Fue de los más
afamados del teatro breve del Siglo de Oro. Admirado por el ciudadano modesto y
la nobleza. Llegó a gozar de una extraordinaria protección, por los soberanos
Felipe IV y Mariana de Austria, hasta tal punto, que consiguieron salvarlo de
las garras de la Inquisición.
Hablamos de Cosme
Pérez, alias “Juan Rana”, uno de los personajes más sorprendentes e
injustamente olvidados del XVII español.
En aquel tiempo,
era normal que muchos fuesen perseguidos: por su condición, su fe y su
escalafón social.
Otros, por muy
grande que fuese la diferencia para con los que ostentaban el poder, fueron
considerados como héroes por el pueblo, gozando de tal fama, que para así la
quisieran, ahora las actuales celebrities
A pesar de ser el
Siglo de Oro en España, existía un contraste muy fuerte, en una corte, donde se
reverenciaba a lo religioso, a la vez que se hacía apología a la persecución de
la disidencia.
A la vez que se
disfrutaban los festejos, las mascaradas y la pasión por el teatro, que fue
impulsado un espectador de rango abolengo, el rey Felipe IV.
Bien pensado
podría ser que fuese una evasión para el monarca, y que le hiciese evadirse de
los problemas, de un imperio hispánico que tenía los pies de barro
Pues a pesar de que
este imperio pareciese fuerte o sólido, incluso amenazante en apariencia, era
muy débil y vulnerable
En el mundo de las
representaciones dramáticas, el vodevil y los corrales de comedias, es donde se
forjaría y consiguiese la fama y la gloria, Cosme Pérez, más conocido como “Juan
Rana.
Provocativo,
controvertido como soberbio a la vez que extraño, gozando de un carisma y una
petulancia, que muchos nos llegaron a congenian con él, granjeándose envidias,
porque mientras estuvo sobre las tablas y en activo, no tuvo rival
Se cree que nació
allá por el año 1593 en la ciudad de Tudela de Duero,
Valladolid, aunque su
vida transcurriese en la calle Cantarranas, en la actualidad de Lope de Vega en
Madrid
Puede ser que otros
biógrafos, le llamasen madrileño, en vez de vallisoletano, pues la creencia era
así.
En fin, naciese donde naciese, nuestro hombre optó por dedicarse al oficio
de actor, dicen las malas lenguas, que a la culpa la tuvo …
No pensemos mal, la
tuvo su perfil: bajo y regordete, contrahecho, de hecho, aún se conserva en la
Real Academia Española, un retrato anónimo, sobre su persona, y claro con solo
hacer acto de aparición, la gente ya rompía a reír
Conocemos que
empezó su carrera como actor en la compañía que dirigía Juan Bautista
Valenciano. Corría al año 1617, en aquel entonces el papel que interpretaba era
el de Leonardo, en la comedia de Lope de Vega “El desdén vengado”
Tres años más tarde,
deja a Valenciano y comienza a trabajar en la compañía de Hernán Sánchez, amigo
de Miguel de Cervantes. Y como no hay dos sin tres, ni tres sin dos, se marcha
para trabajar a las órdenes de Pedro de la Rosa. Su papel en la obra de Lope de
Vega “Lo que ha de ser”, un personaje graciosillo, le coloca en el firmamento.
Una nubes muy
grandes y negras se forman en la relación entre el empresario y el actor, y eso
que trabajaron juntos en bastantes ocasiones. Cosme se refiere a De la Rosa
como – ese que huele- aunque desconocemos si era por su apellido, o por ese olor
a “compañerismo”
Ya nunca a Cosme,
el faltaría el trabajo en otras compañías incluso se casaría con la también
actriz María Acosta. Y las malas lenguas aseguran que lo hizo para apagar los
rumores que decían de él, que era homosexual. Fue padre de una niña que
llevaría el nombre de Francisca María.
Pasados los años,
los tres trabajarían juntos. En 1631 ingresaron
en la Cofradía de la Novena. Antes, Cosme había actuado también en la compañía
de Antonio del Prago, entre otras.
EN MANOS DE LA
JUSTICIA
Hablábamos antes,
de que se le tildaba de ser homosexual. Y es que estuvo implicado en un turbio
asunto que llenaría los mentideros de la Villa y Corte, verdadero hervidero de
mentirijillas y bulos del Madrid de aquella época.
Sucedió que en 1636
es detenido por practicar la sodomía, con un paje de un miembro de la nobleza.
Pero no tarda en
ser liberado, debido a la presión que se ejerció de la corte, ejercida por la
esposa del rey, Mariana de Austria,
que lo apreciaba mucho.
Aquel acontecimiento,
en vez de delegarle a un rincón para ser olvidado, le hizo ser más famoso,
utilizando el escenario, para debatir
temas tabúes para la sociedad o condenados abiertamente por el Santo Oficio,
como travestirse, algo que se hacía habitualmente en algunas obras escénicas.
El choque entre
Cosme y las autoridades, por su supuesta homosexualidad, estaría representada,
más de una vez, veladamente. Y otras tal y como era, sin cortapisas, un recurso
muy a mano, en los entremeses. El entremés es una pieza u obra teatral cómica
en un acto, escrita en verso o prosa, que se solía representar entre la primera
y la segunda jornada de las comedias del teatro clásico español.
Gracias a que Cosme
tenía buen enchufe, que no terminó como otros de sus contemporáneos, en una
sociedad machista y homófoba, donde del árbol caído todos hacen leña y donde,
la envidia es el pecado capital que mejor se lleva en la cara y en el corazón.
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