la escarpada roca, arrojándola al vacío,
lo que no ocurre con el final de la segunda leyenda, en la que se cuenta, que
Tarpeya murió aplastada por el peso de los brazaletes, de cada uno de los mil o
mil quinientos soldados, que componían las tropas del rey sabino.
Tras
el terrible suceso de traición, los romanos utilizaron la susodicha roca, para
despeñar a los condenados por traición, que llevaría el nombre de Tarpeya.
II
Nos encontramos en
la época de Rómulo.
A pocos kilómetros
de Roma, entre el Tíber y los Apeninos, existía un pueblo, el de los sabinos. Parece ser, que no se llevaban muy bien con
los romanos. El caso es que por quítenme de allí esas pajas, los romanos
estaban atrincherados en la fortaleza del Capitolio o Capitolino, intentando
resistir el asalto de los sabinos.
Los pobres romanos,
desconocían, que los enemigos no eran los que estaban afuera esperando el
momento de atacar. El enemigo estaba dentro en la figura de una bella muchacha
que bebía los vientos por Tito Tacio, rey de los sabinos, Tarpeya, hija del
guardián de aquella fortaleza, que loca de amor, abrió sus puertas al enemigo,
para poder unirse a él.
Si unos desconocían
que dormían con el enemigo, otros, en esta ocasión otra enemiga, también
desconocía lo que su acto, le iba a traer, no recompensas y parabienes, pues
los sabinos, a los que siempre se les tuvo como hombres de honor, la hicieron
pagar la traición con la muerte, aplastándola con los escudos de los soldados,
puesto que no admitían el hecho de la traición,
ni siquiera aunque fuese a su favor
III
¿Ustedes se han podido imaginar
que, ni el agua, ni la comida, ni la medicina, ni un lugar donde cobijarse,
sean nuestras necesidades más perentorias? Lo descubrirán por la historia que
les voy a contar.
Pongámonos en situación. Por una parte, está Rómulo, que quiere fundar
una ciudad, que tiene de todo. De todo no ¡faltan mujeres! ¿Y que es una ciudad
si féminas? nada, sin ellas no hay descendencia, y la ciudad morirá sin remedio.
Bueno ya hemos descubierto el núcleo del
relato.
Rómulo, que para eso era el caudillo de los romanos, piensa, y no
piensa mal, en dar una fiesta, con el pretexto de la inauguración de la ciudad.
A la que invitará, al rey de los sabinos, Tito Tácio y a sus hijas, haciendo
extensible la invitación, a todas las mujeres que habiten en su reino.
La fiesta es digna de mención. Mesas llenas de deliciosos manjares,
donde el vino corre a raudales, acompañadas por frescas acuosas y ricas frutas,
y donde todo el mundo disfruta de tal agradable evento, que no terminará nada bien;
pues Rómulo ha quedado con sus hombres, en que, al sonido de una lira, cojan a
la mujer que tenga al lado, y que luego la hagan suya. Y así sucede.
La afrenta llega a oídos de los
padres, hermanos, maridos o prometidos, pues las mujeres que habían asistido a
la fiesta, eran hijas, madres, esposas, hermanas o prometidas de alguien, estos
se ponen en camino para lavar con sangre el ultraje.
Mientras tanto en Roma, los romanos ya no están para muchas fiestas,
pues el alcohol ha hecho mella en sus estómagos y en sus mentes, así que cuando
aquellos hombres llegan, corren a esconderse junto a sus gacelas. ¡Lo que hace
la bebida!, soldados curtidos en mil batallas, no han luchado nunca contra
aperos de labranza, y palos, dejando la llave de la puerta de la ciudad, a Tarpeya,
una mujer que sentía verdadera devoción por Tito (ya hablaremos de algo que no
me cuadra, pero luego al final de la leyenda) lo que es un despropósito. ¿No
hubiese sido mejor cerrar con llave y que alguien de seguridad se hubiese
quedado con ella?
Prosigamos. Perece ser que
Fortuna, la diosa de la suerte, inclinó su balanza a favor de los romanos, pues
las jóvenes se pusieron a favor de ellos expresando lo siguiente. - Si los matáis.
Se quedarán sin padres los que nazcan -.
Visto lo cual, cada oveja con su pareja,
y se celebró una multitudinaria boda.
A partir de entonces, Rómulo y
Tito Tácio, gobernaron los dos con el título de rey, aunque el segundo no las
tenía todas consigo , porque un dúo de
estas mismas características , nunca había salido bien , así que el destino
decidió por los dos, llevándose a Tacio
, dejando como único rey a Rómulo.
Aclaro lo que entre paréntesis he colocado, no me cuadra ciertos
detalles referente a que aquellas mujeres eran esposas, madres, hijas, hermanas
o prometidas, por lo cual se duplicaría en esposas, madres, no afectando a ser hermanas
o hijas. Aunque lo de prometidas, lo
siento, por lo aquello que
apareció a ambos lados de la cabeza de
los prometidos. ¿Y qué me dicen de Tito Tacio que estuvo presente en esta bacanal?
¿Qué hizo? ¿Cómo reaccionó? ¿Lo ataron y amordazaron para impedirlo? ¿Cómo es
que fue solo a la fiesta sin su guardia personal? Nos quedaremos con las dudas,
pues nada se explica, ni aparece en esta leyenda
TOLEDO
La roca Tarpeya en Toledo
Seguro
que se preguntarán ¿qué tiene que ver esta ciudad española con la roca Tarpeya?
Pues que tienen también una.
Nos
dirigiremos al siglo IV, de nuestra era. Entonces Toledo estaba bajo la
dominación romana, y bien es sabido que pueblo que se convierte en dominado, ve
cómo cambia todo lo que le rodea, desde su cultura, su lengua y sus creencias,
que serán transformadas, o bien prestadas para ser modificadas e incorporadas
al culto de los dioses romanos.
Era
la época en la que Publio Daciano
,prefecto romano ( aunque se dice que su existencia real no sea
segura) fue nombrado representante del
emperador Diocleciano, como gobernador en los territorios de la Hispania, donde a los cristianos eran mirados con desprecio y
vistos como una amenaza por los romanos , e insultaban al poder romano con sus costumbres . Las persecuciones, encarcelamientos y
asesinatos, contra ellos, estaban a la orden del día.
Resultó
que Daciano decide visitar Toledo acompañado por su guardia pretoriana.
Una
vez en la ciudad, todo el mundo se desvive para ofrecerle lo mejor y que nada
le falte, y sale a colación el tema de los cristianos.
Publio
Daciano se pasa la noche pensando en cómo acabar con ellos de un plumazo. Al día siguiente en la ciudad aparece un edicto del pretor, en el cual se ordena que
la iglesias sean destruidas, y requisados y después quemados sus libros
sagrados. Que los cristianos sean despojados de todos sus bienes y dignidades,
tras lo cual, serán condenados a suplicio. Y aquellos que se negasen a adorar a
los dioses romanos, terminarían siendo esclavos.
En
Toledo existía la cárcel ciudadana, en lo que en la actualidad es conocido como
el Paseo del Tránsito, y esa cárcel no tardando mucho se llenó de prisioneros.
Sobre este presidio, se alzaba, segura de su poder, una amenazante roca, la
roca Tarpeya, que avanzaba por las lúgubres mazmorras de la prisión, resaltando
en altura, y en atrevida forma, cuya sombra, se podía ver en las aguas del río
Tajo, entre los dos amantes, un profundo y abrupto precipicio los separaba.
Vivía
por aquellos entonces, una joven de nombre Octavila, que era hija del
carcelero mayo. Octavila estaba
enamorada de Cleonio, un cristiano que iba a ser arrojado desde la roca
Tarpeya, pues así lo había decidido el tribunal que lo juzgó. En secreto, la
joven había abrazado la religión cristiana.
Día
9 de diciembre del año 306 d. C., los reos son conducidos hasta la roca. Allí
Octavila esperaba a Cleonio. En un momento en que nadie le miraba, el
joven sacó de su boca, una pequeña cruz que entregó a su amada, quien sin que
nada pueda hacer por él, ve cómo se despeña.
Después la leyenda se difumina hasta tratar de encontrar el final, que bien
pudo haber sido, la muerte de Octavila por pena. Cuando su padre descubre la
cruz, se da cuenta que su hija, ha muerto por amor, y entiende la injusticia
cometida. Se convierte al cristianismo y muere de la misma manera y modo que
Cleonio.
En
una segunda versión sobre esta leyenda, no se hace referencia a la pena de
Octavila, por la muerte de su amado, sino del fallecimiento en una celda de la
misma cárcel, de una doncella de Toledo, que, con sus propios dedos, dejó
tallada la señal de la cruz, sobre las duras paredes de roca de la prisión. Se
trataba de Santa Leocadia.
Casa museo de Victorio Macho
El escultor palentino Victorio Macho (Palencia; 23
de diciembre de 1887 - Toledo, 13 de julio de 1966) precursor de la escultura
contemporánea española, manda edificar su casa taller, en la roca Tarpeya,
desde donde se divisa un hermoso paisaje que nos ofrece el río Tajo y sus riberas.
En su testamento deja toda su obra al pueblo español,
y que permaneciese en Toledo, en el museo que lleva su nombre, aunque también
se le conoce por la Roca Tarpeya, inaugurado un año después de su
fallecimiento-1967