¿Mi nombre? Françoise-Athénaïs de Rochechouart de
Montemart. Nací en el castillo de Lussac-les Châteaux en 1640.
Desde muy pequeña, supe imponer mi voluntad y aunque
nunca fui una buena alumna, leía todo lo que caía en mis manos y me gustaba la
política
Siendo una
adolescente, sus padres deciden casarla con el marqués de Montespán, con quien
tendrá dos hijos.
Que sumados a los que tuve con el rey Luis XIV, que
estaba casado con María Teresa (Infanta de España y de Portugal, Archiduquesa
de Austria y Reina consorte de Francia y de Navarra) serían en total ocho.
En la primavera de 1669, doy a luz a la primera
criatura que tengo con el rey, ella y el último de nuestros vástagos, serían
legitimados.
Athenais,
siempre llegó a mostrarse, una persona muy interesada, consiguiendo, que Luis,
pagase sus deudas, le comprase joyas y propiedades, y le diese una vida como si
de una reina se tratase
Mi rabia iba en aumento y los celos que corroían,
pues a pesar de todo, Luis XIV jamás faltó a sus obligaciones para con su
esposa
Cierto es, que algunos de mis hijos ,fueron cuidados por Francisca, viuda de
un pobre agraciado poeta, de nombre Paul Scarron. Francisca era hermosa y
puritana.
Esta avispada dama ennoblecida con el título de
Madame de Maintenon, en 1675, conseguiría apartar a Athenais,
de la cama y del corazón de Luis XIV, quien, tras enviudar de María Teresa, se
casaría en secreto con ella
La vida sedentaria que llevaba, me lleva a engordar,
y mi cuerpo pierde su belleza, y con ella, el alejamiento de Luis. Para evitar
que el rey me abandone, acudo a la magia negra de un nutrido grupo, que se
creían vampiros y satanista.
La bruja que los comandaba, se llamaba Catherine
Deshayes, más conocida por La Voisin (que en francés significa el vecino), por
estar casada con un joyero llamado Antoine Monvoisin, el resto eran, Margot, la
Trianon, la Chanfrain y la propia hija de La Voisin.
De estos personajes se decían que, bebían sangre de
recién nacidos y niños, cuyos cuerpos convertían luego en cenizas.
Ni que decir, que La Voisin, logró convencerme, pues
según ella me dijo _ Puedes conservar el amor del rey, y destruir para siempre
A madame Fontages-, una de mis primeras rivales.
La Voisin no se andaba con remilgos a la hora de
elaborar las más nauseabundas pócimas, utilizadas en la celebración de satánicas
misas negras, y en las que no podía faltar, la sangre de los inocentes.
Todos tenían que beberla, en parte, de un cáliz de
oro, el resto era derramado sobre mi desnudo cuerpo. La Voisin, por cada
ceremonia, se embolsaba la no menos despreciable cantidad de cien mil luises.
Aunque, la guinda del pastel, y la más deseada por
la marquesa de Montespán, era la muerte de la reina, para casarse con Luis y
acceder al trono de Francia. Aquella ceremonia sería oficiada por, Lesage, un
sacerdote renegado.
Lo que mal comienza, acaba peor. Y es Guilburd, otro
de los miembros, de aquel siniestro clan satánico, que una vez detenido, contó
con pelos y señales, todo lo acontecido, en los diferentes lugares donde se
llevaron a cabo los rituales
En los castillos de Villebonim, Chagny y en la calle
de Beauregard, donde tenía su casa La Voisin.
Después, se acabaron los horrores con el
ahorcamiento, de casi todos los miembros de la secta, aunque Luis XIV, logró mantener
a la Montespan, lejos del juicio, a la vez que le retiraba los favores reales y
sexuales
Por mi parte, algunos años más de vida gocé,
mientras que, en esa espera, me convertí en una gorda vieja, de pelo gris,
aunque nunca, las gentes, olvidase mi pasado, y pagando a varias de mis
doncellas, para que durmiesen a mi lado, sin apagar las velas de la habitación
por temor a que, en la oscuridad, estuviese acechándome el Diablo
Athenais falleció un 28 de mayo de 1707,
posiblemente de las complicaciones con el colesterol y diabetes, con la estela del
recuerdo, de ser una mujer taimada y caprichosa, que había logrado a través de
su sexualidad, seducir a uno de los reyes más poderosos de la historia.
Luis XIV, durante sus primeros meses de matrimonio,
fue un esposo amantísimo, digo que lo fue, ya que su ardor erótico, le hizo
volver la cabeza, cada dos por tres, para observar a las féminas, como luchaban
por ser el objetivo, de atención de su persona, damas, ingeniosas, graciosas, que
se le acercaban como moscas a la miel
Mientras que su esposa María Teresa, bien educada
con un bagaje cultural notable y dotada intelectualmente, de graciosa, tenía
más bien poco, pues su carácter era más bien apocado y su manera de ser,
castellana hasta la médula, no consigue evitar, que la llamita del amor, no
termine apagándose
Como las comparaciones son odiosas, pasaremos con
suavidad, por otras damas, que gozaron del beneplácito del monarca: María Mancini (con la que pretendió casarse),
su propia cuñada, la duquesa de Orléans, rubia y coja, la duquesa de La
Vallière, que fueron la comidilla de la corte francesa, que estaban al tanto de
los devaneos de Luis XIV, que le costaron lloros, abandono, infelicidades y
humillaciones.
A pesar de tener su propio séquito de damas, se
encierra en su habitación y no quiere saber nada de las intrigas que pululan
por la corte
El primo del rey, el duque de Beaufort, almirante de Francia regresa a Francia acompañado por uno joven esclavo, negro, y se lo
regala a la reina, para que le distraiga. Este joven, había sido bautizado con
el nombre de Nabo, que según trascurre el tiempo, destaca como impetuoso y de mente
despierta, que se gana a los que están, en el círculo de María Teresa. En 1664,
durante uno de los embarazos de la soberana, le traen una dolorosa noticia, Nabo
había fallecido súbitamente
Las primeras contracciones, llegan el noviembre de
ese mismo, ha sido un embarazado, difícil, y ahora el parto, demasiado largo,
ponen en peligro, la vida de la madre y del bebé.
Las horas que costaron al hijo del rey, a llegar a
la tierra, fueron increíblemente largas.
La sorpresa no tarda en llegar, en una niña ¡negra!,
que para la reina ha sido un tremendo disgusto, y para los médicos, un callejón
sin salida, aunque si hay que mentir, se miente - El color de la recién nacida,
es debido, a lo que su majestad comiese durante el embarazo- dicen algunos.
Otros – El clima demasiado frío o caluroso, y que a
la niña le faltó el oxígeno, fueron los responsables de color de su piel.
Aunque nadie dice nada, a todos acude la imagen de Nabo y su color
Se cuenta, que la pequeña, era frágil de salud,
falleciendo a los 48 días de su nacimiento. Este hecho, aunque es recogido por
varios cronistas de la época; no se ha podido encontrar, los relatos de
testigos, directos de la muerte de la princesa negra
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