EL REY QUE NACIÓ CON DIENTES


                                                              Luis XIV con su madre Ana de Austria

Suele suceder, que como no hemos vivido en el año, que lo hizo un determinado personaje, debemos investigar en diferentes documentos, algunos de los cuales nos pueden llevar, no a un engaño, sino a una información que no está ni confirmada ni investigada, hasta que se da con la que, nos podemos fiar.

Tras lo cual iniciaremos esta increíble historia, hablando de sus padres, lo indispensable, pues el protagonista, es el hijo, compartido, por desgracia con su madre Ana de Austria

Era Ana de Austria, la mayor de 8 hijos de los reyes Felipe III de España y de su esposa, la reina Margarita de Austria. El nacimiento de Ana acontece en la localidad vallisoletana de Cigales un 22 se septiembre de 1601. A los 10 años se quedó huérfana de madre al dar a luz a su octavo hijo.
Felipe III, sin duda, pasaría a la Historia como un monarca anodino, aunque en lo privado como marido(enamorado) y como padre(amantísimo) se dedicó a sus hijos depositando en Ana más amor filial que al resto de sus hermanos
                                                         Los padres de Ana 
1615 noviembre, Ana se dispone a cruzar la frontera hecha de puente sobre el río Bidasoa, entre España y Francia, para encontrarse con su esposo Luis XIII del país galo, con en que había contraído matrimonio por poderes, en Madrid.

Aquel matrimonio, como otros tantos de la nobleza, había sido por motivos de estado, y había sido concertado por María de Médici madre de Felipe, en la que encontraría una suegra fría distante, que impuso a los hijos de Ana, o sea sus nietos, la más estricta etiqueta, dejando que prevaleciese un único objetivo …el estado.

Mucho tuvo que pasar Ana de Austria en aquella corte en la que mandaba no su esposo sino su suegra, la cual consiguió, gracias al cardenal Richelieu, la separación de la pareja  
Siete años después de su boda, un tonto tropezón hizo que lo perdiese, lo que le alejó más de Felipe quien la culpaba de la muerte de su hijo. Ana tendría que esperar veinte años de infertilidad, para volver a quedarse de nuevo embarazada. Este embarazo fue considerado como un milagro por muchos cortesanos.


Después de la pérdida de anterior, a este, habría que encomendarle a todos los santos, hacer novenas, prometer votos. Sin olvidar pedir consejos a galenos y matronas con un interesante curriculum de niños vivos.

El doctor Juan Alonso y de los Ruices Fontecha, médico, obstetra, farmacólogo y escritor español, indicaba en su libro del año 1606 “Privilegios para mujeres preñadas “, claro que, distinguidas, soluciones o consejos para impedir el aborto. No se imaginan que era lo que sugería…lucir esmeraldas, finas piedras de águila y ricos diamantes, que serían efectivos impidiendo la salida del feto, hasta que no le llegase el tiempo oportuno.

Para este médico, ese tiempo llegaba cuando toda esta joyería se colocaba sobre el muslo izquierdo de la parturienta con la intención de facilitar el alumbramiento. Y Ahí tenemos a su majestad la Reina Ana de Austria rodeada de joyas y dispuesta a parir asistida únicamente por una importante comadrona  madame Peronne, de quien no se tiene más detalles.


Las parteras tenían ser discretas, alegres, de buenas costumbres, entre 45 y 50 años, mejor si era viuda, que ya hubiesen sido madres, además de buenas cristianas (si el niño estaba en peligro tenían una bula del obispo que les permitía dar el sacramento del bautismo para que el niño no muriese en pecado). Además, que estar preparadas para posibles complicaciones que pudiesen surgir.
Por muy importante o distinguida o recomendada que fuese la citada comadrona, el niño tardó en llegar al mundo, doce horas de terribles e interminables espasmos y retorcimientos para su real madre, cercana a los 40 años. Dos años después nacía su segundo hijo, Felipe.

Por fin primero la cabeza y después la cara y después, después la boca llena de dientes de leche. Aquello tuvo que ser un impacto digno de ver. No faltaron los que, adelantándose al resto de los otros, aseguraron que aquello era obra de un prodigio sobrenatural. Además, al ser tan deseado y heredero de la corona francesa, no podía nacer como cualquier mortal.

Ninguno de ellos llegó a saber, que aquello que creyeron un prodigio, fue en realidad una anomalía de la naturaleza, y no el único.  Tenemos a un héroe Manio Curio Dentano, plebeyo de la Roma Antigua, Ricardo III, Napoleón, el Cardenal Nazarino, Hannibal y el Cardenal Richelieu.

Las que no lo debieron de pasar nada bien, fueron sus nodrizas, las que no le importaron si los dientes eran o no era de leche, pues morder, mordía y con ganas, que tenían que ser, muchachas de unos 25 años, parecidas a la madre, con constitución fuerte y sana, buen carácter, pechos firmes y no muy grandes, y que hubiesen pasado como mucho 2 meses desde que dieran a luz, si hubiese sido a un varón mejor.

Debía además cuidar mucho su alimentación y al niño hasta casi los 5 años, bañarlo, cambiarlo, acunarlo, vamos, haciendo las funciones  propias de una madre . La infancia de los niños pasaba por tres etapas en la época medieval, a los 3 años la edad de la palabra, a los 5 la del juego y a los 7 la de la razón.
                                                       Luis a la izquierda con su hermano Felipe con ropa femenina
Como es de esperar Luis XIV creció y se desarrolló como cualquier ser humano, hasta convertirse en el Rey Sol, reinando también Navarra, copríncipe de Andorra, quien nos dará un claro ejemplo de lo que puede llegar a ser un real padre o un rey con ganas de serlo


Luis se casa con la Infanta Maria-Teresa de Austria, con la que tiene 6 hijos. Por la alcoba de este monarca, pasaron desde una princesa real, hasta la más simple sirvienta, solo tenían que tener un don … ser bellas, que eso debía de servir como calmante de este ardoroso monarca, por lo menos esos fue los que indicó su día su cuñada la Princesa Palatina, segunda mujer de su hermano Felipe, Duque de Orléans

El Rey Sol, sólo se bañó dos veces en su vida, siempre bajo órdenes del médico. Otra de sus excentricidades era la de conceder audiencias sentado en el retrete.

Escribía versos y era un gran apasionado del ballet, pero hasta tal punto, que Luis XIV, bailó en más de 30, en uno de ellos, por más señas en el Ballet de la Nuit, que duró 12 horas, el monarca apareció en la cuarta y última parte, así y todo, se pasó bailando desde las 3 de la madrugada hasta que amaneció

Por aquel entonces, Luis tenía 15 años e iba vestido, para intervenir en la obra, y que no fue la única, con un traje masculino de falda corta bordada y tocado con plumas adornado con el Sol y sus rayos. Su última actuación fue en 1669. El Rey Sol también tocaba, muy bien, la guitarra.

A pesar de estar casado con la infanta española María Teresa, tuvo numerosas favoritas, concubinas y amantes reales. Entre las principales estuvieron Louise-Françoise de la Baume, duquesa de la Vallière (con quien tuvo 4 hijos), la marquesa de Montespan (le dio 8 hijos), la marquesa de Maintenon (con la que se casó en secreto), y la duquesa de Fontanges.

El físico holandés Christian Huygens regaló al rey el considerado el primer péndulo de la historia. Al morir el monarca, el 1 de septiembre de 1715, a las 7,45 de la mañana, el péndulo dejó de moverse sin que nadie encontrase una explicación

Ana de Austria se debatía entre la vida y la muerte a consecuencia de un cáncer de mama, uno de los primeros certificados en la Historia, allá por el año 1666.  A pesar de los pesares, Ana conservó la serenidad y la paciencia que caracterizaron toda su vida. Aceptó su destino con entereza y gran fortaleza.  Con ella desaparecía una de las reinas más importantes de Francia.  Fue enterrada en la basílica de Saint-Denis, al lado de los grandes monarcas de Francia.

CURIOSIDADES QUE SABER

En el año 1682 nació su nieto el Duque de Borgoña, primogénito de su hijo Luis apodado El Gran delfín.
Como en tantas veces, el parto se complicó y el doctor que atendía a la esposa de su hijo, María Ana Cristina de Baviera, Clément mandó preparar una cataplasma a base de huevo y aceite de almendras dulces.
Al observar que el vientre de la regia dama estaba inflamado, hizole aplicar la piel de un carnero negro recién degollado.

No se pierdan la escena: el carnicero en una estancia cercana a la habitación donde se encontraba Ana María quitaba la piel al carnero, pero tuvo miedo de que se enfriara y no se le ocurrió otra brillante idea que correr para llevarlo a la recámara olvidándose de cerrar la puerta. La aparición del carnicero todo lleno de sangre llevando en sus manos la piel del animal y bufando como un toro, llenó de espato a los allí presentes.
Si eras buena y las complicaciones las resolvías podías recibir por parte de los padres, en este caso de un abuelo, la cantidad nada despreciable de 10.000 libras, la moneda francesa sustituida por francos en 1795.

Las parteras que asistían a princesas o reinas susurraban estas palabras al odio de la parturienta en cada alumbramiento<<Bizomie lamio lamium azerai vachina deus deus sabaoth. Benedictus qui venie in nomine Domini, osanna in excelsis>>

Mientras que las comadronas que asistían a las de menor poder adquisitivo, pedían por su trabajo una moneda de plata o en su defecto una pieza de tela de hilo o la mejor gallina ponedora que tuviesen, indicando a las mujeres que era lo que tenían que hacer: bañarse en un baño con malvas, malvavisco, manzanilla y otras hierbas, untarse con aceite de ajonjolí, óleo de almendras dulces y grasa de gallina.

Llegado el momento del parto, las parteras se reunían con otras mujeres de la familia o allegadas, para preparar a la mujer. Existen escritos en los que se dice que las parteras, llevaban granos de pimienta y rezaban<< Libra Señor a estas mujeres de las penas del parto>>posteriormente con los granos se hacían una infusión y se la hacían beber. O molían hierbas envolviéndolas en lana para colocarlas sobre la barriga de la reciente madre

Tras el parto, a las mujeres, no hace muchos años de esto, se les daba para beber un caldo de gallina, en la Edad Medía, les daban sorbitos de crisantemo y nuez moscada disuelta en cerveza para bajar la fiebre.
Si la fiebre alta aparecía en una primeriza, de hacía con pasas negras un jarabe
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http://www. detectivesdelahistoria.es
Artículo aparecido en el rotativo La Razón edición impresa 8/10/2017 
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