Existen vidas, entre los reyes de todo
el mundo, que han llenado cantidad de papiros, porque, aun, no se habían
inventado ni la imprenta, ni la máquina de escribir, y por supuesto, ni el
ordenador con su programa de textos, vamos el Word.
Reyes que querían el poder absoluto,
reyes déspotas ilustrados, reyes destronados, reyes guillotinados, reyes que
tuvieron que exiliarse, y reyes que, por motivos de descendencia, tuvieron que
desposarse con varias damas, claro, que una tras otra. Reyes que llegaron al poder,
asesinando. Reyes que hicieron verdaderas proezas, casándose con las hijas, si
las tuviesen, del enemigo para conseguir una alianza y reyes que tuvieron que
abdicar, por diversos motivos.
Reyes usurpadores. Reyes que sufrieron
atentados. Reyes gordos, delgados. Reyes bondadosos.
Reyes inteligentes. Reyes absolutistas. Reyes amados por el
pueblo, sí, sí, sí, esos, también existieron.
Creo que se ha confeccionado una lista
con todo lo que pueden hacer, deshacer, conseguir y perder, sus majestades los
reyes, estos no son los magos.
¿Pero si creen que no pueden añadir,
otra “clase de reyes”?… se equivocan.
En tal caso que se lo pregunten al rey
Arquídamo II, claro que para estos tendremos que comenzar por el conflicto
militar que mantuvieron, griegos y espartanos, una confrontación que duró 27
años, pues durante una década a este monarca, le tocó pelearse con las tropas
griegas. El caso es que durante las negociaciones que
antecedieron a la Guerra del Peloponeso, con Pericles, al frente, Arquídamo
hizo todo lo que estaba en su mano, para evitar, o por lo menos poder aplazar,
la inevitable lucha “será el legado que dejaremos a
nuestros hijos.”
En fin, ya nos hemos referido a la Historia,
marchémonos a la otra que nos espera ansiosamente.
Nos encontramos en Esparta, en el
palacio de Arquídamo, y vemos caras muy serias, escuchemos y así nos
enteraremos de lo que ocurre.
-
Grecia siempre está
pendiente de todo lo que sea, o represente a la belleza-. Quien así hablaba era
un enorme general musculoso, de nombre Cortacis.
- - Tienes toda la razón, mi
general. Son estrictos a la hora de elegir esposa, ni gordas, ni pequeñas, ni
feas. No como nuestro rey, al que no le importan el qué dirán-.
- - ¡No hables así de tu rey!,
te puede costar la vida-. Y aunque
Cortacis, tuvo que reconocer, para sus adentros, que aquel soldado tenía
razón, no pudo dársela.
Lo que
hemos escuchado, lo sienten y lo dice todo el mundo, la esposa del rey
Arquídamo, e hija de Leónidas, Lampito, rompía todos los cánones de belleza:
gorda, pequeña y fea, y de otros atributos femeninos, de las mujeres
espartanas, aunque de moral intachable.
Desde el
primer momento, Lampito no había sido muy bien acogida, qué digamos por los
éforos (magistrados), por todo lo que hemos enumerado. Lo que menos esperaba la
pareja, era que los magistrados, decidieran multar a su majestad por casarse
con una mujer de aquellas características – “No se puede consentir, que, en
nuestro país, en el que, por desgracia, escasean los hombres, no se
engendrarían reyes, sino reyezuelos “, eso fue lo que alegaron los éforos y que
fue motivo de la dichosa multa.
Por
desgracia, lo que se temían los magistrados, sucedió, y la reina dio a luz a
niño, uno de sus hijos, llamado Agesilao, que fue pequeño y cojo, aunque eso no
le impidió, llegar a ser, rey de Esparta.
Los
reyes, no siempre son, como los que vemos en las películas. Y así nos luce el
pelo cuando nos encontramos ante un cuadro o una imagen de tal referido
monarca:
Felipe IV “el Hermoso” (1268-1314).
Este rey,
francés, se metió a la historia, por dos motivos: Por llevarle la contraria al
Papado, cuestionando, la legitimidad de los bienes eclesiásticos, y por el
apodo, al referirse a él, como” el Hermoso”. Llegados hasta aquí, nos
encontramos con un par de dilemas, que no era tan hermoso como decían. O el
pintor retrató a otro.
Enrique VIII (1491-1517).
¿Con que embrujaría a las 6 esposas que tuvo?
Pues con el físico que parecía no faltarle, para volverlas locas, a las 6, y a
sus numerosas amantes. Un buen día ese enorme atractivo, se perdió, y él lo
busco y rebuscó, tras un accidente de caza, pero solo consiguió, encontrar, una
figura rechoncha y una cara más rechoncha aún. Ambos aparecen en los retratos.
Su único y verdadero amor, no le dejó hasta el día de su muerte, una auténtica
fiera… la gota.
Fernando
VII (1784-1833). El rey Felón o el
Deseado
Normalmente, se suelen poner, a los bebes,
nombres que tienen que ver con su llegada a este mundo, tras una serie de
acontecimientos, canciones favoritas, personajes, pero, sobre todo, para las chicas,
el de Desiré, (deseada).
En el caso de Fernando VII, el rey felón
(Deslealtad, traición) al que también apodaban el “Deseado”, no creo que fuese
por su físico, pues al pobre, le pasaba de todo, desde agudos ataques de gota,
hasta padecer macrosomía genital. Esta enfermedad, era un daño colateral, de la
costumbre que tenían, en la dinastía borbónica, de contraer matrimonio con
primos, para de esta manera, preservar la sangre real. Se dice que era el “Deseado”, pues tras el
efímero reinado de José I Bonaparte, regresó a España para proseguir en su
reinado.
Vlad
Tepes El empalador (1428 – 1476)
Fue primogénito del príncipe Vlad, apodado Dracul(diablo),
debido a su brutalidad y sangre fría, que, llevadas en los genes, fueron
heredadas, por su hijo, que no solo adquirió los genes, también el sobrenombre
de Draculea (hijo del diablo).
Con tales orígenes, no es de extrañar, que el
“niño” naciese un tanto rarito, él, y su nariz, tan inconfundible.
Luis
XI de Francia (1423-1483)
Luis XI, era apodado el Prudente, fue amigo del duque de Borgoña, Felipe el Bueno. Y tuvo en
Carlos el Temerario, a su mayor enemigo. Como se puede ver, también en la época
del Renacimiento (periodo de transición entre la Edad Media y los inicios de la
Edad Moderna), los apodos de los reyes, siguieron vigentes.
De guapo, nada de nada, no hay nada más que ver,
el retrato que le hizo Jean Fouquet, de verdad que era un rey con narices.
Su belleza se basaría en otras cosas, pues fue
padre de 15 hijos, ocho de los cuales los tuvo con su esposa Carlota de Saboya,
el resto con diferentes amantes.
Se me olvidaba, a Luis XI, también se le conocía
por el Araña. Era único para tejer las intrigas palaciegas, que hiciesen falta.
Felipe IV de España (1605-1665)
A este
rey, pensaba ponerle punto y aparte, puesto que,
su vida está realmente dedica a la amatoria, más que a llevar las riendas del
trono, y la que armó, que cuando quiso darse cuenta de lo que ocurría, ya era
demasiado tarde.
Fue el monarca que más hijos ha
tenido en la historia de España, 13 legítimos, pero, así y todo, solo uno de
ellos, de talante enfermizo, Carlos II el Hechizado, fue proclamado rey.
Si Luis XI, llegó a tener 7 hijos
fuera de su matrimonio, en el caso de Felipe IV, las cifras se nos disparan
hasta casi la friolera de entre 20 y 40, aunque ninguno de sus contemporáneos,
se permitió, o no se atrevió, a contarlos. Aunque exageraciones aparte, si es
que lo son, el rey, fue una persona inteligente y un gran mecenas del arte
Dicen los entendidos, que todo
comenzó durante su adolescencia, me estoy refiriendo, claro está, al sexo. Y
que tuvo por amigo de francachelas y calaveradas, al Conde Duque de Olivares,
quien resultó premiado con ejercer el máximo poder, hasta 1643, mientras que,
el monarca, recorría plazas y plazuelas, calles y callejones, buscando con
quien yacer y pasar un buen rato, sin distinción de clases, estado, y sin o con
hábito, y algunas de la farándula.
Eran tiempos en los que, a los
reyes, apenas se les veía, si no fuese en carroza y de lejos, por que Felipe
pasaba desapercibido, y podía permitirse el lujo de sentarse en los palcos de
los teatros populares de Madrid, entre ellos El Corral del Príncipe.
Tras observar que los posibles
candidatos al trono de España, iban falleciendo, tomó una drástica decisión
había evitado incurrir en
consanguineidad, cansándose con una princesa francesa.
El más famoso de los hijos
bastardos, de la dinastía, sin duda alguna fue, Don Juan de Austria.
Físicamente: De cabellos rubios, cara pálida, el labio
inferior caído, ojos azules, mirada mortecina, poseía un mentón muy saliente el
mentón saliente, envejecido el rostro, con desanimados gestos. Y por supuesto,
la fatiga que conlleva en estar continuamente bebiendo de las fuentes de
placer. Un rey displicente, impasible y flemático.
Carlos III de Borbón (1490 - 1527)
Nace en Madrid, con pocas posibilidades de ser
proclamado rey de España, pues, aunque nace el tercero, lo hace, del segundo
matrimonio, del rey, Felipe V, con Isabel del Farnesio, antes que él, están
para suceder a su padre, sus hermanastros, Luis I y Fernando VI.
Isabel de Farnesio, actuaría en la vida, de su
hijo, como si de un peón, del juego, del ajedrez, se tratase, eliminando los obstáculos, al contrincante, y ofrecer respaldo,
permitiendo que su vástago, alcanzase, lo que ella, tenía previsto, en política.
Después de incontables sucesos bélicos y
diplomáticos, dentro del espinoso retrato de Europa, llegó la ocasión, que
Isabel esperaba para que Carlos, lograse, alcanzar, el mismo día que cumplía 15
años, el lugar dejado, por el fallecimiento, del duque Antonio de
Farnesio. La bella Italia, le esperaba.
Cuatro años después, con 19 años, es nombrado rey
de las Dos Sicilias el año 1735.
Casado con María Amalia de Sajonia, fueron
padres de 13 hijos.
Cuando pensaba que ese, sería su destino final,
la muerte, primero de su hermanastro Luis, y posteriormente, de Fernando, ambos
sin descendientes, le proclama rey de España.
Respiró tranquilo cuando supo, que su hijo,
Carlos, sería quien le sucedería en el trono de España, como Carlos IV.
Al fallecer su esposa Amalia, no quiso volver a
contraer matrimonio, a pesar de las insistencias, de los políticos para que lo
hiciese.
Fue rey por convicción, y actuando, continuamente,
con un alto sentido cívico, en sus decisiones de gobierno, teniendo en la
religión la base para su conducta moral.
En cuanto a su físico, diremos que no era
agraciado, ni alto, más bien bajo. Delgado y enclenque. Ojos pequeños,
ligeramente achinados. Cara alargada, en la que resaltaba, un labio inferior prominente,
y el rasgo más distintivo de su perfil … su enorme nariz. La piel la tenía ennegrecida, debido a su
pasión por la caza.
Fue un rey amado, campechano, y más bien poco
interesado, por la elegancia en el vestir.
Su amor por Madrid, y el deseo que le llevó a
conseguir que fuese más bella aún, rodeándola de todo aquello que necesitase,
fue parte de su reinado.
Juan
de Médicis (1360-1429).
¿Recuerdan el cuento del Rey Midas? ¿Noooo? No me lo puedo creer.
Pues bien. La historia cuenta como un rey
llamado Midas, solo quería amasar, y amasar, oro. Ocurrió, que un día un
desconocido, que resultó ser un duende, le ofreció ser más rico-Todo lo que
toques se volverá oro- y Feliz se quedó Midas, pero…pero, nunca sospechó que
aquello le traería la mayor de las desgracias, pues al ir a abrazar a su
pequeña hija, esta se convirtió en una escultura de oro. Y así quedó hasta que
Midas, lloró desconsoladamente, por su avaricia y por la pérdida de su pequeña.
El duende, le quitó el don, y su hija volvió a ser una niña de carne y hueso.
Desde entonces, nuestro rey, sabe que existe otra clase de felicidad que no la
puede comprar la más valiosa pepita de oro.
Ha sido un prólogo, para que hablemos de Juan de
Médicis, que fue un riquísimo banquero de la Edad Media. ¡Y cómo no! fundador
de la poderosa familia Médicis de Florencia y bisabuelo de Lorenzo Médicis,
apodado en Magnífico.
Todo el mundo pensará, que este hombre,
desciende de una adinerada familia, nada más lejos de la realidad. Hijo de
Averardo de Médicis, del que poco, o casi nada se sabe, y qué, de rico, tampoco
nada tenía. Fíjense como sería, que el dinero que dejó a la familia, debió
dividirse entre la viuda y sus cinco hijos
Estuvo al tanto de la política, siempre que
pudiese afectar, negativamente o positivamente a su banco. Así sucedió cuando,
varias veces, fuese convocado para participar en el gobierno de Florencia, Juan
prefería los negocios, y solo, durante un periodo prestó servicios como Confalonier
(uno de los nueve ciudadanos elegidos cada bimestre en forma
rotativa para formar el gobierno. Era el abanderado de la ciudad de Florencia y
custodio de su estandarte. Para distinguirlo de los otros ocho miembros, su
escudo de armas, tramado en armiño, estaba además adornado con estrellas
doradas. Cada rione (barrio) de Florencia tenía su propio priore, que podía ser
seleccionado para el concejo, y su propio gonfaloniere di compagnia, elegido
entre las principales familias de cada barrio).
Como buen banquero, sabe de buena
tinta, que el Papa, volverá a tener su papado en la ciudad de Roma, y se acerca
a Baltassare Cossa para ofrecer el respaldo, de su banco.
1410 Baltassare Cossa se convierte en Juan XXIII(antipapa),
como agradecimiento hace del Banco de Médicis, el Banco de la iglesia. Cuando
llegó la abdicación de Juan XXIII, los siguientes papas continuaron usando los
servicios del banco Médicis, quien, además, de tener el privilegio de recaudar
impuestos, agrícolas, tenía derecho de explotación de varios yacimientos de
alumbre.
Lo que tenía de rico, monetariamente hablando, seguro que no
se lo dirían, cuando era pequeño- ¡Qué niño tan rico! -, pues lo que se conoce
como belleza, belleza, esta estaba de veraneo. Aunque si echamos mano del
refranero, encontraremos uno, al que cambiaremos, un tanto la frase “La
suerte del feo, el guapo, la desea”.
En fin, que el pintor italiano, Il Bronzino, al pintar a Juan
de Médicis, nos legó un rostro envejecido, en lo que parece un cuerpo pequeño,
y de facciones nada atrayentes.
Leopoldo
I de Habsburgo (1640-1705).
Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico rey
de Bohemia (1656-1705), y rey de Hungría (1655-1687)
Tuvo el mismo problema que el rey Felipe IV:
mentón saliente y labio inferior caído, por estas “deformaciones” se le dará el
mote de “boca de camello.”
Heredó de su padre la afición a la música, y le
gustaban las celebraciones públicas, la cacería, mucho más que la política.
Carlos
II de España (1681-1700)
Corresponderá a Carlos II de España, ser el
último rey de la casa Austria.
Carlos II «El Hechizado», cuya muerte sin
herederos desencadenó la Guerra de Sucesión española.
El nefasto Carlos II, tiene el mayor coeficiente
de consanguinidad, de toda la dinastía – 0,254(el que puede encontrarse, en una
relación, padre e hija. Y el portador de abundantes malformaciones que le incapacitaban
para gobernar.
El apodo de este rey era “el Hechizado”,
sobrenombre que le venía por una visible enfermedad física.
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