Quien les dice a ustedes que esta calle debe su nombre,
según la tradición, a que, en este lugar, existió un arroyo que tenía en sus
orillas, palmas y también tenía árboles, que fueron cediendo su terreno, a
construcciones urbanas, ¿qué rara verdad? Finalmente, solo quedó una entre todos estos
gigantes de cemento, por eso lleva ese nombre “de la Palma”.
En diferentes períodos, esta calle, la cual va desde la de
Fuencarral hasta la de Amanie, se dividía en Alta y Baja, correspondería, a la
de San Bernardo, ser el punto de separación entre una y otra. Y en esta calle,
en la de San Bernardo, ocupó un lugar, durante el siglo XVIII, un taller que
tenía ¡12 telares!, en los que se trabajaban, las franelas, satines y droguetes,
tela fabricada generalmente de pelo de cabra, la cual es listada de varios
colores y suele tener flores entre las listas; el DA lo define como
"cierto género de tela muy vistosa manera de raso, que de ordinario es
alistado y variado de colores, con flores sembradas entre las listas. Comúnmente
se fabrica de pelo de cabra; pero también se hace de lino, y seda
mezclados"; "una piesa de droguete canelado, entre otras telas. El
negocio era del teniente coronel José Bernardo Cifuentes, que, ante la
imposibilidad de poder realizar esta manufactura en la capital, tuvo que
trasladarla a Torija, en Guadalajara
En la calle de la Palma, existió el convento de Nuestra
Señora de las Maravillas, regentado por las Terciarias Carmelitas, que no solo
dio nombre al barrio, también famoso durante la jornada del 2 de mayo de 1808,
ahora desaparecido para dar paso a la iglesia parroquial de los Santos Justo y
Pastor y de Nuestra Señora de las Maravillas
Como todas las calles de este Madrid de los Austrias, es
punto de unión de diferentes personas, gente joven comprando en tiendas de
vanguardia, haciéndose algún tatuaje, mirando discos, que dejan su espacio, a
otros jóvenes que van de marcha los fines de semana, por la noche.
Quien más, quien menos, tiene la suerte de comprar en las
tiendas que están allí, desde siempre, que por desgracia cada vez quedan menos.
No podemos olvidar el Centro Cultural Clara del Rey, que
lleva este nombre en honor a una heroica muchacha madrileña, muerta durante los
sucesos del 2 de mayo de 1808, en el Parque de Artillería de Monteleón, donde
acuden personas de diferentes edades para recibir, tal y como su nombre indica…
cultura
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