FREYJA DIOSA NÓRDICA



Mi nombre es Freyja. Dicen de mí, que soy una hermosa diosa nórdica, que tiene el cabello rojo-dorado y los ojos azul-verdoso. Diosa de la belleza y del amor, de hecho, los amantes me invocan para ser felices y amarse hasta la eternidad. Diosa de la fertibilidad, de la riqueza, de la profecía y de la magia, y aunque esté asociada a la guerra, esa unión se debe al motivo de recibir la mitad de los soldados muertos en batalla, que las valkirias, de las que soy su reina, recogían repartiendo sus almas, entre Odín y mi persona, y a que acompañaba a los soldados en las guerras, por lo que se me suele representar, con un coselete, que es una coraza ligera, un casco, escudo y lanza. Vestida, con ropa de mujer únicamente a partir de la parte inferior de mi cuerpo. Soy la más querida de entre todas las diosas. 

Nacida en Vaneheim. Hija de Njörd y Nerthus o Skadi, hermana de Frey, que era un dios del agua y del aire. A Frey, cuando le salió su primer diente, le regalaron el reino de Alfhein, o tierra de las hadas, el lugar donde vivían los elfos de la luz.

Soy esposa de Odr (que significa "ingenio, alma”) un dios de espíritu inquieto, al que no le gustaba la vida sedentaria que llevábamos, lo que le hizo abandonarme para vagar por el ancho mundo. Era tal el amor que por él sentía, que mis lágrimas eran oro purísimo.



En mi alma, algo me decía que mi esposo estaba vivo, así que decidí embarcarme en la aventura de su búsqueda, atravesando todas las tierras conocidas, dejando mis lágrimas (algunas de las que cayeron en el mar, se transformaron en ámbar), en todos aquellos lugares, por donde yo pasé, interrogando a quien me encontré, por el paradero de mi esposo, a quien localicé en el soleado sur, bajo un floreciente arrayán, un arbusto de hojas perennes, que es utilizado, en la actualidad como corona para las prometidas, en vez la tradicional corona de naranjas.

A nuestro regreso, la luz regresó y la hierba volvió a tener ese verde intenso que tanto me gustaba. Las flores brotaron mientras que los pájaros con sus trinos, interpretaron la canción de amor más hermosa, nunca oída.

En Alemania se me conoce como Frigg. En Noruega, Suecia, Islandia y Dinamarca, estoy considerada como una divinidad muy diferente. Y el hecho de haber nacido en Vaneheim, se me llamaba Vandis, y era la diosa de los Vanes: dioses de los nórdicos, patronos de la fertibilidad, de las plantas, así como de la fecundidad de los animales y humanos, y que sabían escuchar al pueblo, por ello, eran muy cercanos.  

MI DISTINTITIVO … UN COLLAR

No es de extrañar, que, al ser la diosa del amor, hiciese todo lo que estuviese al alcance de mi mano, para estar bella y atrayente, por lo que me engalanaba con los mejores vestidos y las más hermosas joyas, utilizando las esencias más sensuales, para conseguir el amor.

Estando de visita en Svartlfheim, el reino bajo tierra, observé como en el taller, cuatro enanos, fabricaban el collar más hermoso de la tierra, al que los orfebres llamaron Brisingamen, pues era el símbolo de las estrellas. O de la fertibilidad de la tierra.
Deseosa de ser la dueña y señora de semejante joya, ofrecí dinero, supliqué y no sé cuántas cosas más prometí… aunque no me sirvieron de nada. Solo aceptaron a regalármelo si les concedía mi amparo.
Una vez en mis manos me lo coloqué en el cuello, eso, dicen, aumentó mi majestuosidad. Debo advertir que lo llevo de día y de noche, y que únicamente lo cedo, en ocasiones muy especiales, y no a todas las divinidades.


Tengo a bien, ser la propietaria de un atuendo de halcón, o plumas de halcón, el cual me permite, en cuanto me lo pongo, puedo volar a través del aire como cualquier criatura alada.
Para mis desplazamientos, tengo carro propio, tirado por un par de gatos, mis animales favoritos, que representan: el cariño y la sensualidad.

Los colores que más me atraen son: el verde, el oro, el azul y el rosa.

Los árboles a los que considero sagrados son: el manzano, el abedul y el manzano, así como sus maderas, útiles para herramientas, amuletos, rituales, y para que los humanos hagan mi imagen. 
En cuanto a las piedras preciosas, me atraen: el cuarzo rosa, la esmeralda, la venturina, la perla, y el ojo de tigre (que representa mi collar Brisingamen). Sin olvidar el ámbar, que también simboliza las lágrimas que derramé en el mar, cuando mi esposo desapareció.
Tuve numerosos templos, dedicados a mí, que mis incontables devotos mantuvieron, creo recordar que el último fue en Magdeburgo, Alemania, y que fue destruido por orden del emperador Carlomagno

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