OSCAR WILDE UN GENIO ENTRE LETRAS



Es así como me siento, irónico, transgresor y socarrón. Mi vida está plagada de intolerancia, pues iba en contra de lo que se llamaba, entonces, buenas costumbres.
Para muchos, quizá, para la inmensa mayoría fui polémico y por eso hizo que llamase la atención entre mis conciudadanos, pero no adelantemos acontecimientos.

Vine al mundo el 16 de octubre de 1854, en el seno de la familia Wilde.  Mi padre, William Vills-Wilde, era un afamado cirujano. En cuanto a mi madre, de nombre Joana Elgee, fue una enamorada de las artes.
Tuve dos hermanos, un chico y una chica, que dejó triste a la familia, pues falleció a muy temprana edad.

Mis padres, no repararon en dinero, al desear darme, una esmerada educación, por lo que asistí a las dos universidades irlandesas; Portoras Royal School de Enniskillen, y el Trinity College de Dublín. Una inglesa, Oxford. Y otra irlandesa, Dublín, en ambas, los clásicos griegos, se apoderaron de mi existencia.

Estudié en la Portora Royal School de Enmasillen (se cuenta que el nombre de Enniskillen le proviene de una figura de la mitología irlandesa, Cethlenn, considerada una diosa en la misma), y   en el Trinity College de Dublín. Y una inglesa en el Magdalen College de Oxford, donde permanecí durante cuatro años- 1874-1878.  En el año 1877, visito Grecia e Italia, y un año antes, 1976, soy admitido como masón en la Logia Apollo Univsersity, en la ciudad de Oxford 

Tuve oportunidad de editar mis poemas en 1881, gracias a los cuales, mi nombre comenzó a sonar en muchos lugares, bueno, eso, y mi forma de vestir y de hablar, sobre ciertos temas, por ejemplo, sobre el esteticismo.


Pronto me pidieron que diese conferencias, las cuales me abonaron, para que hablase de mi teoría sobre la estética, en diversas ciudades de los EEUU. Esto sucedía en el año 1882.

A mi regreso, proseguí con mi filosofía en universidades y centros culturales británicos, donde fui muy bien acogido.
Un viaje en 1883, a Francia, entablo amistad con otros escritores de la época


Constance Lloyd, fue la mujer elegida para ser mi esposa, con la que contraigo matrimonio en 1884, y que no agrada a mi cuñado, pues piensa que su hermana, nunca será feliz conmigo, y razón no le faltará. Otra vez adelantado los hechos.
Con ella tengo dos hijos y nos instalamos en Londres. Allí, durante once años, me dedico a mi pasión… escribir. Mi éxito literario, irá en aumento. Mi fama crece, pero mi vida sentimental da un vuelco de 180 grado, tras el nacimiento del segundo de mis hijos, que iré relatando
  
Un hecho acontecido, al año siguiente, 1886, me marcaría para siempre, destrozando mi vida.

Deseaba a toda costa, que la imagen del Marqués de Queensberry, quedase a la altura del barro, por lo que me empeñé en entablar una demanda, por difamación, contra este personaje, pues me había tachado de homosexual (yo creo que conocía mi relación con su hijo Lord Alfred Douglas).


El marqués de Queensberry, era y es un personaje muy conocido, apodado a “El Negro”, debido al color moreno de su piel. Y repito lo de conocido, pues ha pasado a la historia, como el creador de las reglas en el boxeo, que aparecieron en el año 1867, aunque existe otro personaje que asegura que él, es su verdadero creador, John Graham Chambers, que era miembro del club Amateur Athletics de Londres, que tal y como ocurría en aquella ´” época”, si querías o necesitabas que tus libros, o poesías, u otras cuestiones fuesen conocidas, tenían que echar mano de un personaje conocido, vamos, famoso.

 Queensberry que amaba todo lo deportivo, pero, ante todo, lo violento, como el boxeo, hombre rudo, que aceptó, sin pensárselo, el papel de patrocinador. Luego vendría aquel episodio de lo de, su hijo conmigo, y seguro que me la tendría jurada. Corrían otros tiempos.


Lo que pensé que lograría, se volvió contra mí. El marqués había utilizado la relación que mantenía con su retoño, para convertirla en una acción penal en contra mía, ya que, en la época victoriana, la sodomía era un delito. Para llegar hasta aquella demanda, había contratado a varios detectives privados, para que indagasen en mi entorno, hablasen con mis amigos, y sonsacasen a varios jóvenes que se movían en el mundo de la prostitución masculina, de mi forma de vida. El juicio se celebra, y a mí me condenan a dos años de trabajos forzados, a los que no llegarán, ningún indulto.  

Yo en la cárcel, y fuera de ella, aquel delito, me quita a mi familia. Incluso mis hijos se suprimen el apellido Wilde, para adoptar el de Holland.

Mi salida de la prisión   de Reading, en el año 1897, y mi paso por las de Wandsworth y Pentovilley, me abate pues sé que no encontraré el mundo que dejé al entrar en ella.  Me siento físicamente y emocionalmente, roto, y mis condiciones económicas, no son muy boyantes. 

Dos años después, fallece mi esposa Constance, y digo mi esposa, porque a pesar de negarse a verme, nunca me pidió el divorcio.

Necesitaba vivir en el anonimato, y poner tierra por medio.  Para todos, Oscar Wilde, ha muerto, ahora es Sebastian Melmoth un ciudadano más que decide marcharse a París, donde residiré, hasta el momento de mi muerte.

Mi vivienda habitual es el Hotel dÁl-Sace, ubicado en el número 13 de la rue des Beaux-Arts. Desconocía que al firmar con un nombre que no era el propio, vulneraba la Ley francesa.

A partir de esos sucesos, mi vida se va apagando, mis problemas monetarios me angustian, y mi adicción a la bebida me trae problemas.


Aunque me siento solo, no lo estoy, a mi lado tengo un amigo, que nunca, nunca, me ha abandonado, y ha estado a mi lado para lo bueno y para lo malo, su nombre Robert Balwin Ross, nacido francés, pero siempre se sintió inglés, periodista y crítico de arte canadiense.

Robbie, siempre sostuvo que fue mi primen amante masculino, ni lo desmiento ni lo confirmo, y al que dejaré como albacea de mis pertenencias.

Me imagino que no habrá sido tarea fácil, reunir todos mis textos, amén de comprar los derechos, perdidos cuando, con ellos, tuve que pagar las deudas que contraje, cuando fui declarado en bancarrota.

Sé que luchó, para hacerse con los libros, eróticos, que publicaron, ilegalmente, con mi nombre y que nunca escribí.

Los derechos de todas mis obras, junto con el dinero obtenido por su publicación y representación, fueron entregadas a mis dos hijos, y de encargar a Jacob Epstein, mi tumba, y de que diseñara un pequeño compartimiento, donde se podrían guardar sus cenizas cuando falleciese.

Finalmente, Ross fue perseguido por el mismo personaje que hizo que me encarcelasen, intentando hacer con él, lo mismo y también por homosexual.



El 30 de noviembre de 1900, mi vida se apagó a consecuencia de una meningitis. Mis restos descansan en el cementerio de Pére Lachaise    

FRASES DE OSCAR WILDE

"Amarse a sí mismo es el comienzo de un idilio que durará toda la vida."
"La muerte es la cosa, la única, que me aterra siempre. La odio. Hoy se puede sobrevivir a todo menos a ella."
“No existen preguntas indiscretas, sólo respuestas indiscretas”.
"La vida es un teatro, pero tiene un reparto deplorable."
"Haría cualquier cosa por recuperar la juventud... excepto hacer ejercicio, madrugar, o ser un miembro útil de la comunidad."
“La sociedad perdona a veces al criminal, pero no perdona nunca al soñador”.
“Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”.

Recabada información en:

es.wikipedia.org/ http://www.porconocer.com/