A los pueblos y ciudades se les
conoce por diversos motivos. En el caso de Acoma, ubicado en el condado de Valencia,
en el centro oeste de Nuevo México, fundado en el siglo XII o incluso antes,
por lo que es la comunidad continuamente habitada más antigua en los Estados
Unidos. bueno eso es lo que se cree.
Al explorador y conquistador español,
Francisco Vázquez de Coronado, le tocó la suerte de ser el primer contacto europeo,
y quien descubrió este lugar en el año 1.540, describiéndolo como “uno de los
lugares más fuertes jamás vistos, debido a que la ciudad fue construida sobre
una roca”. “El ascenso era tan difícil que nos arrepentimos de subir a la cima”
Y es que este pueblo está situado
a una altura, nada más y nada menos que a unos 110 metros y sobre una
superficie de piedra arenisca. Hasta hace poco solo se podía llegar a él por
una escalera tallada a mano en la roca.
La ubicación del Pueblo de Acoma
le hizo ganarse el apodo de “ciudad del cielo” y ha impresionado a todos los
que han puesto los ojos en él, desde el primer europeo hasta el visitante más
moderno.
Como siempre que sucede, como en
este caso, existen varias versiones o varios prismas desde donde observar la Historia,
por lo que trataremos de fotografiar dichos aspectos
1598 Juan de Oñate se encuentra inspeccionando
los valles de Nuevo México, asentando por primera vez la presencia de España en
el suroeste de los Estados Unidos, algo que habían intentado hasta entonces sin
éxito otros españoles como Vázquez de Coronado (Francisco Vázquez de Coronado que
era el segundón de una familia de Salamanca, y marchó a Indias para labrarse su
propio destino.
Para entonces, nadie pone en duda
que Oñate pertenecía a la casta de los grandes conquistadores. Y que para
llegar hasta donde está, ha tenido que saltar por encima de obstáculos (sobre
todo de la envidia de los burócratas del Consejo de Indias, celosos de la
fortuna de Oñate, uno de los grandes mineros de Nueva España).
Y al mismo tiempo ha tenido que
traer una caravana de misioneros, colonos y ganados desde México, la capital de
Nueva España, hasta las regiones inéditas del Norte, abriendo la ruta de inserción
española en Estados Unidos.
A diferencia de las demás
naciones pueblo, los indios de Acoma contemplaban con desconfianza desde las
alturas la llegada de los españoles.
Juan de Zaldívar, sobrino de
Oñate, un buen día, descubre el promontorio habitado y asciende para demandar
alimentos. Los Acoma los prometen amistosamente, pero luego discuten entre
ellos lo que procede hacer.
Al día siguiente, Zaldívar y el
puñado de hombres que le acompañan van muriendo uno tras otro, unos muertos
allí mismo y otros son empujados al borde del abismo.
Únicamente quedan cinco supervivientes,
entre los que no estaba el capitán Zaldívar, a los que no les queda otra opción
que la muerte a manos de los indios o saltar al vacío desde una altura de entre
sesenta y cien metros.
Uno de ellos se estrella
brutalmente contra los peñascos. Los otros cuatro sobrevive increíblemente,
tras aterrizar sobre unos bancos de arena de la base del cerro, y cuando se
recobran del aturdimiento se reúnen con sus compañeros.
La cara del conquistador estaba
roja de ira, Oñate no podía dejar sin castigo la afrenta, porque con ello demostraría
una peligrosa debilidad ante las demás tribus pueblo, y pondría en peligro la aún
escasa e inmadura presencia de España en Nuevo México.
Así tras conversar con los monjes
franciscanos, que le acompañan, decide comenzar, por su parte, lo que él ha
dado por llamar “una guerra justa”.
Y un día acompañado por ochenta
de sus hombres, emprende el ascenso a la cumbre. Cierto es que la batalla será
durísima pues ya en la ascensión, son recibidos por un avalancha de flechas y
piedras.
Sin saber cómo, uno de los
soldados descubre un acceso secreto, aunque para dominarlos debe dar un salto
de varios metros, sobre el vacío. Lo consigue e instala un tronco que sirve de
puente a los españoles.
Llegados a la cima los españoles
observan que los indios les ganan en número de hombres. La victoria se pone al
lado de Oñate y sus hombres, algunos de los cuales dicen haber visto al apóstol
Santiago a lomos de su blanco corcel
DIFERENCIAS SOBRE LOS SUCEDIDO
Otras fuentes indican que,
después de matar a Záldivar, los indígenas de Acoma nunca pensaron que aquello
les iba a traer fatales consecuencias, dos meses más tarde, pues para vengar
las muertes de los españoles, los soldados de Oñate prendieron fuego al poblado,
asesinado a unas 600 personas y encadenando a otras 500
Las personas vivas que se
convirtieron en presos fueron condenados a la esclavitud forzada o bien a la
mutilación corporal. Al final de la
matanza, la población de Acoma que constaba de 2.000 personas se redujo a
aproximadamente 250. Estos supervivientes comenzaron un largo proceso de
reconstrucción de su comunidad.
Ahora Oñate, que era el dueño y señor,
puesto que tenía todo el control de la zona comenzó a imponer impuestos sobre
los cultivos, el algodón y la mano de obra no solo en Acoma, también en otros
pueblos.
Entre los años 1.629 y 1.640, los
lugareños fueron obligados a construir una iglesia en Acoma. Todos los
materiales de construcción, incluyendo alrededor de 20.000 toneladas de tierra
y piedra, además de vigas de 30 pies (9 metros), fueron arrastrados por las
empinadas laderas de la roca que llevaba al pueblo
Pero los abusos de poder por
parte eclesiástica y política, los llevó a un caldo de cultivo que finalizó con
la Rebelión de los Pueblos, que estalló el 10 de agosto de 1680, en la que
cerca de 17.000 lugareños, en los que se incluían 6.000 guerreros lucharían
contra 3.000 colonos
Las tribus atacaron iglesias de
la misión, matando a 22 de 33 frailes, demoliendo y quemando muchas de ellas.
Todos los asentamientos colonos en Nuevo México fueron exterminados.
Alrededor de 400 personas
murieron, mientras que el resto fueron expulsados del pueblo. Pero Acoma no
disfrutaría mucho tiempo de la paz ya que durante los siglos siguientes,
continuó sufriendo ataques e invasiones de las tribus Apache, comanche y UTE.
Lo que hoy se puede contemplar,
si visitan el pueblo, son unos 300 edificios de adobe, pero menos de 50
residentes permanentes. Los servicios básicos como electricidad, agua corriente
o la eliminación de aguas residuales siguen ausentes en Acoma, por lo que parte
de los habitantes que quedaron, optaron por vivir en los pueblos cercanos donde
existiesen los servicios que ellos no tenían.
Recabada
información en:
http://www.abc.es
https://www.newmexico.org
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVzVM0eicnemSrDHV9oHCx0rimC8ioUdECvswlp2yF4dBZrCMSa3pShl35e2zKrHloVCccJqDOE57HoxPf2g35dTALsM5mszVP9u9kHOLao_j95k4I6jckQjZJKSZIEajmhkAPuHi2jbk/s1600/santiago_apostol.jpg
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