ABRAHAM KLEIN TODO UN SEÑOR ARBITRO



Abraham Klein, judío húngaro, nacido un 29 de marzo de 1934 en Timisoara, Rumanía. Gran parte de sus familiares murieron en Auschwitz.
Pero sus padres y él tuvieron la suerte de escapar. Cuando aún era un niño, llegó a Apeldoorn, Países Bajos, antes, tuvo que pasar viajando en un tren durante tres semanas acompañando a otros 500 niños que escapan del Este de Europa.

Tras pasar un año en Holanda se fue con sus padres a vivir a un kibutz en Israel y posteriormente, a la ciudad costera de Haifa. Jamás regresó al pueblo, que lo vio nacer, ni tan siquiera en tiempos de paz, cuando llegó a ser observador de la UEFA y viajó a Rumanía.



El mundo del fútbol, no le era desconocido, ya que su padre había sido futbolista profesional llegando a jugar en el MTK de Budapest fundado el 16 de noviembre de 1888 en un café en Budapest como Magyar Testgyakorlók Köre ("Círculo Húngaro de Educación Física"). Algunos de sus miembros fundadores eran aristócratas y miembros de la comunidad judía de la capital.
Por eso se decía que el MTK era el equipo de los judíos.
En una ocasión acompañó a un amigo que era árbitro a un encuentro en el que tenía que dirigir, pero con tan poca suerte que se lesionó. Fue entonces cuando su amigo le sugiere que le sustituye, y así lo hace.   

Fue tan positiva esta experiencia que hasta decide sacarse el título de árbitro, pero en Israel el fútbol aún no era un deporte de masas por lo que a fuerza de arbitrar partidos en categorías inferiores y en el ejército, consigue llegara la primera división
Puede parecer una coincidencia, puesto que nuestro flamante árbitro de 1,65 de altura, se apellida Klein y Klein significa en alemán pequeño, pequeño sí, pero en unas condiciones físicas enviables 
Era rápido, fibroso, incansable, siempre estaba bien colocado. Y pese a quien pese, su estatura no era óbice para hacerse respetar.

En 1958 pitó su primer partido de Liga en Israel y en 1964, debutó como internacional, en un amistoso entre sus dos países de adopción: Israel y Holanda.
Su primera prueba de fuego vendría en 1965 cuando tuvo que arbitrar un Italia-Polonia clasificatorio para el Mundial de 1966.
Klein, que era profesor de Educación Física en Israel, toma una rápida decisión… una semana antes del partido viajar a Roma y asistir en directo a un partido de la liga italiana y así familiarizarse con el calcio.

Y la semana pasó y allí, bajo las miradas de 80.000 espectadores, en el césped del Olímpico se encontraba Abraham Klein, que nunca sintió miedo, el miedo que pueden sentir un colegiado que nunca había pitado en estadios de más de 20.000 espectadores


Su profesionalidad le llevó, no sólo a viajar a Italia por estar a gusto sobre el césped del campo, también a pedir a un amigo polaco que le hiciese un informe sobre los internacionales del país, incluso escribió a La Gazzetta dello Sport para que le remitieran ejemplares del periódico.
De ese modo o manera, averiguó, quiénes eran las estrellas de los equipos, los que recibían más faltas, los que las hacían, sus tácticas.
Y aún más, sería una costumbre que mantendría durante su carrera, y aprender varios idiomas para poder comunicarse con los jugadores. Además de húngaro, el rumano y hebreo, hablaba alemán, inglés, francés, italiano y español.
Acabados los 90 minutos del aquel Italia-Polonia, Klein había conseguido lo que se propuso, entre otras cosas, aplicando lo que para muchos es la que diferencia a los buenos árbitros de los mediocres: la ley de la ventaja.

Italia ganó 6-1 y tres de los goles llegaron en acciones en las que Klein había concedido la ley de la ventaja. Los observadores de la FIFA presentes en Roma quedaron muy impresionados.
Luego vendrían los Juegos de México en 1968.  Y el Mundial de 1970. En del mundial de 1978 se vio envuelto en una polémica No señalar un penalti entre Austria y Alemania y hacer un arbitraje extraordinario entre las selecciones argentina e italiana, cuando todo parecía que iba a pitar la final, la FIFA le dio el tercer y cuarto puesto.
Todo parece apuntar a que Argentina, anfitriona en 1978, movió ficha para no tener a Klein en la final y alguna cosa más, de la vida de Klein cuando era un niño. Sea como fuese, ser un árbitro justo en aquel Mundial de la vergüenza le costó a Klein no pitar la final.


Pese a tener los 48 años, es incluido, en la lista de árbitros del Mundial de España 82, pese a las amenazas de boicot de Kuwait y Argelia. Finalmente, estos países se ‘conformaron’ con no permitir que sus retransmisiones de televisión se viera el nombre de Klein, aplacando así su odio.




No debemos olvidar que no es hasta el año 1990, en el que Israel no entró en la UEFA, así que no se pudo ver a Klein en partidos de Copa de Europa o Eurocopas y de Liga israelí.


Tras retirarse en 1984, con 50 años, fue presidente del comité israelí de árbitros, observador de la UEFA, instructor de la FIFA y escritor de libros de arbitraje. Hoy, a los 82 años, vive en Haifa, rodeado de sus nietas.

AÑOS CON SUCESOS


Año 1974 no pudo pitar en el Mundial de Alemania, debido a que dos años antes en los Juegos Olímpicos de Múnich, terroristas palestinos asesinaron a sangre fría a 11 atletas israelíes, por lo que no se podía garantizar la seguridad del colegiado.
Además, en esa cita, los palestinos dispararan a la cabeza al embajador israelí en Londres, el Gobierno de Israel desplegó una operación en el Líbano. Amit, el hijo mayor de Abraham Klein fue movilizado.

Es durante esa operación, cuando la familia Klein pierde el contacto con su hijo. Abraham estaba en España, y pidió a la FIFA que no le asignaran ningún partido, porque no estaba concentrado. Hasta que uno de los días del Mundial, le hicieron llegar una carta.
Llevaba la firma de su hijo, que le escribía desde el Líbano- No os preocupéis por mí, estoy bien, pero impaciente por verte arbitrar en la Copa del Mundo -

Despejada la duda sobre la seguridad de su hijo, Klein arbitró otro partido fundamental de aquella cita, el Italia-Brasil de la segunda fase en Sarrià, en el que los brasileños, grandes favoritos, se quedaron fuera por un de ‘hat trick’ de Paolo Rossi. Fue el último partido mundialista de Abraham Klein.
La palabra ‘hat trick’ se emplea, cuando un jugador de fútbol marca en un mismo partido 3 goles (y se lleva el balón a casa firmado por los compañeros)

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