CARTA A MÍSTER HITCHCOCK





Debo presentarme, soy tu lado oscuro, no precisamente el mismo que el de Darth Vader, personaje de las Guerras de las Galaxias, el tuyo es tal real, que eclipsa a este de ficción.
Es más, se te conocía con el apelativo de Cocky, que literalmente quiere decir “pichita”. Desconozco quien fue el autor o la autora, espero que me lo aclares. Estas cuatro letras es para decirte que eso no se hace.

Parece mentira que un hombre con tu talento, que no tiene nada que ver, que, sin comerlo ni beberlo, a la gente, no le cayeses simpático, quizá fuese por esa flema que os caracteriza a los ingleses, en fin, que ahora no vamos a entrar o salir de detalles.
Le pido perdón si al principio de esta misiva le he tratado en algún momento de tú, máxime siendo nada ni nada menos que Sir Alfred Joseph Hitchcock. Lo mejor de todo es que usted consiguió lo que se propuso y llegó a ser el number one, y el mundo del celuloide se puso a sus pies.

Debo aclarar que no tengo nada en contra de que le gustasen las rubias, cada uno, si puede elige y se queda con la mejor parte.
Ni que tampoco me extrañe que sean maravillosas, como las tierras de Inglaterra y tan frías como las nieblas que lo envuelven. Lo que más me molesta es el abuso de poder que enarboló y que se puede leer en su escudo heráldico “Qué me quiten lo bailao “   

No creo que ningún fantasma del pasado, le viniese a visitar, para indicarle que solo se vive una vez, y que hay que aprovecharla, pues no existe cita, para poder reemplazarla.

Y por eso y por mucho más, tontea con Ingrid Bergman. Menos mal, que aquesta doncella, prefiere el fetuccini que prepara Roberto Roseellini, y le deja más plantado, que el tejo que está en un pequeño cementerio en la iglesia St. Dygain, en Llangernyw, Gales, que fue plantado cerca de 4.000 años, en algún momento de la Era Prehistórica de Bronce, no siempre se gana. Y usted continúa con un slogan ya caducado, quien la sigue la consigue, y ¡hala a por otra rubia!

















Esta vez su oronda papada, que no su anguloso  estómago, le permite ver a una princesa de cuento, y que el cuento se hizo realidad, pero no con usted. Me refiero a la norteamericana Grace Kelly, hija de una familia de origen irlandés de holgada posición económica.

Es como si usted fuese Robin Hood luchando en el bosque de Sherwood, contra Thomas Conde de Lancaster, al que daremos un nuevo nombre, Conde de Esquivar que eso hizo la rubia estrella. No obstante, la experiencia acrisolada adquirida con la anterior, le ha hecho indagar y ver que nuevas triquiñuelas, puede encontrar, y da con la vida y obras del rey español Felipe IV, quien quería a toda costa, ver desnuda a su esposa la reina Isabel de Borbón



Aquella no era mala idea, así se lo hace saber a la futura princesa de Mónaco, asegurándola, que la dejaría en paz, una paz que iba a durar menos que un pastel solo, en una bandeja, en un cumpleaños de niños. ¿Por qué la engañó?
Claro que aquel deseo tan vehemente, tiene que tener un premio: una sesión privada de desnudo integral, para que luego de diga, que es una bobada aquello de comer pan y arroz integrales.

Se dice que una noche, a una hora determinada, y no muy tarde, puesto que usted míster Hitchcock se acostaba temprano, Kelly hizo lo que hizo todas las noches, se desnudó para meterse en la cama, claro que el truco estaba en que las cortinas de la alcoba no estaban cerradas y que usía, en su habitación, a un centenar de metros y con un catalejo lo vio en cinemascope y en tecnicolor.
Tal y como pronosticamos, Kelly encontró a su príncipe. Las veces que no se habrá arrepentido, usted señor Hitchcock que haber ido a rodar al principado de Mónaco el film Atrapa a un ladrón”

Y llegó desde Minnesota, USA, otra norteamericana, la actriz Tippi Hedren, a la que lastimó y persiguió consiguiendo casi volverla loca, durante el rodaje de “Los pájaros”. Y que incluso, nadie, incluidos sus compañeros de rodaje, se acercasen a ella.

No sé si está enterado, que su esposa, pidió perdón a Tippi, aunque no la valió de mucho, pues su carrera después del incidente, ya no fue la misma, usted envuelto en la neblina del éxito, si fuese poco condecorado grande de Inglaterra, ¿quién se iba a atrever a llevarle la contraria?

Para finalizar, he de decirle que tiene usted muy mala leche, y no se haga el despistado, que usted sabe muy bien de que va esto.

Cierto día Melanie, la hija de Tippi, recibió un regalito de su “tío” Alfred: una muñeca, copia exacta de su madre, cuando rodó “Los pájaros”, pero metida en una caja de regalo muy especial, que, por su forma, parecía ser, más un regalo para una vampira, que, para una niña normal, pues la caja en cuestión tenía la forma de un ataúd.
Al final, usted, ha hecho que me ponga seria, no es para menos-

Firmado muy atentamente su segura servidora, tranquilo, no soy rubia 



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