Comenzaremos con un par de refranes sobre la codicia.
La avaricia
rompe el saco.
Cuando se
desea más de lo que se puede tener se corre el riesgo de perder lo que se
tiene.
Esto viene al caso sobre lo acontecido en Linares, que se
encuentra en el Estado de Nuevo León- México. A Linares le han asignado, el sobrenombre de Pueblo
Mágico. Linares es conocido, mundialmente, por su rica dulce de leche de vaca o
de cabra. Resaltaremos sus famosas Glorias de Linares

He aquí la historia

Aquellos amigos, se afanaban día tras día, en localizar el
preciado tesoro para dejar de ser pobres.
Cierto día, uno de ellos gritó- ¡Vengase acá! . ¡Creo que he
descubierto la cueva, donde puede estar escondido el tesoro! -.
Al llegar el resto de grupo, observaron que la cueva, estaba,
literalmente llena de los más variados tipos de plantas, desde comestibles a
venenosas.
-
¡Menos mal que venimos preparados!, dijo el más
mayor.
-
- ¡Cierto! Tuviste buena idea en pedir prestado,
cosas que posiblemente fuésemos a necesitar-.
Poco después, aquellos peladitos lograron entrar en la gruta.
Una vez dentro, el vello se les puso como escarpias, pues a lo
lejos les llegó una voz que parecía salir de lo más profundo del averno,
gritando con exigencia “todo o nada”, y así, lo repitió tres veces más.
Todos se quedaron como estatuas, todos menos el más, ¿listo?,
pues dijo. - Todo. -, y al pronto, el recinto se llenó de joyas, monedas de
oro, piedras preciosas. Tanta fue la emoción, que las horas se pasaron y pronto
el sueño de apoderó de ellos.
Con la llegada del día, intentaron llevarse todo lo que pudiesen.
Al llegar a la entrada, de repente la puerta se cerró con estruendo, y la voz
volvió a repetir “todo o nada “.
Como locos trataron de abrir la puerta, con todo lo que tenían a
mano, pero todo fue inútil, la puerta era de dura roca.
Los peladitos estaban asustados, y la voz continuaba diciendo “todo
o nada “.
Se quitaron la ropa para poder cargar en ella, más joyas o más
monedas, pero imposible, apenas si habían cargado, la mitad, de la mitad, de lo
que en la cueva había, así que, con la cabeza gacha, uno de ellos dijo, “nada”,
la puerta se abrió y pudieron salir.
Cuando llegaron al pueblo, la gente que se cruzaba con ellos se
burlaba al ver el aspecto que traían, ni zapatos ni ropa.
Lo peor del caso, fue el alquiler de las herramientas que se
habían quedado en la cueva, y que no
pudieron devolver. O sea, que salieron a por lana, y salieron trasquilados.
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