¿Por qué será? . Qué cada
vez que pensamos en un déspota, nos imaginamos a un tipo entrado en carnes,
sudoroso, grandote y con cara de que todo le da asco. Cuando puede ser, bajo de
estatura, enjuto de carne, con ojos de gato y que no suda, aunque se le aplique
todas las bombillas de una máquina para broncearnos.
El sujeto en cuestión,
es aquel que se porta o comporta de forma tiránica, con los demás (ante y,
sobre todo, con los que están a su servicio) abusando del poder o de la
autoridad que tiene.
El origen de dicha
palabra, proviene de griego despotēs’. Lo gracioso del caso, es que, dicha
palabra era utilizada sin más, para referirse a un amo, señor, soberano o rey,
sin que tuviese que significar que era malo o se comportaba, tal y como, los
anteriores sujetos.
LA PRIMERA VEZ
Que se utilizó la
palabra déspota, fue en el siglo IV al XV, durante el Imperio Bizantino,
aplicada al emperador, y a miembros de la familia imperial que poseían
posesiones y personas (caballerizos, cocineras, lacayos, secretarios,
albaceas).
¿Qué ocurre? Que al no
comportarse como mandan los cánones de buena conducta, urbanidad y respeto, la
palabra derivó en algo totalmente negativo, haciéndose popular, en el sentido
de” aquel que abusa de su poder o autoridad”
En un escrito del siglo
XVI, obra del historiador, de papas, el
palentino Gonzalo de Illescas, encontramos, en castellano, una palabra, aunque en la forma de “despoto”. El destinatario de esta palabra, fue el rey de Rusia Iván IV conocido como Iván el Terrible.
palentino Gonzalo de Illescas, encontramos, en castellano, una palabra, aunque en la forma de “despoto”. El destinatario de esta palabra, fue el rey de Rusia Iván IV conocido como Iván el Terrible.
Tendría que llegar el
siglo XIX, para que se comenzase a utilizar el término “déspota” en el sentido
que hoy en día le damos.
La Historia, está
plagada de reyes déspotas, a los que no les importase nada, aparte de ser
ellos, y solo ellos, quienes mandasen, quitando del medio, todo lo que les
estorbase para conseguirlo.
Entre ellos se encuentra
Ricardo III de Inglaterra.
Este monarca no estuvo mucho tiempo en el
trono, pero, así y todo, dejó tras de sí, un reguero de maquinaciones,
palatinas, que le llevaron a cometer toda clase de tropelías por mantenerse en
el poder, haciéndolo desde el primer momento, en el que, su hermano Eduardo IV,
le confiase, al fallecer, la custodia de sus dos hijos, que terminaron siendo
asesinados, en la famosa Torre de Londres, con lo que desaparecieron, probables
interferencias en su camino hacia el trono, una cosa muy normal, en la
Inglaterra del siglo XV; aunque, antes, tuviese que lijar ciertas asperezas,
como la intromisión de la reina viuda, y de su hermano el conde de Rivers,
aunque de ellos, hablaremos más tarde.
Parte de su niñez, transcurre lejos de sus
padres, en casa de la llegaría ser, su primera esposa, Anne Neville, hija de su
primo el Conde de Warwick.
Recién cumplidos los ocho años, su madre
decide ponerle a salvo enviándole a los Países Bajos (donde vivirá junto a su
hermano Jorge), puesto su padre había fallecido, junto a otro de sus hijos,
Edmundo, en la batalla de Wakefield. Allí permanecería hasta que la victoriosa
casa de York (1461) se hiciese con el trono, y con ello, su hermano Eduardo
pasase a ser el rey Eduardo IV.
Convertido en duque de Gloucester, regresa
al lugar donde había vivido, quien le terminaría por pulir y ser un noble
caballero.
Siempre fue leal, a su hermano, el rey
Eduardo IV, de ello, lo prueban las diferentes empresas, que este, le diese,
entre ellas, en el año 1471, la ejecución en la Torre de Londres, del depuesto
rey Enrique VI. Nada que ver con el hermano, con el que vivió en los Países
Bajos, al que de nada valió ser duque de Clarence, para ser condenado por
traición y ejecutado en el año 1478; todo apunta a que fue ahogado en un barril
de vino.
Luego aconteció, que, al principio
les informaba, la muerte por neumonía de su hijo Eduardo de 12 años, heredero
legal al trono, al que hizo trasladar a la Torre de Londres, con el pretexto de
evitar un posible atentado. Después vino la captura de su hermano, el duque de
York, y su posterior asesinato. En ambos casos, Ricardo, negaría estar
involucrado y no tener nada que ver, en su “desaparición”.
La reina viuda, Elizabeth Woodville, así
como su hermano, y los hijos que, esta (el marqués de Dorset y Richard Grey),
había tenido en su primer matrimonio, no estaban dispuestos a no saborear el
“festín”, que conllevaba ser los dueños del trono de Inglaterra, aunque
tuviesen que esperar a que el tierno infante, reinase. Pero… Ricardo fue más
astuto, y aprovechando, que el futuro rey de Inglaterra, se había ausentado
para preparar su coronación, en Londres, acompañado por unos familiares maternos,
hizo detener a los dos hermanos, lo que supuso un acertado golpe, pues es
nombrado protector de sus sobrinos, ya que de no haber conseguido arrestarles,
él, hubiese sido, el siguiente inquilino de la Torre de Londres.
Poco a poco iba desuniendo, para vencer, y
así le llegó el turno al entonces Presidente del Consejo, William Hastings,
amante de Jane Shore, amiga de la reina viuda.
Sucedió que… un día Ricardo se presentó
ante el tribunal a quien mostró su brazo izquierdo, que estaba atrofiado de
nacimiento, esgrimiendo que estaba así, por culpa de una práctica de hechicería
que Jane Shore, había hecho contra él.
Cuando William Hastings salió en defensa
de su amada y de la reina, Ricardo estalló <<Te digo, que lo han hecho, y lo pagarás con tu
cuerpo, traidor>>, mientras golpeaba con
fuerza contra la mesa. Nadie sospechó, que aquella era la señal para que se entrasen en el tribunal unos hombres
armados. Estos arrestaron a Hastings para cortarle la cabeza sobre el tronco de
una madera.
La muerte de William Hasting, fue la
primera, a la que las siguieron la de los dos hijos de la reina viuda, Rivers y
Grey. Con aquellas muertes, Ricardo demostró que nada se iba a oponer a su
poder, sobre todo, basado en el terror.
Y lo que, años después pasaría con Enrique
VIII, ocurría en la iglesia de San Pablo cuando un clérigo argumentó que el matrimonio entre Eduardo IV
con Elizabeth Woodville, no tenía validez canónica, ya que el mujeriego
príncipe, había faltado a la palabra de matrimonio, dada, a una de sus amantes.
Ninguna voz se alzó para decir nada en contra. Y días después, en el
ayuntamiento de Londres, el duque de Buckingham, hacia la misma proclama,
mientras se escuchaban gritos a favor del <<rey Ricardo>>.
1483 El Parlamento inglés, declaraba a
Ricardo, como legítimo heredero de Eduardo IV.
La espada de Damocles, estaba pendida
sobre la cabeza del rey, debido a la misteriosa desaparición de los dos jóvenes
príncipes. Y aunque se hable de un tal James Tyrrel, quien confesó después de
sufrir atroces tormentos, que él lo había hecho por orden de Ricardo III, no se
ha encontrado ningún documento que así lo acredite.
No obstante, entre sus súbditos, así como
entre la mayoría de sus actuales historiadores, ambos están convencidos de la
culpabilidad del rey, lo que le desacreditó ante su pueblo y sirvió como
detonante para ser utilizado por sus enemigos, quienes le acorralaron hasta que,
en el año 1485, Enrique Tudor, heredero de la casa de Lancaster, llega a
Inglaterra, lo que llevó a la Guerra de las rosas.
BOSWORTH
Los partidarios de Enrique Tudor, se enfrentan
a los pocos leales que a Ricardo III, le quedaban. ¿Quizá cita obligada? ¿Quizá
elegida por el destino? El caso que a 160 kilómetros , al norte de Londres, en
Bosworth, se disputará una batalla decisiva, la última contienda importante,
ocurrida de las << Guerras de las rosas>>, o lo que es lo mismo, la
guerra civil entre las Casas de Lancaster y York , acontecida en la segunda
mitad del siglo XV(1485) y que tuvo como ganador a los Lancaster, propiciando
con esta victoria la entrada de los Tudor como nueva dinastía en Inglaterra , y
la desaparición, con la muerte de Ricardo III, la de los Plantagenet.
La batalla decisiva tuvo lugar a unos 160
kilómetros al norte de Londres. Abandonado por los suyos, y cuando ya lo tenía
todo perdido, Ricardo se lanzó contra sus enemigos, sabiendo que la muerte le
estaba esperando.
¿Suicidio?, ¿valor?, ¿o temor a las
represalias y terminar en la Torre de Londres, para después morir a manos de un
verdugo?, quizá nunca se sabrá.
Con todo este cúmulo de
sucesos, alrededor de Ricardo III, comienza a configurarse una auténtica
“leyenda negra”. Y que, entre, numerosos historiadores, se hallan destacado,
aspectos positivos, tales como: Un sistema de justicia gratuita para los que
menos poder adquisitivo tenían, unido con el procedimiento de libertad, bajo
fianza para los acusados de delitos comunes. Liberar la venta de libros,
establecer el inglés, como lengua oficial de los tribunales, anulando el
francés que había sido, hasta entonces el idioma representativo de dicho
estamento, desde el año 1066, con la conquista de Inglaterra por los normandos.
No obstante, sin duda
alguna, a pesar de estas gotas de “justicia”, prevalecen, el terror y la falta
de escrúpulos, que fueron sus armas, en una época, en las que fueron utilizadas
por monarquías, y nobleza, en la misma época en la que él, vivió.
Este tipo de gobierno,
hará popular, aquella frase que dice “todo por el pueblo, pero sin el pueblo”.
En esta etapa, fueron
muy célebres los reinados de Carlos III y de José I.
DESPOTISMO ILUSTRADO
El concepto de
despotismo está vinculado al abuso de poder ya sea moral o físico, imponiendo
el uso de la fuerza en el trato con un determinado grupo de personas. Este
concepto suele estar vinculado con un tipo de gobierno que posee el poder
absoluto y cuyo accionar no se encuentra limitado por las leyes existentes. Un
concepto político que surge en la segunda mitad del siglo XVIII en Europa
(Austria, Rusia y Prusia), que se enmarca dentro de las monarquías absolutas y
que pertenece a los sistemas de gobierno del Antiguo Régimen Europeo
Entre los monarcas que reinaron en este periodo se
encuentran: Federico II de Prusia
José I el Reformador de Portugal
Catalina II de Rusia
Carlos III de España.
José I el Reformador de Portugal
Catalina II de Rusia
Carlos III de España.
DICTADURA y DESPOTISMO
Son dos signos de
identidad de algunos gobernantes, que, en la actualidad, mantienen sus
regímenes a base de infundir temor entre sus ciudadanos.
Aquellos de utilizan un
poder absoluto, ya que no existe nadie que se les oponga, y quien lo haga, será
suprimido por la fuerza.
En esta clase de
gobierno, se encuentran las organizaciones, gubernamentales, NO DEMOCRÁTICAS,
tales como las dictaduras, cuyo carácter es proceder con suma tiranía
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