Esta historia dice que está basada en hechos reales,
acontecidos, a mediados del siglo XVIII, en un pueblo de Santander, España.
Aquellos sucesos, se narran, desde hace muchos años atrás, para convertirse, en
parte del folklore de la región.
Un niño llamado Francisco de la Vega Casar, nació en
Liérganes en 1747. Era un muchacho muy habilidoso, lo mismo en la pesca, que, a
la hora de nadar, y nadie se lo enseñó
Cuando era un adolescente (15 años), abandona su
pueblo para viajar hasta Bilbao, con la intención de aprender carpintería, lo
que le obligaría, a tener que quedarse en la capital, durante dos años.
1764 Una tarde, Francisco junto a dos amigos deciden
irse a darse un baño en el mar, para lo cual, todos se quitan la ropa, y acto
seguido se zambullen en el agua, mientras intentan hacerse aguadillas,
todos…menos Francisco, que nada y nada, hasta que se pierde en el horizonte.
Como no regresaba, todos salieron el agua, se
vistieron y esperaron su regreso. Todo fue inútil, así que pensaron que se
había ahogado, y fueron a decírselo a su madre, quién lloró
desconsoladamente
1769 Unos pescadores de Cádiz, se encontraban
faenando, cuando, a lo lejos, consiguieron divisar un ser que emergía del agua,
como si de un pez se tratase, pero que, a todas luces, se podía comprobar, que
su anatomía era la de un ser humano.
Con ardides, los pescadores consiguen capturarlo
para luego llevarse hasta el convento de San Francisco de esa ciudad
Allí, trataron por todos los medios a su alcance,
comunicarse con él, pero aquel ser ni respondía, ni emitía palabra alguna.
La sorpresa de los allí presentes, varias semanas después,
de haberle encontrado, fue que pronunció la palabra Liérganes.
Sin más preámbulos, le llevaron hasta aquella
ciudad, donde pudo abrazar a su madre y hermanos, que reían y lloraban de
felicidad, Francisco estaba, pero no estaba allí, era como si fuese a otro, a
quienes aquellas personas, besaban y abrazaban
Liérganes
Durante nueve años, vivió con su madre. Su forma de
actuar, indicaba que tenía algún trastorno mental., entre ellos, solo
alimentarse de vino y pan.
Un día cualquiera, se arrojó de nuevo al mar, nadie volvió
a saber de él.
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