En todas las culturas, el ser humano se afana en conseguir, destruir a la muerte, para vivir eternamente, y ha empeñado, empeña y empeñará, todas sus energías con tal de conseguirlo.
Una supuesta bebida, elixir de la vida, o del secreto de la inmortalidad, como así la llaman, es supuestamente, la que hará que los humanos, no solo consigamos no enfermar, sino, además vencer a la muerte a todo el que la bebiese.
Los alquimistas fueron los primeros, que, en sus laboratorios, se embarcaron, en esta empresa, y que terminaron endeudados pues pusieron todo lo que tenían, en adquirir nuevos elementos que les llevasen al triunfo, aunque ates tendrían que conseguir encontrar la piedra filosofal, puesto que este elixir, se consigue gracias a piedra tan deseada y buscada, desde tiempos remotos, pues ambas, tenían lo que se necesitaba para su elaboración, oro, metal y cualidades curativas.
Muchas veces hemos llegado a decir, este mundo, es un pañuelo, una expresión que no sé, bien, de donde sale, pero que viene a decir que el mundo no es tan grande como dicen, y viene a cuento, de que pocos nos hemos librado, de encontrarnos en el lugar que menos esperábamos hacerlo, con algún vecino, conocido o compañero de trabajo. Pues algo así, aunque no se trate de un encuentro casual, sucede en otros países, con el tema de la inmortalidad.
Asia
China
Antiguamente, existía la creencia, de que, gracias a la ingestión, de algunos minerales, se conseguía una vida más larga, correspondiendo al oro, el primer puesto para dicho objetivo. El mercurio y el jade, tenían gran fama.
Una leyenda, relata, que durante la Dinastía Qin, el emperador Qin Shi Huang, un personaje déspota, que ordenó acosar a los partidarios de Confucio, y la quema de libros confucianos, capaz de dar orden para la construcción de la Gran Muralla China, donde, por desgracia, murieron miles personas, envió a un alquimista, en busca del codiciado elixir, acompañado por 1000 acompañantes, que nunca regresaron.
Una de las hipótesis, que se barajan, es que quizá llegaran a Japón, y por eso no volvieron. Y yo propongo otra. ¿No puede existir la posibilidad, de que, una vez descubierto el elixir de la inmortalidad, no hubiesen creado un lugar donde vivir y no regresar a palacio? ¿Y que ese lugar no fuese Shangri-La, pues allí trascurre la novela de James Hilton “Horizontes perdidos”; que ha sido buscada por aventureros?
Quizá aquella desaparición, hace que el emperador, obsesionado por el miedo a la muerte, se empeña en recorrer Asia en busca de otro Santo Grial, sin importarle lo que ello conlleva, sol, calor, frío, montañas, valles, y que acaban por dejarle exhausto, y llevarle justo a lo que él no quería llegar, a la muerte. Tenía entonces 48 años.
Recabada información en: http://lascosasquenuncaexistieron.com/http://caminaresunarteolvidado.com // spanish.china.org. / https://www.ecured.cu/
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