Año 1809 nos encontramos en la aldea
de Regueiro – Esgos-Orense. En ella nace Manuel Blanco Romasanta, que como
detalle curioso, en su partida de nacimiento aparecía con el nombre de Manuela,
pues se creyó que era ¡una niña!
Según fue creciendo, Manuel tenía el
mismo aspecto de cualquiera de los vecinos de Regueiro, normal, aunque medía
137cm. Rubio y de facciones juzgadas como “tiernas.
Romasanta llegó a trabajar como
sastre y además fue considerado como un hombre culto para su época, pues sabía
leer y escribir.
Un luctuoso suceso da a su vida un
giro muy importante, la muerte de su mujer, en la que no tuvo participación.,
lo que le hace dejar la vida sedentaria que llevaba, para dedicarse a ser
buhonero dedicándose a la venta ambulante.
Con el tiempo, aunque en los primeros
años vendiese por la zona de Esgos, luego paso a vender en toda Galicia,
abarcando toda Galicia, los lugareños empiezan a conocerlo por el vendedor de un
bálsamo compuesto de grasa humana, quien le dará fama allí donde vaya.
Tal hecho llega a oídos de las
autoridades, que al ser informadas más delante de los crímenes de Romasanta-
emprenden su búsqueda y posterior arresto en Toledo.
La primera acusación de asesinato le
señalaría como presunto autor de la muerte de un antiguo prior de San Francisco
de Rocas. También hay sospechas de que en 1834, justo el año en el que quedó
viudo, mató a Manuel Ferreiro, vendedor ambulante de Xinzo da
Costa-Vilardecás-Maceda con el que viajó a Portugal.
En 1843 empezó a recorrer los pueblos
de León con una tienda ambulante. Por aquella época ya le había prometido a
Catalina Fernández, del pueblo leonés de Cubillas, que se casaría con ella,
pero la acusación de haber matado al alguacil Vicente Fernández en las
proximidades de Ponferrada truncó sus planes.
Después de ser condenado en rebeldía,
logra escurrir el bulto para esconderse en un refugio en un pueblo abandonado
el de Ermida.
Allí los únicos que le podían ver,
era el ganado que pastaba por aquella zona, y así pasó durante meses convivió
con el ganado durante meses, hasta que aparece en público, en esta ocasión en Rebordechao,
En 1843 volvió a aparecer en público,
esta vez en Rebordechao. En los dos
primeros años de su
nueva existencia allí vivió en la casa de Andrés Blanca,
para quien trabajó como jornalero.
Andrés y su familia le tenían cariño
pues, por lo visto, Romasanta despertaba simpatía y siempre estaba dispuesto a
faenar en lo que fuera salvo –sorprendentemente– en la tarea de sacrificar
animales porque no soportaba ver la sangre.
El hecho de que se dedicara a bordar,
tejer y hacer calcetas –el oficio de sastre tejedor era considerado propio de
las mujeres– le dio cierta fama de “afeminado”, lo que pudo contribuir a
ayudarle a ganarse la confianza de las mujeres.
Su modus operandi consistía en
engatusar a las mozas enamorándolas y/o ofreciéndoles un futuro mejor. Al
parecer, incluso les escribía cartas encantadoras. A eso se dedicó desde el año
1846 a 1851, ofreciéndose como intermediario y guía para llevarlas a servir en
“buenas casas de Ourense y Santander,
Que, por aquellos entonces, era uno
de los trabajos más cotizados a los que podía aspirar una mujer procedente de
un entorno rural
Una vez hubo adquirido cierto renombre,
comienza a asesinar mujeres y niños en los bosques de Redondela y Argostios. Pudo
durante años, esquivar a la justicia, efectuando nueve asesinatos.
Tras estos, planea huir, consiguiendo
salir de Galicia utilizando un pasaporte falso, que de nada le valió pues fue capturado
en
Nombela (Toledo) y juzgado en Allariz (Orense), siendo fiscal Manuel Blanco
Bastida.
Romasanta afirmó que, sabía que era víctima
de un maleficio de una bruja que lo volvía lobo en las noche de luna llena. Asesinó
a trece personas a sangre fría, usando sus manos y dientes para acabar con sus
vidas y comerse los restos. El juicio (conocido como la «causa contra el hombre
lobo») duró aproximadamente un año.
“La primera vez que me transformé fue
en la montaña de Couso. Allí me topé con dos lobos enormes de aspecto feroz. De
pronto, me caí al suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces
sin control y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. “
Así mismo contó que en forma de lobo,
estuvo cinco días merodeando con los otros dos, hasta que volvió a recuperar su
cuerpo de ser humano “. El que usted ve ahora, señor juez. Los otros dos lobos
venían conmigo, que yo creía que también eran lobos, se cambiaron a forma
humana”.
Otros dos camaradas, eran dos valencianos. Uno
se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también sufrían una maldición como
la suya “. Durante mucho tiempo salí como lobo con Antonio y don Genaro.
Atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre”
No tardaría en declarar que lo que
sufría no era una maldición sino una enfermedad. Además declaró recordar todo
lo sucedido una vez transformado de nuevo en ser humano, lo que fue decisivo
para su sentencia. La defensa del reo argumentó que no se podía probar un
asesinato con una única confesión, aunque ésta fuera la del propio acusado.
1853 en la sentencia en la que se
condenaba a Romasanta a morir a garrote vil y a pagar una multa de 1000 reales
por víctima, se decía que el reo de 49 años no estaba ni loco ni era idiota o
maníaco
Un hipnólogo francés que había
seguido el caso, desde el primer día, remitió una carta al Ministro de Gracia y
Justicia en la que expresaba sus dudas acerca de si Romasanta padecía o no
licantropía. En la no solo aseguraba haber curado a otros pacientes con la hipnosis,
pidiéndole que, antes de ejecutarlo, le dejasen hipnotizarlo.
Así mismo solicitó la mismísima intervención
de la reina Isabel II, que a su vez pidió al Tribunal Supremo que revisase el
caso
Posteriormente, Isabel II firmó una
orden para liberar a Romasanta de la pena capital, reduciéndose ésta a la
perpetua. Su vida dio lugar a la creación de cantares de ciego, novelas y
películas.
Hipótesis sobre su muerte: Hasta 2009
se creyó que Romasanta había muerto en 1854, en la prisión de Allariz en la que
cumplía condena.
El 30 de mayo de 2009, en un
documental de TVG Europa se sospechaba la posibilidad de que hubiera muerto en
otro lugar y se apuntaba al castillo de San Antón (La Coruña).
En 2011 en las Jornadas Manuel Blanco
Romasanta celebradas en Allariz a finales de octubre los investigadores
orensanos Cástor y Félix Castro Vicente presentaron pruebas (diversos recortes
de prensa de la época) que aseguraban que Romasanta falleció en una cárcel de
Ceuta de un cáncer de estómago en 1863
Su escrito con las referencias a las
pruebas sobre el fin de Manuel Blanco Romasanta está publicado en su página
«Música Rabeosa».
Manuel Blanco Romasanta, fue un
psicópata criminal español y único caso documentado de licantropía clínica
(refiriéndose a la enfermedad mental, no al ser mitológico) en España que llegó
a cometer varios crímenes en el siglo XIX.
https://www.eldiario.es/cultura/Bosque-Lobo-Romasanta_EDIIMA20130919_0290_13.jpg
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