TERESITA CONESA ROSA TEÑIDA DE SANGRE



No es raro que, en la vida, existan familiares que se aúnen para trabajar juntos, así que nos ceñiremos a los que son hermanos, o que sea hagan por pasar por serlo, simplemente porque así se gana más o…bueno ya se irán dando cuenta de por dónde va la cosa.
Y es que, si nos vamos a los años dorados de la época de cuplé, las parejas de hermanas -auténticas o simuladas- tuvieron cierta importancia en el mundillo del varietés.
Entre estas estaban las hermanas Conesa, Teresa de 16 años y su hermana María, dos años menos, que actuaban en el Edén Concert, un famoso y popular café-cantante de Barcelona, cuya entrada estaba en la calle Conde de Asalto.


El “Edén”, había sido inaugurado en marzo de 1887, antes en aquel mismo lugar se encontraba el Café de la Alegría, que se dedicaba únicamente al flamenco.
1900, el Edén pasaba por ser, uno de los locales más lujosos, a la vez que se le consideraba, un lugar de inmoralidad y perdición, y en el que no solo actuaban cupletistas, pues había actuaciones (musicales, de magia, de acrobacia, cómicos...) incluso apuestas (juegos de cartas y ruleta) en un salón especial para ello. También había un restaurante donde degustar los platos más exquisitos.
Las Conesa estaban dentro de lo que se llevaba, aunque por no llegarnos, ni demasiados documentos gráficos, ni siquiera la documentación suficiente, no nos podemos para hacer una idea, de cómo eran sus actuaciones.

Lo cierto es que las hermanas Conesa no pasaban de ser unas de tantas. Aún, así, no llevarían mucho tiempo en el mundo del espectáculo, cuando, nadie podía sospechar que como una de ellas acabaría… de mala manera
Era todo un espectáculo, contemplar a dos señoritas, muchas veces aún niñas( Teresita tenía 16 años y María 14) , que interpretasen cuplés, aderezados con un poquito de baile, sin olvidar esa importante pizca de picardía, a las que acompañaba una belleza esplendorosamente juvenil aparentemente cándida.

Si además lucían el mismo atuendo, a la manera cupletista o en algunos números, en los que una de ellas, hacía de chico con entallado pantaloncito incluido, no era de extrañar que, al público masculino mayoritario de aquellos espectáculos, se les pusiese el sombrero de costado.
Seguiremos utilizando el diminutivo Teresita, ya que siempre fue así conocida para informarles, que su vida laboral la comenzó, trabajando como costurera en un taller barcelonés teniendo de compañera a la mismísima Raquel Meller, cuyo verdadero nombre era Paquita Marqués.
Ambas eran aficionadas al mundillo de los teatros de variedades, y si se lo podían permitir sus bolsillos, asistir a algún espectáculo o esperar a la salida de sus estrellas favoritas

El destino prefiere que sea Teresita quien comience a trabajar en las varietés, más tarde convencerá a su hermana, una graciosa y mona adolescente para que sea su artística. Paquita las seguiría más tarde apareciendo como "La Bella Raquel", aburrida, tal y como ella contaba, de estar "dale que le das a la aguja todo el día, y luego a casa".
En el Edén Concert no estaban solas ya que compartían cartel con   Manolita González Muños, La Czarina, que era una cupletista de mediana edad y de igual éxito, siempre acompañada por su madre, algo que se llevaba en la vida y costumbres, entre las cupletistas.
Aunque no estaban solas, con ellas estaba Benito hermano de Manolita, algo acaso no tan común. Ni lo del nombre ni lo del hermano acompañante...

La araña de los celos, y la envidia, comienza a tejer su consabida tela, cada vez que la Czarina veía a las hermanas, en especial a Teresita. Los que las conocían, comentaban que eran debidos a lo artístico. Otros que se debían a otra clase de celos, porque por lo visto de todo hubo.
Las malas lenguas decían que Manolita envidiaba la belleza y la juventud que le sobraban a Teresita, mientras que, a ella, comenzaban a abandonarla.
Se murmuró sobre la posible existencia de algún prójimo, que a las dos les gustase, y que repartiría su tiempo con la dos a la vez, por lo que ambas se los disputaban
Y es que pensando y pensado, el sujeto en cuestión no era otro que el hermano de Manolita, el ilustre Benedicto, un pollo pera, medio agente de su hermana y cuya única profesión conocida era la de guapo.

1906 nos encontramos en la noche del 27 de febrero. La actuación de las Conesa no fue muy aplaudida, entonces La Czarina se dirige a Teresita con un irónico comentario: "¡Qué ovación, mujer!", pretendiendo ponerle en ridículo delante del público.
Pero Teresita, que, a guasa y a tablas, a pesar de lo joven que era, y de ser dueña de una lengua muy afilada, le soltó, algo perecido a esto: "Es que mis amigos no aplauden como los tuyos, porque yo no soy tan (pongamos complaciente) como tú". Y ahora sí que el público aplaudió con ganas la actuación de Teresita, agradeciendo a ambas cupletistas el número tragicómico que les estaban ofreciendo.
Rabia de ira La Czarina, desapareció del escenario, para informar de lo sucedido a su madre, que por allí andaba, pidiéndole que buscara a su protector hermano.

La madre, se pone hecha un basilisco consigue encontrar a su hijo, a quien pone en antecedentes de lo acontecido, aumentándolo y adornándolo con mentiras: "¡Si eres hombre, mátala!". Y claro como Benedicto era un personaje, no de pocas luces, porque ni siquiera las tenía, se presentó en el escenario salió al escenario, llevando en la mano una navaja.
Sin miramientos asestó a la desprevenida Teresita varias puñaladas, dos de ellas muy graves: una en el hombro y otra en la espalda.

 Ya fuera de sí, hirió a varios espectadores que se interpusieron y no paró de lanzar navajazos a diestro y siniestro, hasta que un policía -posiblemente de los que hacían guardia en las salas de espectáculos consiguiese apoderarse de la navaja y detener al agresor.
Por desgracia para Teresita ya era demasiado tarde. Años después en boca de Raquel Meller, esta contó que Teresita agonizaba desangrada a los pies del tablado con su traje en tonos amarillos y encarnados cada vez menos amarillo. La Meller relataba cómo se despidió de su amiga, abrazándola y besando en la frente a una adolescente “pálida, muy pálida y muy abiertos los ojos" manchándose con su sangre, y cómo, cuando llegó a su casa, su madre se horrorizó al ver su "faldita de percal toda ensangrentada".
Aunque no se puede considerar a la Meller, un testigo demasiado fiable ya que, aunque pálida y con los ojos muy abiertos, Teresita fue trasladada a la Casa de Socorro donde, tras unos primeros momentos críticos, fue estabilizada y trasladada a su domicilio al considerar los facultativos que su estado no era ya tan grave.
Y ese informe no fue fiable, pues esa misma madrugada Teresita murió. ¿Podía ser que la medicina de la época nada podía hacer por ella y se la mandó a casa por considerarla desahuciada?

¿O que la atrasada medicina de la época no tuviese aún medios para comprobar la gravedad de Teresita y poder poner remedio? Cualquiera de las dos preguntas tuviera su respuesta, aunque solo una podía ser la verdadera: Teresita murió con dieciséis años, víctima de la brutalidad, la sinrazón y la ignorancia.
El día 1 de marzo de 1906 Teresita es enterrada acompañada de sus compañeras del Edén Concert, amigos y familiares. Entre ellos su hermana pequeña, María, quien lloraba en silencio y parecía estar sumida en no se sabe qué vagos pensamientos. Testigo de la brutal muerte de su hermana siendo aún una niña, afectada por la pena, el horror y el miedo, acaso tomó entonces la decisión que cambiaría su vida.
El resto de los heridos, evolucionaron favorablemente, y Benedicto y su madre fueron juzgados por el asesinato, pidiendo la fiscal pena de muerte para el asesino y catorce años de prisión para la madre, considerada como inductora.
Tras investigar en varias páginas web, no le localizado cual fue la condena final, y pudiese ser, lo que el fiscal pedía. No se sabe bien por qué, pero La Czarina se libró de ser imputada.
Quizá sus sufrimientos serían ver, en qué situación estaban su madre y su hermano. Ver como la vida pasa y el destino te lleva a ir muriendo poco a poco profesionalmente hablando, en locales de mala muerte.

Ni las Conesa, ni ella, fueron de las grandes. Y si ustedes fríamente lo piensan, si no hubiese sido por la tragedia en la que estuvieron inmersas, sus nombres nunca hubiesen sido conocidos ni hubiesen llegado a nuestros oídos, con la fuerza con los que lo fueron.
Recabada información en:
https://javierbarreiro.wordpress.com


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