No todo
el mundo aguanta tener un Boggarts en su casa, si es que el Boggarts no
comienza a dar muestras de enfado, o simplemente quiere divertirse a costa de
los que habitan en la casa con toda clase de ridículas y pesadas burlas.
Un buen
día los MacKanne descubrieron que tenía en su casa al duende, por lo que, con
todo ahínco, revolvieron la casa para intentar apresarle y que les diese
dinero.
Pero
todo fue inútil. Y ustedes se preguntarán por qué, nada de misterios insondables
ni incógnitas, simplemente es porque salía solo de noche cuando toda la familia
dormía con muy mal carácter que tenía el don, si es que así se puede llamar a
ponerse verde cuando los hijos de la familia le llamaban por su nombre, y no
habían sido aún presentados y le perseguían con el ánimo de cogerle
Más que
cansado estaba harto de tanta desfachatez, así que se decidió a hacer de las
suyas. Una noche se acercó hasta las cuadras y soltó a todos los caballos que
en ella dormitaban. Sin embargo, a los Mackanne aquello les resultó de los más
gracioso.
Había
que pensar en algo más contundente - Cansado de tanta desvergüenza, una noche
soltó todos los caballos que se encontraban en las caballerizas, pero aquello
no dio el resultado apetecido, así que habría que emplear otros medios -¡Ajá!,
les tiraré del pelo a los pequeños, y a los mayores les daré pellizcos en los
mofletes a altas horas de la madrugada. Y dicho y hecho, la casa de los
MacKanne parecía un hospital pues cada dos por tres se escuchaban quejidos.
No
transcurrió mucho tiempo desde que comenzase aquella tortura, y los Mackanne
hartos de aquel sinvivir, deciden mudarse.
La
mañana de la partida ya estaba dispuesto todo para la marcha. Ocupando los
enseres parte del carro, colocados de forma que no pudiesen caerse, luego los
caballos a la orden del patriarca comenzaron a andar.
Había
recorrido escasos metros cuando se toparon con una vecina, que les preguntó por
el motivo de su marcha. Aquella mujer escuchaba asombrada lo que los MacKanne
le contaban.
- Por lo
que hemos decidido irnos a vivir a otro lugar
Un
estornudo seguido por una risita les puso en guardia, mientras que una voz que
no sabían de donde procedía decía - ¡Qué bien nos mudamos! -
-
Familia, mejor será regresar a casa –
- Si
esposo yo también pienso los mismo-
Los
hijos de los MacKanne les miraban atónitos, no sabían que pensar. Cuando
llegaron al porche el padre miró a sus hijos y les dijo – Es inútil escapar, el
duende nos seguirá a donde decidamos quedarnos a vivir. -
Así que
los MacKanne conviven con el travieso duende, que es ahora el dueño de la casa,
pues hace y deshace a su antojo ante la impotencia de los verdaderos dueños de
la vivienda, quienes sufren, cuando este quiera o desee, sus pesadas bromas y
sus consiguientes sustos.
Recabada
información en: elrincondelosduendes.
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