FLORENCE NIGHTINHGALE LA DAMA DE LA LINTERNA



Mi nombre Florence Nightingale. Nací en Florencia, de ahí mi nombre, el 12 de mayo de 1820, justo, cuando en Inglaterra se efectuaba   la salida y entrada de dos reyes, Jorge III, por su fallecimiento, y Jorge IV por ser su sucesor. Y hablo de Inglaterra, pues fue el siguiente país que me acogió. 

Vine al mundo en el seno de una familia rica, decidí, cuando tuve uso de razón, poseer una educación nada usual en las jóvenes de aquella época, pues solamente la recibían los varones de las familias pudientes, álgebra y matemáticas, además de una formación, muy completa, en Humanidades.

Mi padre en casa, era quien nos formaba enseñándonos todo (los clásicos, filosofía) y de todo (lenguas modernas). Incluso viajamos los cuatro  por Europa, costumbre  muy arraigada  de la época, destinada a educar  y perfeccionar a la mujer del siglo XIX

Desde muy muy pequeña, no deseaba casarme y convertirme en una esposa, con las “virtudes “de ser ejemplar y callada. Era el status reservado a la mujer de aquel entonces.

Por eso, yo no estaba dispuesta a continuar a favor de la corriente. Era algo superior a mí misma, la que empujaba contra corriente, mis convicciones religiosas, no estar de acuerdo con las apariencias de aquella sociedad, y los deseos de independencia que bullían en mi, lo que me llevó a rebelarme contra   mi familia, sobre todo con mis padres, no gustándole a mi hermana, esa obstinación por ser yo misma y no la esposa de un respetable caballero.
1836 Fue como una iluminación, como si yo, hubiese escuchado la voz de Dios “llamándome" a su servicio…

1837 Consigo trabajar como asistenta sanitaria, y las criticas arreciaron.
-  Vas a ser en hazmerreir de nuestros amigos.  ¿Cuántas cobras?  Seguro que una miseria. Nos vas a hacer pasar vergüenza ante el resto de la familia. Una señorita de tu clase metida en la cocina como una simple sirvienta-. 

Lo único que lograron con estos feroces reproches, es estar más segura de no haberme equivocado en el camino escogido

1853 Trabajando en un hospital de caridad en Londres, me asignan como supervisora de enfermeras. ¡Esa era la oportunidad que deseaba ¡.

Con paciencia introduje notables innovaciones técnicas y de clasificación; con mi  trabajo hago que  el modelo asistencial tradicional, basado en los buenos sentimientos y en el sectarismo religioso,  sea substituido por una asistencia sanitaria científica, para lo cual se precise  de una sólida formación por parte del personal de enfermería, y con ella, entrar en la profesionalización y ser considerados como tales.

Los consejos de los médicos, son esenciales para la salud de los pacientes, y si se mejoran las condiciones con que son atendidos, mucho mejor.


1854 Había estallado la guerra de Crimea, y en los rotativos que podían leer, y ver, por fotografías, las espantosas condiciones en las que se encontraban los hospitales de campaña del ejército británico.

Por aquel entonces, Sidney Herbert, secretario de Estado de Guerra, conocía mis trabajos, y fue él, quien me encargó llevar a 38 enfermeras al hospital turco de Scutari.
Fue la primera vez que se nos permitió a las mujeres, servir oficialmente en el ejército.

Cuando llegamos a nuestro destino contemplamos horrorizadas, la suciedad que había en el hospital de campaña, el piso cubierto de heces.
-        Señoritas debemos dejar este lugar, suficientemente higienizado, como para poder trabajar sin ser molestadas por los microbios que pueden producir infecciones  -.

También hablé con el oficial de mayor graduación para que los soldados, estuviesen alimentados, vestidos apropiadamente, y tratados con respeto.

No paré hasta conseguir una reforma en los cuidados médicos militares, británicos donde mis compañeras, y yo, tuvimos que afrontar serios problemas, entre ellos, la pobreza de los medios empleados por el ejército para tratar a los soldados, y los prejuicios de los médicos militares, que no veían con buenos ojos nuestra “intromisión". Al final se impuso la cordura, lográndose unas muy importantes mejoras sanitarias, y con ellas, intentar reducir el número de soldados fallecidos en los hospitales de campaña. Pero las cuentas no cuadraban, pues continuaban falleciendo, y no era por falta de cuidados, tanto como sanitariamente, como por atención personal.

Aún me tiemblan las manos y mi corazón se encoge, al recordar la cifra de muertos en un solo invierno, 40.000.

Con la primavera, llegó una comisión sanitaria, enviada por el gobierno británico, dispuesto a indagar, en qué situación sanitaria, se encontraba el hospital de campa a en Scutari.

La sorpresa fue mayúscula, el hospital de campaña, estaba montado encima de ¡una cloaca!, los pacientes estaban ingiriendo agua contaminada, así que había que empezar por limpiar los vertederos que la contaminaban y mejorar la ventilación del hospital. El resultado fue … menos fallecidos.

Finalizada la contienda, me reciben como si fuese una heroína, nada más lejos de la realidad, lo único que hice fue cumplir con aquella voz que me reclamaba para su servicio.

En el rotativo el Times, apareció una fotografía en la que yo aparecía, cuando todo el mundo dormía, acompañada por una pequeña lámpara, para interesarme por los enfermos, aquella fotografía, dio la vuelta al mundo.

Cartas, premios. Todo el mundo deseaba saber de mi persona, a mí, por el contrario, no me gustaba ser famosa, y trataba de pasar desapercibida, por lo que me creé un perfil para viajar, sería de ahora en adelante Miss Smith



1860 Fundo la primera Escuela de Enfermería Laica de Londres.

Las noches que no podía dormir, no se me quitaba de la cabeza, las imágenes que aquellos, hombres y muchachos que murieron en la guerra.

No debía desaprovechar la fama que me rodeaba, para encauzarla hacia el bien común, salvar vidas.

Conseguí una audiencia con su majestad la reina Victoria, gracias a su apoyo, pude lograr que se estableciese, por mediación del gobierno, una comisión para la investigación de la salud en el ejército, que dieron como resultado la creación de nuevos departamentos en -estadística, ciencia sanitaria   y de medicina sanitaria, en el mundo castrense.

Jamás dejé de escribir, mis cartas con estas frases “ Usted que tiene  en sus manos, autoridad para conseguir el cambio, considérelo , y hágalo  como parte de su objetivo para el bien común “ , a todos los que tenían el poder en sus manos , para que mediasen por el  cambio .

Durante décadas, mi trabajo consistió en ayudar a que la carrera de enfermería, fuese respetable y respetada para las mujeres. Y por supuesto a mejorar los hospitales para que reuniesen las mejoras necesarias, facilitando la recuperación de los pacientes.

En una determinada fecha, no puedo acordarme ni del día, ni del año, mi salud sufrió un revés.

Todos creían que, durante mis servicios en Crimea, había contraído una brucelosis   crónica (Enfermedad infecciosa del ganado caprino, vacuno y porcino que se transmite al hombre por la ingestión de sus productos, en especial los derivados lácteos; es de larga duración y se caracteriza por fiebres altas y cambios bruscos de temperatura).

Desde mi cama, aislada del mundo exterior, pasan los días, las horas y los días, yo luchando, no solo contra mi enfermedad, también luchando, por optimizar los servicios sanitarios.

1908 Me otorgaron la Orden de Mérito de Reino Unido, soy la primera mujer que la recibe.

Fallezco con 90 años en el año 1910.

DETALLES
A las enfermeras las empezaron a llamar "ruiseñores" pues el apellido de Florence significa "ruiseñor".
El Día Internacional de la Enfermería se celebra en el día de su cumpleaños: el 12 de mayo.
Inspiró  al fundador de la Cruz Roja y autor de las propuestas para la Convención de Ginebra, y al movimiento feminista.

Recabada información en:

http://www.biografiasyvidas.com /http://www.bbc.com/