Aún recuerdo , que cuando tendría unos 7 años, me llevaban a casa de la tía Flora, por
parte paterna , viuda y sin hijos , de
tío José, el hermano menor de mi abuelo Ángel ,a pasar 2 o 3 días, con sus correspondientes noches, pues mis padres
tenían que salir de la ciudad donde vivíamos por algún asunto urgente, y yo no podía faltar a clase,
o no podían llevarme con ellos, por lo que
sentía verdadero terror , si mi tía , me pedía que fuese a su habitación
para buscarle un pañuelo o algo , que allí se había dejado.
El solo
recuerdo de los oscuros ojos y espantosa sonrisa, mofletes rosados , de aquella
muñeca, vestida de blanco con un lazo
azul , morena con tirabuzones y una diadema con una margarita, zapatitos azules
y calcetines blancos, me pone los pelos de punta.
Despacio
me acercaba a la puerta. A tientas buscaba el interruptor para encender la luz,
taparme la mitad de la cara , para no ver aquel ser diabólico que me observaba y salir corriendo por el pasillo en dirección
al salón o la cocina, vamos, donde mi tía
Flora estuviese , o viendo la televisión o cocinando.
Tía
Flora falleció, y mi padre quedó como único heredero, así que tuvo que hacerse
cargo de todo el papeleo que conllevaba la aceptación de la herencia ( notarios
, Hacienda y un largo etc.)
Al final
se puso la casa en venta y se llegó a un acuerdo, en el cual, los cuatro hermanos de mi madre, que las cosas
que dejamos, se las repartiesen , las demás, se mandarían recoger con una empresa que
quisiera los muebles y lo que sobró .
Pero aquí no termina todo. Un día al regresar del colegio y entrar en mi
habitación, ¡ allí estaba ella sonriéndome como diciéndome , si te creías que
te iba a librar de mi estás equivocada!. Fue tan la que preparé, que mi madre
agarró a Virginia, pues así se llamaba la muñeca, la envolvió en papel de
periódico, y no supe que hizo con ella
LA
MUÑECA DE PATTY REED
Existen
muñecas , que no están , ni mucho menos embrujadas, ni nada por el estilo ,
simplemente, es su aspecto, el que no retrae de ellas : una sonrisa diabólica,
la falta de cualquier parte de sus cuerpos, brazos, piernas y ojos, o como en
el caso que nos ocupa, la desgracia de haber estado presente, mientras se
realizaban actos de canibalismo
En 1846 Patty
Reed. Patty, una niña de 8 años de edad
, viaja acompañando a sus padres hacía California.
No iban solos, pues un grupo
conocido por la Historia, como los Donner, los acompañaban.
Estando
a mitad de su recorrido, los viajeros le dijeron a Patty que se deshiciese de todos sus
juguetes que llevaba , de cuadernos y
libros, que eran artículos innecesarios,
para poder aligerar la carga de la carreta. Aunque ella se conformó, logró guardarse su adorada muñeca debajo de su
vestido voluminoso.
Ocurrió
que una inesperada pero terrible nevada
, los aisló durante meses , y los víveres se habían acabado hacía tiempo.
Comieron
desde trozos de cuero, hasta ratones, pasando por huesos viejo, al final… a
final terminaron por comerse los uno a los otros Como bien ya sabréis, este grupo de viajeros
estuvieron atrapados en la nieve y comieron trozos de cuero, ratones, viejos
huesos y, finalmente, mutuamente.
La
muñeca, junto con toda la familia Reed, asombrosamente sobrevivió a su viaje
infernal al oeste, y pudo llevar una vida cómoda en San José. La muñeca de
Patty está ahora en exhibición en el Museo del parque de Sutter, en el estado de Sacramento, California.
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