¿ Cuantas veces nos hemos preguntado quien fue antes el
huevo o la gallina? Y otras tantas ¿el porqué de los inventos?,¿casuales o necesarios?
Al que nos vamos a referir ahora, fue el resulto de una
simple mirada y de un acto por parte de una persona.
1866 en el Condado de Greene, en Alaba, viene al mundo Mary Anderson. Treinta y tres años después, 1889, tras el
fallecimiento de su padre, se traslada con su madre y su hermana a la ciudad de
Birmingham, en el mismo condado de Alabama,
Por aquellos entonces, Mary era una resuelta mujer de
negocios, dispuesta a subirse al tren de la restauración de la zona, que quedó
destruida durante la Guerra de Secesión, donde consiguió levantar varios
edificios de apartamentos, posteriormente se trasladó a vivir en California, donde
gestionó una granja dedicada a la explotación ganadera, que también tenía
viñedos.
Su inquietud, que era constante, le lleva a viajar hasta
Nueva York, donde conoció la lentitud de los tranvías, no por los motores, sino
porque debían pararse, una y otra vez, para que el abnegado conductor, con más
paciencia que el santo Job, limpiase los parabrisas del vehículo, que no se
veían a consecuencia del agua o de la nieve que caía.
Mary Anderson se dijo – Algo tengo que hacer para solucionar
este problema- Se sentó y consiguió lo que tenía in mente, diseñar un artilugio
que consistía en unir a un brazo metálico, una lámina que arrastrase el agua de
la lluvia y los copos de la nieve, de la luna en plena conducción. Algo que era
aceptado, como un mal menor por los pocos conductores que existían.
Y así, tras varios modelos, a los que fue mejorando con esto
y con aquello, decide patentar su invento en 1903, con lo cual, el problema del
agua de la lluvia y los copos de la nieve, quedándose en el parabrisas, tenían
los días contados y además sería bien acogido por todos los conductores de vehículos.
Ni que decir tiene que pronto llamaron a su puerta, era de
la compañía de automóviles Ford que estaba muy interesado en el invento.
No obstante, muchos pensaron que el invento no duraría, ya
que opinaban que el movimiento de los limpiaparabrisas podría distraer a los
conductores. En 1913 miles de
estadounidenses conducían sus propios coches con limpiaparabrisas mecánicos. Un
siglo más tarde es casi imposible imaginar qué haríamos los conductores sin
limpiaparabrisas.
Mary Anderson vivió el resto de su vida en la ciudad de
Birmingham
Resulta increíble que un invento, pequeño en su estructura,
pero que ha salvado en más de una ocasión a algún conductor la vida, su
inventora, pase sin pena ni gloria, totalmente olvidada, como suele pasar, por desgracia,
en estos casos
Para finalizar hablaremos de lo que está intentado llevar a
cabo la escudería de McLaren, que en el 2013 celebró su medio siglo de vida,
adaptar a los parabrisas de sus superdeportivos, un sistema de ondas sonoras de
alta frecuencia, parecida a la utilizan los aviones de combate
Por lo que se sabe, este sistema es muy utilizado, por los
médicos en el escaneo de los bebés, por los dentistas para eliminar la placa de
los dientes o para quitar el polvo que se acumula en los sensores de las
cámaras réflex.
Resumiendo, se trata de crear pequeñas vibraciones, en la
luna para que la lluvia, insectos que reboten en ella o pequeños residuos,
salgan rebotados.
Se trata de crear pequeñas vibraciones en la luna para que
la lluvia, pequeños residuos e incluso insectos rebotasen en ella, que, según
McLaren, mejoraría mucho la visibilidad, además de poder eliminar el motor del
limpiaparabrisas y reducir el consumo de combustible.
Hasta la fecha, aún no ha salido a la venta ningún McLaren,
que no lleve el consabido limpiaparabrisas, y eso que lo tenían ya previsto
para el 2015, y que podría ser el P13, el sustituto del McLaren MP-12C, un
biplaza pensado para competir con el mítico Porsche 911.
Lo que desconocemos si esa prestación subirá mucho o poco,
el importe del cochecito, máxime cuando se informa, que aún están muy lejos de
verlo en coches de producción masiva
Ya ven ustedes, hemos comenzado hablando de Mary Anderson y
su invento y hemos terminado hablando de unos superdeportivos, que por su
cuantía están al alcance de muy pocos bolsillos si uno no tiene un poder
adquisitivo alto.
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