Como todas las
mañanas, nuestra amiga la hormiga recorría los caminos y los campos en busca de
alimentos para llevarlos al hormiguero.
Pero este día,
encontraría un dorado grano de trigo, en un campo, después de ararlo.
A pesar de que el
grano tuviese, en proporción a su cuerpo, casi el doble, de su tamaño, no se
inmutó, y colocándoselo encima del hombro, dio media vuelta y se dispuso a
regresar a su casa.
Pasados unos minutos,
la diminuta hormiga apenas podía caminar, y se tambaleaba haciendo eses.
–¿Por qué no me dejas
aquí? Soy mucho más grande que tú y no puedes cargarme.
La hormiga miró en todas las direcciones
intentando descubrir quién le había hablado. Pero únicamente vio al grano de
trigo.
- ¿Has sido tú, ¿quién me ha hablado? -
- Así es-
La señora hormiga le contestó:
– Si te dejo aquí, llegaré sin provisiones
al hormiguero. Y somos muchas las que vivimos en él. Por lo que se necesitan
grandes cantidades de alimentos. Cada una de nosotras debe transportar lo que
recojamos y dejarlo en un depósito, como provisiones para el gélido invierno, y
disponer de alimentos para todas.
Entonces el grano dijo muy seriamente:
– ¡Pero yo no estoy hecho para ser comido!
¿No te das cuenta que soy una semilla? ¿Y qué mi destino es crecer como planta?
Si me dejas aquí, en este campo, puedo ser más útil que si me llevas al
hormiguero
– Lo siento, pero no puedo hacer eso -
replicó la hormiga para añadir: Me estás retrasando y encimas estoy muy
cansada. Si llego tarde, mis compañeras se enfadarán, y no me gustaría tener
problemas de ninguna clase- afirmó la hormiga con gran nerviosismo.
-Está bien. Te propongo un trato – le sugirió
el grano de trigo, en aptitud risueña. Presta mucha atención, y comprobarás,
que mi propuesta es muy interesante-
-Veamos ¿De qué se trata? – preguntó la
hormiga, depositando al grano de trigo en el suelo, mientras se detenía para
descansar un poco.
El grano de trigo le comentó: – Si me dejas
aquí, en este surco, y consientes que la lluvia me entierre en la tierra,
cuando llegue la próxima cosecha, tú y tus compañeras podréis venir y encontrar
cien granos de trigo como yo.
La trabajadora hormiga, reflexionó un buen
rato antes de responder.
- Está bien – dijo, sería injusta contigo
si no te doy la ocasión de demostrarme de lo que eres capaz.
Sólo me gustaría saber, una cosa, ¿cómo lo harás?
-Es un misterio – respondió con solemnidad el
grano de trigo.
Llegado el tiempo de la nueva cosecha, la
hormiga no llegó sola, al lugar donde había dejado el grano de trigo, le
acompañaban sus compañeras.
Con asombro comprobaron que, en su lugar,
una gran planta había crecido, sus granos podían dar de comer a todo el
hormiguero.
-Gracias amigo grano por cumplir tu promesa-
¿Cuál es la moraleja de la Fábula la
hormiga y el grano de trigo?:
Que muchas veces, el ser precavidos, sobre
todo en tiempos difíciles, no debe ser lo más importante, puesto que debemos,
aprender, que no solo comprar, ni llenarnos de cosas, será suficiente. Más bien
es saber lo que podemos lograr, cada año, con nuestro trabajo o con lo que
emprendamos, que sean nuestra fuente de ingresos o progreso.