1969 Alemania del
Este contaba con un parque de atracciones conocido como el Kulturpark
Plänterwald, que estaba ubicado en una curva del río Spree. Tiempo después, se
le rebautizo con el nombre de dicho río … Spreepark.
El parque, ocupaba
una superficie de casi 30 hectáreas y se convertiría en el único parque
temático de la antigua RDA, hasta la caída del muro, o sea 20 años más tarde. Antes,
el parque de atracciones, dio la bienvenida a unos 1.7 millones de visitantes,
al año.
La caída del muro de
Berlín, provocó el desplome de muchas cosas: la desaparición de unas totalmente
obsoletas. Pero a la vez, la entrada de otras con aires de renovación
Lo que comenzó
siendo un lugar de ocio, para el Berlín oriental, se transformó, en el centro
de una red, destinada al narcotráfico, a la corrupción e intereses privados,
que el llevaron al abandono total, desde hace décadas, al único parque, de
estas características, que existía en la capital.
Antes, tuvo que
pasar por el tema de grandes deudas, la falta de espacio en el aparcamiento,
que redujo de manera ostensible, la llegada de visitantes, puesto que el 2001,
únicamente, 400.000 personas, gozaron de las atracciones de dicho parque, y la
subida de 30 marcos, por persona en el coste de la entrada, todo en el año
1999.
El dinero que se
recauda, sale con la misma premura, con la que entra, destinado a la
renovación, constante de las atracciones, llevando a la familia que lo gestiona,
los Witte, a la ruina. Norbert Witte, director del parque, se declara
insolvente, abandonando Alemania para emigrar, a principios de 2002 a la
capital de Perú, Lima. Aunque no va solo, con él, también se desplazan, su esposa
Pia Witte, sus cinco hijos, sus colaboradores más cercanos y 20 contenedores
que llevan en su interior seis atracciones, con la “sana intención de
repararlas”; pero miente, piensa utilizarlas en un nuevo proyecto, abrir el
Lima, un parque temático, parecido al de Alemania, bajo el nombre de
“Lunapark”.
Atrás, el señor
Witte deja, en deudas, un agujero de 11 millones de euros.
Con el sueño de ver
renacer su negocio en el país andino, la familia Witte, el matrimonio y sus cinco
hijos, observan con agrado y esperanza, que las cosas les van bien, aunque
luego se demostrará, que solo fueron al principio, y eso sin omitir, las
estafas, que sufrió la matriarca de la casa, pues fueron en total seis, al
intentar encontrar una casa para toda la familia. Al final, consiguen comprarla
en una de las zonas más ricas de Lima.
En cuanto al tema
del parque, parece ir por buen camino. Sin embargo, la economía de los Witte
cae en picado, y comienzan a tener problemas a la hora de alimentar a sus
vástagos.
Los trámites para la
apertura del parque, se ralentizan, abocados a paralizar los permisos.
- Señor
Witte, únicamente se le permitirá, montar, parte de las atracciones que usted
ha traído-
- ¡Pero eso
no se puede hacer! ¡Tienen que estar todas para poderlas ensamblar! Sin ellas,
¡el parque no funcionará! -
Ante esta nueva
situación, Pia, ya no puede más, abandona Perú, y regresa a Alemania con cuatro
de sus hijos, en Lima quedarán, su esposo y Marcel, su primogénito, para
intentar arreglar la situación.
Invierno de 2003.
Norbert ve como caen sus ilusiones de abrir Lunapark, como si fuesen castillos
de arena- Tendré que regresar a Alemania, aunque lo haré por la puerta grande,
la familia Witte, nunca se rinde-
A penas, los
contenedores de las atracciones desembarcan, y Norbert Witte observan cómo van
colocándolas en camiones, llegan a Berlín, la policía alemana le arresta.
El juicio se
celebra, Norbert Witte, está acusado de introducir en Alemania, 170 kilos de
cocaína, en los mástiles de una de sus atracciones” La alfombra voladora”. El
veredicto es de siete años en una cárcel de máxima seguridad, donde solo
cumplirá cuatro de los sietes años impuestos.
Pia Witte se
divorcia, es la que, cada vez, debe pagar 1200 dólares, que sirven para cubrir
unos gastos muy especiales: el “alquiler” de la celda donde está recluido su
hijo Marcel, y su seguridad, puesto que Marcel Witte, acusado de comerciar con
cocaína, fue condenado a 20 años de prisión, en una de las peores cárceles de
Latinoamérica, donde se supone que es un lugar para albergar, como máximo 500
presos, pero donde conviven cerca de 3000.
Mientras en
Alemania, Norbert Witte continúa con una vida normal: disfrutar de los placeres
que esta le da, salir y divertirse.
“La
vida debe continuar”. “Para soportar el dolor, hay
que tratar de no pensar en ello”. “Me involucré con bandidos, arruinado la vida
de Marcel y destruyendo a nuestra familia”,
son algunas de las frases que el señor Witte, ha dicho, en varios medios
informativos
- Me
avergüenzo de lo que hice. Aun así, me siento optimista. Esto haciendo todo lo
posible para que mi hijo, regrese pronto a Alemania-
Norbert Witte ha
sobrevivido a seis ataques de corazón (y continúa fumando). Fue responsable del
accidente, sucedido en el año 1981, en la ciudad de Hamburgo, en un parque
temático, donde fallecieron siete personas y quince resultaron heridas, por una
“rotura” en una de sus atracciones.
En la actualidad, y evitando a los pocos
guardias de seguridad, que deambulan por lo que queda del parque de atracciones
en Spreepark, tras saltar una valla, se puede andar para observar, lo que queda
de él, una propiedad que es(era) propiedad privada, ahora arropada por el manto
verde que la abraza.
Al estar ubicado en
una zona en la que no existe ninguna carretera ni avenida, el lugar no es muy
idílico, donde la noria, a la que mueve el viento, emite un peculiar lamento.
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