Antes de contar la leyenda de este tétrico personaje,
hablaremos del río por donde se desplaza en busca de persona para arrancarles
la vida.
En las escuelas o en los colegios, el profesor, puntero
en ristre nos indicaba el nacimiento de un determinado río, en este caso sería
el del Guadiana.
Dicho río nace en las Lagunas de Ruidera, entres dos
ciudades: Albacete y Ciudad Real, para posteriormente descender por la mitad meridional
de la Península por un sumiso declive.
No para y llega a tierras lusas o portuguesas, donde se
transformará en frontera natural, antes de desembocar en el océano Atlántico.
El camino
natural del Guadiana, es
transitar por las siguientes provincias: Albacete, Ciudad Real, Cáceres, Badajoz
y Huelva.
Y ahora, a lo nuestro.
El Guadiana
Es como casi todos los ríos, celoso de su entorno, y ha
cobrado su tributo, por desgracia, en bastantes ocasiones, y diferentes épocas.
Fue en el año 1680 cuando en su ribera es localizado el
cuerpo sin vida de Domingo Rodríguez Cayero.
Veinticinco años después, 1685, es localizado, en la
villa de Cheles, población pacense, que tiene su frontera con la vecina Portugal
y ubicada, en la actualidad, cerca del embalse de Alqueva, y en el pasado, hace
ya cinco siglos, que esta la villa estuvo
situada junto a la Sierra de San
Blas, cercana al río Guadiana, unos kilómetros más al norte de su actual, un
hombre, al que se designa como castellano, y no extremeño. A pesar del tiempo
transcurrido desde su muerte hasta que fue encontrado, pudo ser reconocido, y
enterrado en la iglesia parroquial .
Dos
años después, 1688, otro hombre es localizado ahogado en la ribera del Guadiana,
en Alconchel, ciudad nacida durante el periodo árabe, repoblada por cristianos,
por orden de Alfonso I de Portugal. Y en 1264 pasa de nuevo a pertenecer a la
corona de Castilla, durante el reinado de Alfonso X el Sabio, siendo cedida a
los templarios. Por un corto periodo volvió a manos portuguesas, hoy tiene su
propia identidad
En el mismo año, meses después, llega a la misma villa,
una mujer que llevaba en brazos a un niño muerto, que se había ahogado en el río,
en la rivera de la ciudad de Táliga, que se sitúa al sur de la comarca de los
Llanos de Olivenza.
Durante más de cinco largos siglos, formó parte de
Portugal, hasta año 1801, que quedó constituida, como una parroquia, del
municipio perteneciente al municipio de Olivenza
Y parece ser que, en Cheles, surge esta leyenda, como
advertencia a los más pequeños, para que no acerquen al río, y así el barquero
del colmillo inicia su singladura
LA LEYENDA
Se cuenta que este personaje era de nacionalidad
portuguesa, y que aprovechaba los grandes matorrales para ocultar, su negra rectangular
barca. Él siempre iba de pie y se ayudaba de un largo palo para navegar y como
apoyo para moverla.
Vestía un hábito de fraile, con una gran capucha en tono
marrón, con la que escondía parte de su horripilante rostro, y de un descomunal
diente. Sobre sus espaldas una capa de
color negro, las cubría.
Cuando sus víctimas le
veían venir, ya nada podían hacer por evitarlo, su rapidez y la sorpresa eran
sus mejores armas.
Lo último que veían, era aquel enorme diente que se
hincaba en su garganta, después sus cuerpos desangrados parecían en el lecho
del río, haciendo creer a la gente, que aquellos desgraciados, se habían ahogado
en el Guadiana
No existe nada peor, y menos oportuno que la muerte,
esta vez de un chico de 14 años, en el año 1891.
Se trataba de Ramón Pitera, nacido en el mismo Cheles, y
encontrado flotando en el Guadiana, al que se practica la autopsia, quien
dictamina que la muerte ha sido producida por asfixia, debido a un
estrangulamiento
Hoy, en día, se cuenta que, en las noches de luna llena,
en el embalse de Alqueva, un extraño personaje con hábito de fraile, capucha
marrón y negra capa, tan negra como el color de su barca, navega con sigilo en
busca de alguna víctima a quien chuparle la sangre.