Nos encontramos en
la Suecia del siglo XVII, considerada en aquel siglo, como el país más extenso
en Europa sólo superado por Rusia y España. Donde el dios Thor era el padre de todos los
dioses escandinavos.
El nombre «Suecia»
deriva del latín Suetidi, el cual proviene del vocablo del inglés antiguo
Sweoðeod, que significa «pueblo de los suiones».
Era un país muy
pobre, apenas poblado, y con poca participación en asuntos internacionales. Fue
de la noche a la mañana convertido en una de las naciones líderes en Europa por Axel Oxenstierna y el rey Gustavo II Adolfo de Suecia, gracias a la conquista
de
territorios de Rusia y Polonia-Lituania
No obstante, un
siglo después, tras la guerra contra el Sacro Imperio Romano Germánico,
quedaría bastante debilitado.
El mundo en el que
vivimos es una suerte de disco plano, que descansa sobre una de las ramas de
Yggdrasil, el árbol que sostiene los 9 mundos, siendo el nuestro sólo uno de
ellos.
El pueblo liso y
llano, allí donde la reforma religiosa, quizá ni hubiese llegado, continuaban
con los dioses mitológicos. Y es allí donde un personaje llamado Karin
Svensdotter ve la luz.
Es imposible
concretar la edad de Karin, ni cuando sucedió aquella “alucinación” que la
llevó su destino. Podemos hacer una edad estimativa, en base al año en el tuvo
que enfrentarse al tribunal que llevaba esos casos.
Pongamos que
tendría unos 25 años, llena de vitalidad, que en 1656 trabajaba como mucama, y que,
según ella, había tenido relaciones sexuales
en diversos momentos con el Rey de las Hadas.
Cuando fue juzgada
en 1656, ella declaró que había conocido a un hombre vestido de oro de gran
hermosura, que la había colmado de regalos y había yacido con ella.
Habían
estado juntos durante años, hasta el punto de que ella afirmó que había quedado
embarazada de él en siete ocasiones y que él se había llevado a los bebés a
vivir al reino de las hadas poco después de sus nacimientos.
Esos partos tenían
lugar durante sus recurrentes ataques, y que ello le dejaba muy cansada. Sus
ataques habían sido atestiguados por muchos, y la persona para quien trabajaba,
testificó que a menudo le veía buscando a sus hijos feéricos por el bosque.
Tal y como sucedía
en Suecia durante la Edad Moderna, ocurría en otros lugares de Europa, la
iglesia admitía la existencia de personajes mitológicos como las hadas,
considerando que estos eran formas que tomaba el diablo para causar el mal, por
lo que confraternizar con estas criaturas era tenido como un delito grave.
Había habido personas,
entre ellas un ladrón que en 1658 había sobrevivido en tierras salvajes por vivir con una ninfa del bosque.
O en 16591 un
hombre llamado Sven Andersson fue sentenciado a muerte al confesar que se veía
con bergra, una ninfa de la montaña. Ambos fueron condenados a muerte, pues
mantener relaciones con ninfas y oros seres, estaba considerado como una
ofensa.
El único juicio que
está documentado y confirmado es el de Peder Jönsson, quien recibió pena
capital en 1640 tras confesar que había mantenido relaciones con una sjöra, una
ninfa de agua.
Sin embargo, en
este caso, los consejeros eclesiásticos dijeron al juez que la pobre muchacha
claramente había enloquecido por el influjo de Satán y que no merecía tal
destino. Se ordenó que se rezara por ella en la iglesia y sus familiares le
dieron una cruz de plata para su protección.
Después de un tiempo,
ella declaró que el Rey de las Hadas no había vuelto a buscarla y que estaba
libre de cualquier tipo de brujería o hechizo.
Recaba información en:
ttps://www.actuallynotes.com y en https://es.wikipedia.org
div id="google_translate_element">