La
mitología griega, menciona desde muy antiguo, un personaje tétrico, que aunque
“ trabaja”, era el dios de la oscuridad, quien pululaba en el inframundo, se
trataba de un barquero cuyo nombre era Caronte, encargado de hacer cruzara a
las almas que andaban e la antigüedad se menciona en la mitología griega a un
barquero que era el encargado de hacer cruzar a las almas desorientadas, de los
fallecidos recientes, de una orilla a la otra, del río Aqueronte, es decir, al Hades el inframundo ,
la última morada de los muertos este, barquero era Caronte.
Caronte, un anciano, enjuto de carnes, enojado, tenía
una larga y mugrienta barba. Vestía siempre con ropas oscuras, y a veces,
utilizaba un antifaz, para ocultad su identidad. Otras veces, era representado
como un diablo alado, que llevaba en sus manos un martillo doble, y en otras,
estaba tocado con un sombrero redondo
SUS
PADRES
Era hijo de Érebo, y descendiente de
Caos, en el griego antiguo, su nombre significaba: Oscuridad, negrura y sombra,
quienes le acompañaban, llenando todos los agujeros y rincones del mundo.
Y
de Nix diosa mitológica griega, su nombre simplemente significa noche, era
hermana de Érebo y tía de Caronte. Hablamos de estos dos dioses, por están muy
vinculado, como ya hemos visto a Caronte.
Caronte tenía el poder de elegir quien pasaba
o quien se quedaba en la orilla del río. Por supuesto que el viaje tenía un precio,
un óbolo. Por esa razón, a los muertos se les enterraba con una moneda bajo la
lengua, para pagar el tributo que Caronte exigía, para poder cruzar el río.
Conduce la barca
fúnebre, pero no rema; de ello se encargan las mismas almas.
Aunque
en cierta ocasión, de la cual se desconoce el motivo, dejó pasar a varias
personas vivas: Heracles o Hércules,
quien no entregó el importe, que en esta ocasión se trataba de una rama de oro,
entregada por la Sibila de Cumas. Como castigo, Caronte permaneció encerrado
durante un año. A Orfeo, quien
consiguió, con solo tocar su lira, encantarle y así conseguir llegar hasta a
Eurídice, su bella amada que falleció al pisar una serpiente venenosa. Y a Psique, que se casó con Eros, quien le
hizo prometer, que jamás le viese la cara. Cuando visitaba a sus hermanas,
estas llenas de envidia, le decían un y otra vez, que se trataba de un
monstruoso ser. Al regresar, una noche Psique rompió su promesa.
Disimuladamente, encendió una lámpara y la situó en cima del cuerpo de su
esposo. De la lámpara resbaló una gota de aceite caliente que hizo que Eros
despertase, se enojase y la abandonase. Psique lo buscó por todo el mundo, si
encontrarle. Por último, hubo de bajar inclusive al mundo subterráneo, a donde
ningún mortal puede ir. Su intención era solicitar de Perséfone, un frasco de
agua de Juvencia, la fuente de la eterna juventud. En otros relatos, no es el
susodicho frasco, es una caja que le estaba prohibido abrir, y que abrió
sumiéndose en un profundo sueño.
Enternecido por el
arrepentimiento de su infeliz esposa, a la quien nunca había dejado de amar y
proteger, Eros despertó a Psique de un flechazo de su sueño mortal y, ascendiendo
al Olimpo, solicitó autorización a Zeus para que Psique se reuniera con él.
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