Si
pensamos o creemos que los bandoleros son siempre andaluces, nos equivocamos,
ya que Toribio Mame Casanova era gallego, o sea que hemos cruzado la Península
Ibérica de punta a punta, del sur al norte.
Toribio
nacido en 1882, era hijo de una madre campesina, soltera por más señas, fue en
la parroquia de Grañas de Sor (la palabra parroquia, no eclesiástica, pero sí
civil, deriva de la terminología griega paroika que viene a significar
habitación o incluso reunión de habitantes), donde pronto, o desde muy joven llamase
la atención de sus convecinos.
De
todo el pueblo son conocidos los pequeños hurtos , de poca monta, que realiza,
amén de esa rebeldía que lo acompaña, así como el ser aprendiz de herrero, sin
que pasemos por alto el hecho, que siendo una adolescente y después del velatorio y entierro de un indiano fallecido (indiano, palabra con la
que se designa a los emigrantes
españoles que vuelven de las Américas con grandes sumas de dinero) esperó a que
se hiciese de noche para abrir la sepultura, desnudar el cadáver, llevarse el
traje y quitarle el anillo.
Ni
que decir tiene que como se dice de alguien, que se tiene cuerpo de pobre, a
quien, a pesar de no ser igual que el difunto, le sirve la ropa de este, así
vestido se paseó por los bailes de Ortigueira
. Suceso le llevaría hasta un
correccional
Por
lo visto la vida en aquel centro no era de su agrado, por lo que consigue
evadirse, no tardando, mucho, a la edad de 17 años, y en un baile parroquial, atizar
a un joven matón y también al alguacil que le reprobó tal comportamiento. La
trifulca le costó a Mamed visitar la cárcel por vez primera.
Sin
llegar a la mayoría de edad, una noche del mes de noviembre de 1900, un grupo
de personas, todos varones, se dice que liderados por Mamed, asaltaron manu militari
(que significa literalmente con mano militar', es decir, por la fuerza de las armas)
la casa rectoral de Grañas de Sor.
La
criada del clérigo les reconoce, este escapa por la ventana y alguien disparó
un tiro que
acabó con la vida de la desdichada mujer. Aunque Toribio lo negó,
durante unos años, no más de tres, estuvo huyendo de la justicia, viviendo en
el monte y protagonizando fugas espectaculares, a la vez que ocupaba en el
periódico El liberal, de Madrid, entre otros rotativos, titulares como este “Vuelve
a escapar de la mano férrea de la justicia, el bandido de Mañón”.
También
fue el principal sospechoso de haber sido el culpable, de abusar de una chica
en Ortigueira. Según la prensa de la época, Toribio aseguró en su declaración
"que no encontraba forma más romántica de hacer el amor". Pese a sus
fechorías, gozaba de la protección y la simpatía de sus vecinos.
Mamed
no andaba solo, siempre iba acompañado por sus armas. Era un tipo con una
puntería digna de mencionar, por lo que detenerle constituyó todo un reto para
la Guardia Civil. Se puso precio a su captura, para lo cual, se ofrecieron 300
duros de recompensa, por informa de su paradero
1902
en Freijo (As Pontes), residía un sacerdote que decía ser su amigo, este le
tendió una trampa invitándolo a comer a su casa.
Para
estar más cómodo Mamed se quitó las armas y eso fue su perdición, sin ellas, el
bandolero estaba, digamos, como desnudo, así que la Guardia Civil que consiguió
apresarlo
Condenado
a ser ejecutado a garrote vil, fue indultado por el rey Alfonso XIII, gracias a
la intervención de su madre, aprovechando la visita del monarca a la ciudad de
Santiago de Compostela
Después
pasó por distintos centros penitenciarios, donde no se limitó a ser un preso cualquiera, y
llegó a ser el líder de los motines protesta. por las condiciones inhumanas en
que vivían los presos. En 1911, teóricamente con las facultades mentales muy
alteradas, pretendía escribirle al capitán general para exponerle un proyecto
relacionado con la construcción de cañones para la Armada. Como era de esperar,
nadie le hizo caso.
Si
nos ceñimos a los datos biográficos que se tienen, estos pueden demostrar, que Toribio
Mamed, no fue el criminal que lleno las portadas periodísticas de aquellos años,
pues quedaron muchas dudas y flecos sueltos sobre el único crimen que le fue
imputado, ni tampoco el clásico héroe que es elaborado por la imaginación del
populacho.
Llegados
a este punto, Toribio viviría o moría según quien hable de él, y he aquí que
volvemos a encontrarnos con varias suposiciones, de cómo finalizó su vida y
llegó su muerte:
Liberado
con 42 años, su vida cambió en una sola dirección y que es la que se apunta: vivir
el denigrante camino de la indigencia para volver a su aldea, ¿para volver a ver
a algún amigo? o ¿simplemente para vengarse de quien le entregó a la justicia?
¿Recorrer
la provincia de Ortigueira como un mendigo pidiendo limosna? . ¿Vivir en la
parroquia de su villa natal, aunque se presentase con otro nombre y ocultar su pasado?
¿Quizás más seguro de no ser reconocido como trabajador en las obras del ferrocarril?
Nadie, nadie supo, jamás, el verdadero final de este bandolero del siglo XIX
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