Lo que puede llegar a suceder, a una niña pequeña cuando los
humamos nos comportamos peor que los animales
Oxana Malaya, nacida
1983 en la localidad de Novaya Blagoveschenka, Ucrania, fue obligada a dejar el mundo de los humanos, para
convivir con perros.
Nacida en el seno de familia de alcohólicos, sus padres lo
eran y siempre estaban peleándose, haciendo a la niña, el saco de los golpes de
sus decepciones y problemas, es decir golpearla para
desquitar su rabia.
Un día, cuando contaba, tan solo 3 años, sus padres están
totalmente borrachos, miraron a Oxana. Su madre le coge de la mano, mientras se
tambalea, le saca fuera de la casa y le lleva hasta un cobertizo, lejos de la
casa, y allí le abandona. Así da
comienzo un calvario que a Oxana le llevará,
5 años de su existencia, y que le ha perjudicado.
Al poco tiempo, un grupo de perros abandonados llegar hasta
allí…es su hogar.
Perece increíble que ninguno de ellos trate de morderla, o
de sacarla del refugio, es más, parece que entienden que Oxana, al igual que ellos,
no tiene hogar ni dueño
Acogida, por la manada, los perros actúan con ella, como si
fuese uno más entre ellos. El tiempo pasa y la pequeña va olvidando, lo poco
que había aprendido con su familia. Comía sobras de alimentos, la mayoría
crudos que le traían sus hermanos los perros. Ladraba como ellos, comía como
ellos, dormía como ellos y se porta a como ellos, y olvidó el lenguaje de los humanos.
1991 Un hombre descubrió, por casualidad “el castillo” donde
vivía una niña acompañada por perros, y avisó a las autoridades.
No había trascurrido ni un año, ni dos, ni tres, habían sido
5 años desde que la abandonaron.
Oxana acoge a las personas que se acercan a chamizo, con
gruñidos de ¡cuidado conmigo!, intentando morder al policía que trata de
cogerla. Jadea y anda a cuatro patas, e incluso aúlla, todo con tal de no ser
capturada
Es ingresada en un hospital psiquiátrico, donde tratan de
reeducarla, intentando que recuerde, como era cuando tenía 3 años. La joven,
fue desplazada a un hospital psiquiátrico, donde la educaron para que volviera
a recuperar los pocos modales que había conseguido adquirir a los tres años.
Todo el mundo, se porta, con ella, como si fuese un niño más, mientras que los especialistas
de la clínica, intentaron enseñarle su idioma, y a que comportase como un ser
humano.
Oxana, en aquella primera etapa, entendía lo que le decían,
aunque solo respondía con monosílabos o con ladridos, eludiendo la presencia de
los otros niños que estaban en el centro, pero totalmente feliz, cuando le
dejaban estar con perros.
La encargada de este caso, la psicóloga educacional Lyn Fry,
comenta la posición de la niña con estas palabras “Los perros dan su amor, su atención y su aceptación en
cierto sentido, mientras que el niño tiene que adaptarse a la situación del
perro. Si eso significa comer carne cruda y desperdicios del vertedero, lo hace
para sobrevivir"
Los años han pasado, ahora Oxana es una mujer adulta de 30
años, ya sabe hablar y su comportamiento, es como el de cualquiera de nosotros.
Este aprendizaje, ha sido un duro camino, y los progresos de
Oxana, no han sido, como en otros casos, los de un niño salvaje. La psicóloga
clínica nos lo explica “Oxana
tendría que haber escuchado el idioma de forma regular. Tal vez no se han
dirigido a ella, pero tuvo que estar expuesta a él y también a los seres
humanos".
A pesar de ese cambio, todavía, conserva ciertos rasgos de
conducta canina, que guarda en su interior, reflejándolos, cuando se siente
angustiada, vuelve al pasado, durmiendo acurrucada como un perro. Corretea a
cuatro patas cuando está sola.
Oxana Malaya, es una mujer sana, no muy alta, más bien
bajita, y como dice la psicóloga Lyn,” con
la mentalidad de una niña de seis años”.
El Dr. Vladimir Nagorno, otro especialista del centro,
aconsejó que había que "encontrar
una ocupación para ella, algún tipo de ocupación útil y tener en cuenta que
nunca se comportará como una persona completamente normal" agregando
“solo es capaz de
vivir esta vida práctica en esta comunidad, bajo la supervisión de sus
cuidadores".
Y así parece ser, pues se encuentra muy a gusto al cargo de
las vacas, además de dedicarse en cuerpo y alma a la horticultura .
A pesar de que es una chica risueña, con gran sentido del
humor y cariñosa, por desgracia recuerda, a su familia, y del porqué, su madre
hizo lo que hizo "mamá
tenía demasiados niños. Nosotros no disponíamos de suficientes camas, por lo
que me llevó hasta los perros y comencé a vivir con ellos ".
Se volvió, hace tiempo, a encontrarse con su padre, al que
no veía desde los 3 años, cuando la echaron de casa. Oxana no solo le perdonó,
es más, dijo que ella, era una persona “deseosa
de afecto y bondad". Que deseaba quererle, sin importarle, la clase de persona que hubiese
sido.
Recabada
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