El
San Bernardo desciende de mastines alpinos. Fueron traídos por primera vez, por
los soldados romanos a Suiza
Antiguamente,
estaba considerada como raza agresiva.
Sucedió
que en un tiempo esta raza estaba casi extinguida, así que echó mano de sangre
de Terranova y Dogo alemán.
Se
le conoce como perro San Bernardo desde el año 1865.
Nadie
discute que los San Bernardo, han rescatado a viajeros alpinos perdidos a
cuenta de las ventiscas de nieve, o atrapados por ella.
Desde
el siglo XVII, la orden de San Agustín, ha criado esta raza de perro, ahora
bondadosa.
Los
monjes empleaban a estos perros como animal de tiro, alardeando de sus
habilidades, con el tiro, ante probables compradores, y más tarde, como rescate
en aludes.
Al San Bernando se le empleaba, también, para
trazar huellas en la nieve fresca.
Allí,
en Suiza, los San Bernardo, conviven con las personas que residen en el
Hospicio del Gran San Bernardo, creado en la Edad Media por los canónigos, como
hemos indicado antes, de la orden de San Agustín, famosos por su hospitalidad.
Un lugar paradisíaco para estar cerca de la nieve y de las montañas, muy cerca
del lago del mismo nombre.
Esta
bondadosa y enorme figura, es en la actualidad, un extraordinario gigantón muy
musculoso, al que no se le puede “obligar” a vivir en un piso, por muy grande
que sea, pues necesita libertad y vivir en el exterior.
BARRY
Un perro con este
nombre vivió entre el 1800 y 1812, en el hospicio de San Bernardo, en Suiza.
Allí como buen perro San Bernardo, ayudaba a los monjes, auxiliando a viajeros
y peregrinos extraviados, contribuyendo con su extraordinario desenvolvimiento
entre la nieve y su gran sentido de la orientación.
Todo tiene su base
para que la vida de Barry se convierta en leyenda, pues presumiblemente, a
finales de 1860, se cuenta, uno acto heroico, el rescate de 40 viajeros
perdidos, hasta que uno de ellos le confunde con un lobo y lo mata. Menos mal
que esta historia resultó ser falsa, aunque se haya reproducido en decenas de
libros y revistas, que contribuyeron a incrementar notable, la fama de los San
Bernardo. Lo que realmente sucedió es
que un monje se lo lleva a la ciudad de Berna, en el año 1812, muriendo dos
años después. Su cuerpo se puede contemplar, embalsamado en la entrada del Naturhistorisches
Museum der Burgergemeinde (Museo de Historia Natural de Berna – Suiza).
En otro país, Francia,
en la localidad de Asnière, cerca de París, se ha levantado un monumento para
inmortalizar la imagen de Barry, en cuya base se puede leer la siguiente
inscripción: “Il sauva el vie à 40
personnes. Il fut tué par le 41ème” (El salvó la vida de 40 personas, fue
muerto por la número 41).
Ahora, el principal recinto
de crianza de estos perros, ya no se encuentra al lado del hospicio, pero los
podemos contemplar en el paso del Gran San Bernardo, durante la estación del verano.
Además, en la ciudad
suiza de Martigny, existe la Fondatión Barry, que cuenta con una estupenda
exposición, con historias sobre esta raza de perros.