Lo cierto es que a muchas personas quedarse encerrados en un
cementerio, lugar solitario donde los haya, con un miedo terrible a una posible
aparición, o de sentirse espiados por ojos que no son humanos, se las trae.
Este temor llega hasta tierra árabes, dando lugar a las
historias de Ghuls o espíritus que se alimentan de cadáveres de seres humanos,
seres demoníacos engendrados por Iblis, el Satanás musulmán.
Los Ghuls merodeaban por las moradas de los difuntos en
busca de cadáveres a los que, primero desenterrarían para luego comérselos. Pobres
de los que se cruzasen con ellos, durante sus viles ejercicios, pues aquellos
también podrían acabar muertos.
Existían caravanas que transitaban por las volubles dunas
amadas por el simún, y que, al llegar la noche, las gentes de las caravanas se
acercaban al calor de una hoguera dando suelta a los más terribles seres demoníacos,
los Jinns, que a voluntad se podían transformas e anima o humano según sus
caprichos o criterios, en busca de una incauta víctima.
JAPÓN
En la cultura nipona las historias que se relatan hablan de
los Nukebuki. Se trataba de monstruos con apariencia humana, que desprendían
las cabezas de sus cuerpos por la noche, las cuales salían volando en busca de
algo que llevarse a la boca.
Luego estaban los Rakshasa, que eran espectros hambrientos,
llamados Jikininki, condenados a robar las ofrendas que se dejaban a los
muertos en sus tumbas o carroñas en los cadáveres, y que tenían el don de
disfrazarse de mortales normales, durante las horas del día.
En China eran los Jiang Shi” cadáveres rígidos”, seres
muertos vivientes, que tras suicidarse o no haber sido enterrados, se les condenaban
a desplazarse a saltos en busca de seres vivos que se alimentaban de su impulso
vital o qio.
Varios comentaristas dan por seguro que la costumbre china
de transportar los cuerpos de los trabajadores emigrados, muertos, de vuelta a
sus provincias e origen para que los enterrasen, es posible que fuesen la causa
de esos cadáveres de que movían a saltos.
Todo tiene su explicación. En tiempos pasados, los cadáveres
se transportaban en camillas de bambú, para que todo el mundo los viese. Claro que,
si los observamos desde lejos, a veces parecían botar hacia arriba y abajo,
cuando las cañas sobre las que estaban tumbados se combaban
Su aspecto espíritus carnívoros del folklore árabe
Tamaño: Unas muchas ocasiones inmenso, aunque frecuentemente,
llegar a tener el tamaño de las criaturas cuya forma toman prestada, como por
ejemplo la hiena.
¿Hasta cuándo podían vivir?: Eran no muertos
Poderes: Cambiar su forma a su voluntad, malévolos y feroces
Hábitat: Cementerios y lugares sin vegetación, en especial
el desierto árabe.
Recabada información en el Bestiario mágico de Tomy Allan