LA MUERTE Y LEYENDAS SOBRE LUIS CARLOS REY DE FRANCIA


Sus padres Luis XVI y la archiduquesa María Antonieta, antes delfina para más tarde ser reina tras el enlace pactado con el rey, perdieron la vida por vivir por encima de la vida de su pueblo

No era nada raro que cada dos por tres, se celebrasen cacerías, a las que eran muy aficionados. Ni que tampoco la reina se gastase en vestidos y en juegos de azar, importantes sumas de dinero, amén de preocuparse de sus pelucas, más que de gobernar sabiamente a su país  


Se dice que incluso, tuvieron que transcurrir 7 años, para que mantuviesen relaciones maritales y con ellas llegaron María Teresa, Luis José, de quien se decía que era bastardo, luego vendrían Luis Carlos y Sofía Beatriz

Envueltos en una vorágine de lujo, rodeados de todo y de aquello que les sobraba, no querían admitir, que el pueblo francés, sumergido en la más terrible de las absolutas miserias, en 1789 se levantase en armas.

Que llegasen los Estados Generales para posteriormente el motín en la prisión parisina de la Bastilla a la que siguen la muerte del delfín Luis José de salud fue muy delicada, sufriendo fiebres periódicas, a los cinco años comenzó a curvársele la espalda, le ponían corsés de metal que le produjeron una gangrena en dos vértebras.

Murió en un estado pésimo tras contraer la tuberculosis, atribuida a la leche de su nodriza Geneviève Poitrine y murió durante la celebración de los Estados Generales de 1789, en el palacio de Meudon, con tan solo 8 años.

Luis XVI fuese separado de su familia, sentenciado a muerte y en 1793 guillotinado Entonces, los monárquicos hacen proclamar, rey, a su hijo Luis, que apenas contaba 8 años, y quien no sabía ni leer ni escribir, mientras que su regia madre, María Antonieta, a la que también había procesado, era condenada a morir en la guillotina.

Antes, mientras que duró el proceso, al pequeño Luis Carlos- Luis XVII, le obligan a mentir, declarando contra su madre, de que era objeto de sus juegos sexuales y de otros manejos de misma índole.  La reina es encerrada en la prisión del Temple, un monasterio fortificado hasta el día de su ejecución

Lo que sucedió a partir de aquel día con la suerte que corrió Luis XVII, transcurre este el mito y la leyenda, ya que los revolucionarios lo mantuvieron, en la prisión, siempre postrado en una cama y aquejado de enfermedades respiratorias. Oficialmente falleció a los 10 años aquejado de tuberculosis en 1795.


Una de las leyendas nos lo sitúan en Argentina, donde había conseguido escapar embarcado en un navío que tenía como destino ese país y ¡cómo no! una lista de personas que decían ser los herederos legítimos de Luis XVII, en total 43, quienes tenían la intención de restaurar la monarquía en Francia.
Los doctores Dr. J.B.E Dumangin – Dr. Lassus - Dr. Ph. J Pelletan – Dr. N. Jeanroy, fueron los encargados de hacerle la autopsia, de la que extractamos una serie de detalles:

Llegando al segundo piso entramos a un apartamento en la segunda pieza donde encontramos en una cama, el cadáver de un niño que nos parece tiene una edad alrededor de 10 años, que los comisarios nos dicen que es el hijo del difunto Luis Capeto y que dos de nosotros hemos reconocido que es el niño al que prestamos nuestros servicios anteriormente.

Sobre lo cual hemos procedido a verificar los signos de la muerte, que hemos encontrado están caracterizados por la palidez universal, el frío de todo lugar del cuerpo, la rigidez de los miembros, los ojos apagados, las manchas violáceas comunes a la piel de un cadáver
Sobre todo, por una putrefacción que ha comenzado en el vientre, en el escroto y en la parte interna de los muslos. Hemos hecho la observación, antes de proceder a la apertura del cuerpo, una delgadez general que es la del marasmo.

El pericardio contiene la cantidad ordinaria de serosidad, el corazón está pálido, pero en su estado natural. El cerebro y sus dependencias están dentro de la más perfecta integridad.
Todos los desórdenes que estamos detallando son evidentemente el efecto de una condición escrofulosa existente de mucho tiempo atrás.

Después, los historiadores se han dedicado a realizar conjeturas, hasta bien entrado este siglo, cuando un análisis de ADN ha puesto la verdad sobre la mesa. Luis XVII murió, en efecto, en la prisión del Temple de París.

¿Qué es lo que ha ocurrido para que los científicos llegasen a esta conclusión?, el corazón de Luis XVII conservado en un frasco con alcohol, que pasó de mano en mano como la falsa moneda, de ciudad en ciudad durante la friolera de doscientos años

Para los análisis se contó con un mechón de pelo de María Antonieta, que fue remitido por sus familiares. Así mismo, el mechón se cotejó con muestras, de los auténticos descendientes de Luis XVI, aún vivos, por lo que el parentesco quedó más que confirmado y el asunto zanjado, definitivamente
Estos doctores, incluyeron en el documento detalladamente los procedimientos que utilizaron para efectuar la apertura: observación, cortes de órganos y del cráneo, así como del modo y forma en que rearmaron el cuerpo del niño y, atención: el vendaje alrededor de la trepanación del cráneo cuando lo colocaron en su lugar para su posterior amortajamiento.

Lo que no se explican como pudieron pasar 48 horas y en pleno verano (fallece el lunes 8 y los doctores llegan en día 9 y sepultado el día 10 en el panteón de Sainte Margharite) en un proceso para tal personaje  

El ataúd de color blanco, con los restos de Luis, lleva impresa la letra D a los lados del mismo (D de delfín), que en un principio iba a ser sacado por la puerta lateral de la prisión, lo hacen finalmente por la puerta principal de la Fortaleza del Temple.

Treinta comisarios municipales lo acompañaban, aquel cortejo atrajo la atención de los que por allí pasaban corriéndose la voz del fallecimiento de Luis Carlos, lo que provocó desconcierto y exclamaciones de dolor.
Desconcierto porque muchas personas civiles acompañaron al cortejo hasta el panteón de Sainte Marguerite se dieron cuenta que en el lugar donde se sepultó al niño, no se dejó sin marca ni señal alguna.

En 1814 y una vez Restaurada la Monarquía, la hermana de Luis XVII, Madame Royale, ya convertida en la Duquesa de Angouleme hizo incontables esfuerzos por localizar a su hermano sin resultado alguno.

Es muy importante observar que cuando Luis XVIII hizo honores al Rey Luis XVI y a la Reina María Antonieta, nunca, hasta donde se sabe, se mandó decir ni una sola misa por el pequeño.
Llega el año 1846 y tras de una agotadora búsqueda pudieron localizar en el lugar referido un ataúd. Se exhumaron los restos encontrando una osamenta, pero cuyo estado no concuerda para nada con los procedimientos ni vendajes descritos por los doctores firmantes del acta de la autopsia.

Y mucho menos en lo que respecta al vendaje alrededor del cráneo y lo más sorprendente es que dicha osamenta corresponde, según estudios realizados, a un jovencito de aproximadamente 16 años que ya mostraba una muela del juicio quebrada. - Se llevó a cabo otra exhumación en 1894 que corroboró lo anterior.

¿A quién en realidad atendió el grupo de médicos encabezados por el Dr. Pelletan? Si todo indicaba que fuese el pequeño Rey ¿A quién se enterró en el panteón de Sainte Marguerite? ¿Y entonces adónde fue a dar el cuerpo de Luis Carlos? ¿Y por supuesto quién fue el niño que murió el 8 de junio de 1795 a las 14:45 horas en el Temple? Y la última pregunta ¿qué hicieron los malvados doctores con esos dos menores y por qué?

Nos encontramos en el año 2000 y la pruebas de ADN, confirman que el pequeño de 10 años que falleció en 1795 sufría tuberculosis y que era efectivamente el Delfín Luis Carlos de Francia, Luis XVII, hijo de Maria Antonieta y de Luis XVI, por lo que las aspiraciones a un hipotético trono de Francia, de quienes se decían ser sucesores del Delfín, se alejan indefinidamente.

Al no tener descendencia, Luis Alfonso de Borbón, hijo de Alfonso de Borbón y Dampierre, duque de Cádiz y de María del Carmen Martínez-Bordiú Franco, podría, hipotéticamente hablando, reinar como Luis XX de Francia y Navarra. Aunque para eso no debería de existir otro candidato: Enrique de Orleans.

El bulo de la huida del niño Rey, llenó muchos volúmenes, ya que se corrió la noticia de que el certificado de defunción era falso. E incluso se llegó a decir que existía el testimonio de la esposa de uno de los guardianes del Temple que contaba que había ayudado a escapar al príncipe, en unan cesta de ropa sucia.

Finalizada la Revolución se inició otra, esta vez incruenta por la creencia de aquella deseada noticia de que el rey Luis XVII, estaba vivo. Desde puntos tan distantes: África, Inglaterra, EE. UU. y Rusia, surgían pretendientes y pretendidos descendientes, aunque, algunos, no hablasen francés.

Como anécdota, y es que así hay que tomarlo, se presentó en Francia un indio mestizo, que reclamó sus derecho reales, motivo que mofa que llevó al escritor   Mark Twain a transformarlo en un bribón del Mississippi, que se hacía pasar por “el pobre Delfín desaparecido de Luis XVII”. Este personaje aparecía en Las aventuras de Huckleberry Finn.

Más de uno, fue encarcelado como farsante. Otros con más imaginación que los escritores de cuentos infantiles, como en el caso del barón de Richemont, cuya descripción de su atribulada infancia, le llevó a dejar escrito, que en su tumba apareciese el siguiente epitafio” Aquí yace Luis Carlos de Francia”. Para su desgracia, y la de los otros, María Teresa, hija se los guillotinados reyes, que sobrevivió a la Revolución, nunca reconoció a ninguno.

Tampoco se salvó de aquella criba, Carlos Guillermo Naundorff, con posibilidad de ser el que mayor papeletas tenía para la rifa, o sea con más crédito de la primera mitad del siglo XIX.
Este hombre antes de llegar a París estuvo trabajando como relojero en Alemania, es una ciudad llamada Crossen. Lo cierto es que nuestro protagonista, hablaba con precisión de las habitaciones y salas del Versalles, y claro está, de su fuga. Fueron varios los cortesanos que lo creyeron, entre los que se encontraba Madame de Rambaud, que fue la institutriz del pequeño Luis Carlos, hecho que no compartían las autoridades.

Con el descubrimiento del ADN, la genética tenía en él, un aliado muy importante y los enigmas históricos también, así que el profesor Cassiman, de la universidad de Lovaina y su equipo, no dieron a ninguna prueba, credibilidad, hasta que no contaron con la consabida localización de tres muestras de cabellos fiables en Austria.
Ahora a la búsqueda del huérfano y ver si era cierta, la leyenda que circulaba sobre el corazón, de Luis Carlos, que el doctor Philippe- Jean Pelletan, al realizar la autopsia, había extirpado y robado para esconder en su casa.

De allí, parece ser que fue robado, volvió a reaparecer y se perdió para llegar varias décadas después, a la cripta real de Saint Dennis en París, dentro de una urna. En 1991 se le practicaron varias incisiones, cuyas muestras fueron enviadas a Bélgica, con destino al famoso investigador, profesor de la Universidad de Munster , Bernard Brinkmann.

Las conclusiones a las que llegó Brinkmann fueron que el ADN de María Antonieta y el del niño del Temple coincidía, aunque los herederos de Naundorff continúen declarando que los análisis no fueron válidos. La genética se encargó de sellar 200 años de leyenda del Delfín fugitivo.
“Mitocondrial” es la serie de ADN, transmitida por vía femenina, que resultó ser exactamente la misma, así que Pierre Benoit, un francés que falleció en Buenos Aires, Argentina, quien aseguraba ser el rey desaparecido, solo era un impostor.

Benoit era un ex oficial de la marina imperial francesa, que llegó hasta las costas del Rio de la Plata. No tardo en integrarse en la alta sociedad porteña, dando a entender que tenia vínculos con la nobleza de su país.

Se casó con una argentina, María Jose de las Mercedes Leyes y desarrolló una prestigiosa carrera como científico y naturista. Ambos vivían en un lujoso hogar, en la esquina de la Av. Independencia y Bolívar, que está siendo, en la actualidad, excavado por expertos del Centro Arqueológico Quilmes, ya que se trata de un ejemplo de la vida cotidiana, de una familia franco-argentina de principios del siglo XIX

En cuanto a Sofía Helena para celebrar su nacimiento la corte ofreció de beber al pueblo de París, Sofía, moriría un año después, el 19 de Julio de 1788 de tuberculosis.
El cadáver de la pequeña fue cubierto por un manto de terciopelo y una corona de oro. Su cuerpo descansa en el osario común de la basílica de Saint-Denis, realizado en la Restauración, donde se encuentran los restos de todos los soberanos de Francia, cuyas tumbas fueron profanadas durante la Revolución francesa.

Teresa vivió la Revolución encarcelada en el Temple hasta 1795, donde su tío, el anterior conde de Provenza y proclamado Luis XVIII al restablecerse la monarquía en 1814, la refugió en Lituania.
La convenció de casarse con su sobrino el Conde de Angouleme, hijo de quien será Carlos X, antiguo Conde de Artois.
Maria Teresa logró ser Reina Consorte de Francia cuando el padre de su esposo, el entonces Rey Carlos X abdicó en favor de su nieto.
Dedspus de la Revolución de 1830 se mudó a Edimburgo. En 1833 se fue hacia Praga. Mas tarde a Eslovenia.
En 1844 murió su esposo, María Teresa se trasladó a una mansión llamada Frohsdorf, muy cerca de Viena.
Pasó sus días paseando, leyendo, rezando (era una dévota católica) y cosiendo. Nunca tuvo hijos. Murió el 19 de octubre de 1855 de neumonía. Se dice que vivió toda su vida con ataques de pánico luego de las torturas psicologicas que habría sufrido en el Temple.

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